LUNES 21 DE AGOSTO DE 2000

Un balance nada alentador

 

* Iván Restrepo *

En las últimas semanas, el presidente Ernesto Zedillo encabezó diversos actos que sirvieron para hacer un balance de los logros alcanzados durante su sexenio. Así, por ejemplo, recordó la promesa, incumplida, de proporcionar bienestar a las familias que más lo necesitan y que son la mayoría. También habló de los avances obtenidos en los sectores agropecuarios e industrial, destacando el crecimiento notable de las exportaciones mexicanas. Por supuesto, el medio ambiente no ha estado ausente en esta rendición de cuentas, y uno de los aspectos analizados es el de los recursos forestales.

Es fundamental el papel de los árboles para la vida en la tierra, pues la cubierta verde que con ellos se forma propicia el nacimiento y la producción de agua y humedad; protege el suelo de la lluvia y hace que ésta se filtre lentamemente al subsuelo. Con el paraguas que forman las ramas de los árboles, se evita la erosión del suelo y sus efectos posteriores: una tierra erosionada, de mala calidad, sin nutrientes; el azolve de cuencas hidrográficas, presas y lagos.

Además, los bosques y las selvas son claves en la preservación de la biodiversidad de nuestro país, una de las más importantes del planeta.

Agréguese a todo lo anterior que los árboles forman una barrera contra huracanes y ciclones. De haber contado Oaxaca hace dos años con ella, el huracán Paulina no hubiera causado tanto daño en la costa y la sierra. Igual en Acapulco, donde en vez de poblar de árboles el anfiteatro de la bahía fue invadido de asentamientos irregulares, sin respetar lechos de arroyos y laderas frágiles. Tampoco estuvieran sufriendo inundaciones y daños sin cuento diversos estados de la República, donde las lluvias arrasan con todo lo que encuentran a su paso, como en Veracruz, Tamaulipas y Tabasco.

El papel que juegan los árboles en la naturaleza lo conocen muy bien los funcionarios y los especialistas en el tema que trabajan en el sector público, así como los legisladores. Y sin embargo, las medidas que todos ellos toman para garantizar ese recurso son insuficientes, prueba de ello es el reciente balance ofrecido por el presidente Zedillo y sus inmediatos colaboradores.

Desde hace años, el gobierno federal promete el fin del mal uso del bosque y la selva que realizan muchas familias rurales. Que atacará de raíz sus causas: la pobreza de los campesinos y las prácticas agrícolas que propician, entre otros efectos, incendios en época de secas. Igualmente, que impulsará acciones radicales para impedir que siga creciendo la irracional ganadería extensiva y que los talamontes hagan de las suyas en complicidad con diversas autoridades y líderes campesinos corruptos.

Sin embargo, hemos perdido en este sexenio casi 4 millones de hectáreas de bosques y selvas. En el tiempo que usted lee este artículo, en México ya no existen más de 3 hectáreas. En contraste, se anuncian masivas campañas de reforestación, pero, según se desprende de los datos que ofreció el doctor Zedillo, la superficie sembrada equivale a la quinta parte de lo que se pierde cada año de bosques y selvas.

Por otra parte, la reforestación no se da con la intensidad necesaria mientras se calcula que alrededor de 40 por ciento de los árboles plantados en los trabajos de reforestación se pierden por el pastoreo, las condiciones climáticas y de suelo, y la falta de cuidado de la población. No basta entonces sembrarlos a diestra y siniestra, sino garantizar que se desarrollen y vivan muchos años.

Por lo que toca al Valle de México, se logró reducir en el Ajusco la invasión masiva de la zona de conservación, pero en otras partes la mancha urbana avanza incontenible, como ocurre en los municipios del estado de México.

Finalmente, las autoridades informan que el país dispone ya de un mejor inventario de los recursos forestales y de programas para el desarrollo sustentable del sector. No obstante, esos logros no se reflejan en la realidad y México tiene ahora menos bosques y selvas que nunca, pérdida que nos empobrece en todos sentidos. Esa es la herencia que recibirá el licenciado Vicente Fox y su equipo de trabajo. Hasta hoy, desconocemos cuál será su estrategia para que las cosas no empeoren en tan importante área y con ello también la ya de por sí crítica calidad de vida de la población rural. *