DOMINGO 20 DE AGOSTO DE 2000

 


Ť Juan Arturo Brennan Ť

Franco Donatoni (1927-2000)

Como pocos compositores importantes de nuestro tiempo, el veronés Franco Donatoni adoptó desde muy temprano una línea de conducta creativa en la que la enseñanza era tan importante como el acto personal de componer. Por ello, la importante herencia de Donatoni puede ser calibrada a partes iguales mediante la exploración del catálogo de sus composiciones y a través del trabajo de sus numerosos alumnos.

Cuando se escriba la historia definitiva (si tal cosa es posible) de la música del siglo XX, el nombre de Franco Donatoni, muerto en Milán hace unos días, ocupará un lugar de particular importancia entre aquellos compositores que dejaron tras de sí una escuela de sólidos cimientos, basada firmemente no sólo en lo más avanzado de la técnica de composición, sino también en una actitud clara, rigurosa e invariable frente al fenómeno musical de nuestro tiempo.

Antes de iniciar su compromiso vital con la composición, Donatoni estudió el violín y, gracias a que no abandonó su educación general, pudo graduarse como contador. Durante sus primeros años de estudio y trabajo musical fue guiado por músicos menores como Bottagisio, Desderi, Zecchi y Liviabella. Más tarde, comenzó a ponerse en contacto con creadores de mayor calibre, como Ildebrando Pizzetti y Bruno Maderna, así como con un importante crítico: Mario Bortolotto.

Al igual que muchos otros compositores de la segunda mitad del siglo XX, Donatoni tuvo como influencia importante lo aprendido en los famosos cursos musicales de Darmstadt; además, desde sus primeras composiciones evidenció la huella que en su pensamiento habían dejado los trabajos de Pizzetti y Bartók.

A partir de 1953, Donatoni comenzó a ejercer su irrenunciable vocación de maestro en instituciones de educación musical en Bolonia, Turín y Milán. Intensidad expresiva, exuberancia dinámica, eclecticismo en los procedimientos, serialismo estricto, puntillismo sonoro, aleatorismo controlado, expresionismo escénico, aglomeración de estructuras, experimentos electrónicos y, sobre todo, una creciente exigencia técnica, son algunos de los parámetros más importantes en el catálogo de obras de Donatoni. El último elemento mencionado provocó que a Donatoni se le incluyera, asignándole un rol protagónico, a veces profético, en la corriente conocida por los musicólogos como la nueva complejidad, y transformada por algunos críticos en la nueva perplejidad.

Franco Donatoni no fue sólo un gran compositor y un gran maestro, sino también un riguroso pensador que dedicó mucho tiempo y mucha energía a especular sobre el fenómeno musical en general, sobre el acto de componer y sobre el papel del artista creativo al interior de la sociedad.

De todo ello surgió un perfil artístico y humano definido por la seriedad, el rigor y la exigencia. Como es lógico suponer, esos valores fueron transmitidos por Donatoni a sus numerosos alumnos, cada uno de los cuales los asimiló a su manera. De ello se deduce que aquellos que acusaron a Donatoni de intentar reproducirse en sus alumnos, calificados colectivamente como donatoninos, estaban equivocados. Una cosa es ser de padre musical conocido, y muy otra es caer en la imitación acrítica del maestro. Sin ir más lejos, tenemos entre nosotros una prueba contundente de ello en el trabajo de los más importantes alumnos mexicanos de Donatoni: ni Víctor Rasgado ni Juan Trigos son clones de Donatoni, y sus obras y actitudes musicales son cabalmente distintas entre sí.

El musicólogo italiano Claudio Annibaldi ha propuesto algunas pistas importantes para calibrar (y quizá comprender mejor) la música del maestro veronés. Dice Annibaldi:

"En el mejor de los casos, la respuesta del oyente ante las obras de Donatoni puede culminar en una especie de meditación filosófica, como la de Bortolotto o la de Baroni, cuyas críticas, sin embargo, pueden ser equilibradas por la apreciación de la habilidad de Donatoni para adecuar sus raíces culturales a la crisis de la vanguardia europea hacia finales de los cincuenta, una crisis a la que el compositor convirtió exitosamente en la posibilidad personal de seguir componiendo. En su caso, para seguir ofreciendo evidencia artística de una trascendente crisis de valores."

Sin duda, en las palabras de Annibaldi se oculta una invitación a escuchar y evaluar bajo una nueva luz la música de Franco Donatoni, compositor, maestro y pensador musical de rigor envidiable, quien a lo largo de su vida dio numerosas pruebas de una actitud honesta e irreductible ante su oficio.