DOMINGO 20 DE AGOSTO DE 2000
* Cineastas italianos filmarán un documental sobre este arte en México
El circo, microcosmos revelador del universo que es la sociedad
* Federico Serrano: aunque es un patrimonio ancestral, en el país se le niega su dimensión cultural
Angel Vargas * Los italianos Andrea Bettinetti y Claudio Giorgi no concebían que existiera mayor magia en un circo que la que éste ofrece con sus propios actos. Por ello, no dudaron en trasladarse a México para filmar lo que creían una leyenda local o una mentira: las compañías dedicadas a ese espectáculo que por la noche dejan un lugar para aparecer en otro por la mañana.
Según los cineastas europeos, relacionados sobre todo con el ámbito publicitario, su asombro no significa que haya muerto la tradición circense en Italia, pero explican que sí se terminó con su nomadismo para convertirlo en un espectáculo primordialmente televisivo, como ocurre en el resto de su continente.
"El circo ya no existe más como la pequeña empresa que viaja de lugar en lugar. Fue entonces que pensamos en venir a México para ver y recoger la importancia y la tradición de un arte popular en un país donde su reconocimiento es notable."
En un principio el proyecto era sumamente vago. Sólo se basaba en escasas lecturas y el material que los realizadores encontraron en Internet. Andrea buscó entonces a un antiguo compañero de estudios de Londres, el mexicano Iván Lipkies --ahora director--, quien a su vez los puso en contacto con el especialista Federico Serrano.
De la mano de este último --quien realiza con apoyo del Fonca una investigación sobre el tema-- encontraron no sólo el circo que buscaban para sus propósitos cinematográficos, que se resumen en un documental de corte sociológico, sino conocieron la verdadera situación de este arte en el país, muy alejada de la idea idílica que en primera instancia tenían.
Federico Serrano los puso al tanto del poco reconocimiento que se brinda a esta manifestación popular, a la cual se le escatima --y niega-- su condición artística y cultural. El especialista asegura que no obstante tratarse de un patrimonio y una tradición que se remonta a tiempos precolombinos, en México no existe una cultura en la materia.
"Por ejemplo, la historia del circo en nuestro país está por escribirse cuando hay artistas en activo de la especialidad que son parte de la séptima u octava generación. La situación es tan dramática que hay más gente de circo mexicana triunfando en el extranjero que en cualquier otra disciplina cultural, científica o deportiva. Si quisiéramos armar una función del más alto nivel con artistas mexicanos habría que traerlos del extranjero, pagándoles en dólares, porque afuera sí se les reconoce.
"Ha habido un descuido enorme por parte de las autoridades, de los mismos empresarios y del público, de manera que hay suertes que están en peligro de extinción en nuestro país --dice el especialista--; por ejemplo, las barras, en la que los mexicanos fueron los mejores en los años veinte: los hermanos Atayde eran los únicos en el mundo que volaban de la primera a la tercera barra, sin tocar la de enmedio. El artista ya no lo hace, no se arriesga por la falta de apoyo y reconocimiento. Si no se le paga prefiere ganarse la papa con lo mínimo. Una suerte que desapareció fue la de pararse sobre un solo dedo de la mano.
"Si se cuida en México tanto el patrimonio cultural y artístico, Ƒpor qué no se hace lo mismo con el circo? --se pregunta Serrano--. Los mexicanos han sido los mejores trapecistas en el siglo XX, los primeros que hicieron el triple salto mortal y los únicos que en la actualidad lo hacen con cuatro giros."
Teniendo conocimiento de éstas y otras situaciones, Andrea Bettinetti y Claudio Giorgi llegaron hasta el Grande Circo do Brasil, uno de los poco más de 300 que operan en el país, según la Asociación Nacional de Empresarios del rubro.
Fundado hace tres años por el matrimonio que integran el mexicano Ignacio Ibarra y la brasileña Jeane Oliveira, el Circo do Brasil resultó el espacio idóneo que buscaban los cineastas para registrar "ese microcosmos que explica ese gran universo que es la sociedad", al ser una empresa familiar en la que sus integrantes desempeñan lo mismo actividades artísticas que de utilería o administrativas.
Luego de convivir durantes tres días con la familia Ibarra Oliveira, los realizadores alistan ahora los últimos preparativos para comenzar el rodaje de su cinta, la cual pretenden realizar en un plazo máximo de tres semanas y para lo que se disponen vivir y registrar todo aquello que suceda tanto en la carpa como en las relaciones entre los artistas durante las 24 horas del día.
"No tengo la intención de contar la historia del circo en México, sino de quienes lo hacen, de cómo es su vida. Para lograrlo, viviré con ellos durante un periodo limitado, sin tratar de interferir en su dinámica, pero sí observando todo aquello que sucede, descubriendo las jerarquías, las relaciones internas, cómo funciona la comunidad, indagar un microcosmos no mágico", explica Andrea, quien será el director del documental, cuyo tiempo de duración, se estima, será de 90 minutos.
"Espero producir un filme que sea honesto y, por lo que he visto en estos días, poético. Que ayude a comprender a las personas que hacen este tipo de arte, que las presente como son y no como esos seres extraños que se les considera. Veo al circo como una especie de laboratorio social en el que son muy remarcadas las relaciones entre los individuos, con la particularidad de que en él todos se unen, encima de cualquier antipatía o celos, para afrontar juntos los problemas. Los artistas hacen de su propio arte el medio para obtener el sustento y para expresar lo que tienen dentro y lo que desean."
En su primera experiencia como productor, Claudio asevera que antes de comenzar el rodaje tendrán que regresar a Italia y definir a qué otras cadenas televisivas --además de Canal Plus-- y distribuidoras interesa el proyecto.
El rodaje comenzará a finales de septiembre, con un presupuesto de 75 mil dólares y el menor número posible de personas, máximo seis o siete, "para no fracturar la vida de esa familia". Utilizarán dos o tres cámaras de video Beta Cam, evitando la iluminación profesional.
Al igual que Bettinetti, asegura que varias empresas de Europa se han interesado en comprar el documental, porque "lo vendimos como un registro del arte popular, pero también como un reflejo de lo que somos como colectividad. Es cierto que algunos se interesaron por el aspecto mágico, porque para Europa todo lo que proviene de Latinoamérica es realismo mágico".