LUNES 21 DE AGOSTO DE 2000
* Su campaña, una larga carrera de resistencia
Tres mil tuxtleños toman las calles para festejar a Salazar
* El espectro de Bartlett rondó unos minutos el Consejo Electoral
Luis Hernández Navarro, enviado, Tuxtla Gutiérrez, Chis., 20 de agosto * Cerca de la medianoche, Tuxtla Gutiérrez fue una fiesta. En el parque La Marimba, unos 3 mil ciudadanos se concentraron a celebrar la victoria de Pablo Salazar. Son, en su mayoría, jóvenes, clasemedieros y, simultáneamente, "pablistas" y panistas. Los dirigentes de PRD y PT ųexcepto Amalia Garcíaų presentes en el estrado, apenas arrancaron unos cuantos aplausos. En cambio, las banderas de Acción Nacional eran mayoría, al igual que las canciones que hablan de su triunfo. No es novedad: el partido blanquiazul ganó aquí las dos últimas elecciones municipales. Mariachis, bandas de tambores, estudiantinas y un grupo de música tropical animaron la velada. Finalmente se fue el PRI: había motivos de sobra para celebrar; es la hora del cambio.
El síndrome del 88
Entre las 8 de la mañana y las 6 de la tarde, el PRI se dedicó en Chiapas a hacer lo que sabe hacer para ganar unas elecciones. Sus esfuerzos no tuvieron éxito. Y cuando se preparaba a poner en práctica todos los artilugios que siguen al cierre de las casillas para arrebatar el triunfo, sufrió un severo descontón mediático. Las grandes cadenas de televisión anunciaron la victoria del candidato a gobernador de la Alianza por Chiapas, Pablo Salazar.
Incapaz de aceptar su derrota, el tricolor decidió ejercer el democrático derecho al pataleo. Necesitadas de aparecer como defensoras de su partido, so pena de ser condenadas a la guillotina política, primero Dulce María Sauri, su dirigente nacional, y después su líder estatal, Sonia Rincón, manifestaron a los medios locales su indignación por los resultados anunciados. Acostumbrada a ver conspiraciones a su alrededor, la profesora Rincón aseguró que se trataba de desestabilizar el estado.
Mientras tanto, en la disputa poselectoral, se apareció en Chiapas el espectro de Manuel Bartlett. El Consejo Estatal Electoral se quedó mudo. Los resultados preliminares no fluyeron. Subrepticiamente informó que en el diseño de su sistema de cómputo no previó que, además de los resultados de cada casilla, debería incorporar ocho boletas más provenientes de los funcionarios de casilla. Aseguró que debía hacer otro sistema de cómputo. La pesadilla de una nueva caída del sistema amenazó por espacio de unas horas los sueños de cambio de muchos. Finalmente, cerca de las 11 de la noche, dio a conocer los resultados de la encuesta de salida que había contrato. Pablo Salazar adelantaba por 10 puntos de diferencia a Sami David.
Durante 10 horas, los activistas de la Alianza por Chiapas y el aparato del tricolor lucharon cuerpo a cuerpo en cada una de las casi 4 mil casillas instaladas en el estado. El PRI apostó a crear un clima de miedo y fomentar la abstención, al tiempo que hacía uso de falsos anuncios de triunfo anticipado, carruseles, acarreos, compra y coacción del voto para inclinar el resultado en su favor. La alianza buscó apoyarse en la movilización ciudadana, la organización de brigadas antimapaches y grupos de observación civil para impedir el fraude. Al final, triunfó el cambio sobre el inmovilismo, la esperanza sobre el miedo.
Cazamapaches
El presidente municipal de Cintalapa, Manuel Ramos Gutiérrez, no disfruta de muy buena reputación electoral. En el Tribunal Especial de Delitos Electorales aguarda una demanda en su contra por presuntas actividades fraudulentas durante los comicios del 2 de julio. Fiel a su aureola, decidió operar en esta ocasión la infraestructura del ayuntamiento para ayudar a ganar al PRI. Una grabación de un radioaficionado da cuenta detallada de las instrucciones que da, lo mismo a la policía municipal que al DIF local, para inducir el voto en favor de su partido.
Según el ingeniero Martín Ramos, egresado del Instituto Politécnico y dirigente de la Alianza por Chiapas en la entidad, el PRI local no detuvo la campaña, el billete, ni la entrega de despensas. Las autoridades del cabildo trasladaron a gentes de los poblados rurales del municipio a votar en la casilla especial, para luego regresarlos a sus comunidades a votar nuevamente. Cuando las protestas de la alianza impidieron sufragar allí a quienes no debían, un funcionario del Consejo Estatal Electoral autorizó que pudieran votar allí los acarreados. En la grabación se oye al presidente municipal decir: "ya abrieron la casilla. Manden los camiones". En el campo, son grupos de tres o cuatro mujeres las responsables de convocar a la gente y distribuirles el dinero a cambio de su voto. La tarifa varía, según la localidad, entre 100 y 300 pesos.
Un día antes, en el vecino municipio de Jiquipilas, el recién estrenado diputado Jacobo Nassar, líder de la tristemente célebre Socama ųla misma organización de la que proviene el grupo paramilitar Paz y Justiciaų se reunió en el "encacahuatador" a las 10 de la mañana con funcionarios de la Semarnap, quienes ofrecieron de todo a cambio del voto por el PRI, desde 300 pesos por sufragio, hasta 500 pesos de crédito a la palabra. Los campesinos que asistieron a la reunión salieron con camisetas y gorras de Sami David. Pero, cuando en la comunidad de Quintana Roo quisieron permitir que votara gente que no estaba en la lista nominal, el operativo cazamapaches reventó la maniobra.
Así, en la ciudad como en el campo
Pablo Salazar comenzó el 20 de agosto con el pie derecho. Llegó cerca de las 9 de la mañana a votar en la casilla 1614. Manejaba el mismo una Suburban blanca. Iba acompañado por el escritor Oscar Oliva, con quien conversó de poesía durante el trayecto, por la dirigente del PRD nacional, Amalia García, y por su familia.
El candidato de la alianza por Chiapas se encontró con un enjambre de periodistas, políticos y curiosos. La casilla no pudo ser instalada a las 8 de la mañana. La escuela donde se ubicaba no había sido abierta; fue necesario romper los candados. Su director, simple y llanamente, no llegó. Tampoco había corriente eléctrica.
Corrió con más suerte que otros ciudadanos. En muchas casillas ubicadas en escuelas, manos anónimas habían cambiado los candados, puesto cadenas y rellenado con chapopote la cerradura. ƑPara qué? Para hacer tiempo, cansar a los votantes, estimular la abstención.
Alrededor de las 10 de la mañana, en la esquina de Guanajuato y Michoacán, en la colonia Las Granjas, de Tuxtla Gutiérrez, se suscitó una trifulca. Un grupo de mujeres, acompañado de algunos hombres armados con palos, golpeó e increpó a integrantes de la brigada cazamapaches, dedicados a tomarles fotos y observar su comportamiento. Estaban dirigidos por Clementina Guillén, acusada de organizar el acarreo y la compra de votos en favor del PRI. Allí mismo se concentraban las personas trasladadas a bordo de una camioneta marca Dodge pick up con placas CU8991, de un camión de volteo y de varias combis. En ese lugar se distribuían también despensas. Distintos testigos aseguran que se pagó 100 pesos por sufragio. En su papel de patos tirándole a las escopetas, una hora después, en la radio local, dos diputados del tricolor denunciaron las agresiones sufridas por su compañera Clementina.
La casilla 1630 está ubicada en la calzada Sumidero de la capital del estado. Con el sol a plomo, cuatro hombres, dos de cada lado, permanecen de pie vigilando a todo aquel que pasa por el lugar. No pierden movimiento alguno. De un taller mecánico contiguo a la casilla salen personas a votar.
Vencedores y vencidos
Si el PRI como partido no la tenía fácil, Sami David como candidato la tuvo mucho peor. El no fue el favorito del gobernador Albores, y apostó todo a su relación con Francisco Labastida. Al ser derrotado su jefe en la carrera por la Presidencia, David quedó como rehén del interino del interino. Colocado entre las patas de los caballos de la disputa por la conducción nacional del PRI, no pudo escapar a la influencia de su vecino Roberto Madrazo, quien se convirtió en uno de los más activos promotores del hombre de Acapetahua. Para colmo de males, tuvo que enfrentar los vientos de renovación que sacudieron a Chiapas a raíz del triunfo de Vicente Fox. En esta campaña, Sami David no fue nunca dueño de su destino.
Pablo Salazar, en cambio, sumó fuerzas y aprovechó las oportunidades de la coyuntura nacional con gran habilidad. Su campaña fue una larga carrera de resistencia. Duró 17 meses. En lugar de ir a los medios masivos de comunicación, se dedicó a recorrer poblados y comunidades, así como a escuchar y hablar con la gente. Su sensibilidad, paciencia y carisma le ganaron simpatías. Primero con dificultades, y a partir del 2 de julio, aceleradamente; logró convencer a la mayoría de la población de que era la opción de cambio.
Tuvo a su favor un proceso unitario entre ocho partidos, previo a su candidatura. Según el maestro Arturo Velasco, comisario político nacional del PT en Chiapas, la alianza comenzó a formarse desde febrero de 1999. El 11 de ese mes ųdiceų se reunieron con los representantes del PRD y del PAN, para buscar un acercamiento a partir de puntos programáticos locales. Después invitaron a otras fuerzas a formar parte de la coalición.
En mayo de ese año Pablo Salazar renunció al PRI y formó el Movimiento La Esperanza. De acuerdo con César Chávez, su coordinador de campaña, los partidos de oposición generaron una dinámica unitaria que permitió que en el Congreso local trabajaran juntos. Organizaron una huelga de hambre, que fracasó, para modificar el Código Estatal Electoral y unificar las fechas para las elecciones estatales y federales.
El 2 de octubre de 1999, el PT lo postuló como su candidato, en un acto en el que participaron 5 mil personas. El gobernador Albores trató de maicearlos para hacerlos desistir de su alianza. Aunque lograron comprar a algunos de sus dirigentes, no abandonaron sus compromisos. Después se sumarían siete partidos más a su candidatura.
Contra la desesperanza
La multitud recibió a Pablo Salazar en la fiesta de celebración del triunfo, en La Plaza de la Marimba, al grito de: šno nos falles! "Nuestra victoria ųrespondió Pablo Salazarų es haberle ganado a la desesperanza." No le falta razón. En un estado donde los acuerdos no se cumplen y las promesas se hacen para ganar votos, pero no para hacerlas realidad, ganar las voluntades de tantos ciudadanos, en condiciones tan difíciles, es una proeza. Sin embargo, si las enormes cifras de abstencionismo dicen algo, además del éxito relativo de la estrategia del PRI para inhibir el sufragio, hay todavía muchas conciencias que convencer y muchas confianzas que conquistar.
Pablo Salazar se sacó la rifa del tigre: ganó las elecciones, pero los problemas de fondo en Chiapas permanecen.