DOMINGO 20 DE AGOSTO DE 2000

* Son jóvenes y provienen de familias desintegradas


Pasan los nuevos neonazis de los golpes a las armas en Alemania

* Los ultraderechistas ven en extranjeros la causa de la cesantía

Ericka Montaño Garfias, enviada, Berlín, 19 de agosto * Una nueva corriente neonazi, en la que sus militantes no niegan el Holocausto y temen cada vez menos utilizar la violencia, ha surgido en Alemania, un país que todavía no ha podido superar el sentimiento de culpa por la matanza de millones de judíos, presos políticos, homosexuales y gitanos, y se divide entre olvidar ese pasado o mantenerlo vivo para evitar que se repita.

Los nuevos neonazis dicen "sí, lo hicimos, matamos a millones de personas, pero lo hicimos mal y ahora hay que meter en campos de concentración a todo aquel que no sea ario", según declaró a La Jornada Pamela Wolff, jefa de la sección de información de visitantes del ex campo de concentración de Buchenwald, al trazar el perfil de los cabezas rapadas.

De entre 15 y 35 años de edad, provienen de familias desintegradas, tienen un coeficiente intelectual bajo, problemas de empleo o adicciones y temen a lo desconocido, en este caso los extranjeros.

Los cabezas rapadas, a quienes se les identifica por sus botas militares negras con agujetas blancas y sus tatuajes neogóticos, se aferran entonces al sentimiento de pertenecer a una organización.

Para revertir el incremento de los militantes de la extrema derecha, el gobierno puso en marcha desde hace varios años un programa escolar en el que los adolescentes visitan lugares como Buchenwald, pero al parecer no es suficiente.

Los neonazis comienzan a abandonar los bates de beisbol y los puños para utilizar armas e incluso explosivos en sus ataques, y visitan cada vez más los ex campos de concentración para realizar actos de reivindicación y provocación.

En los primeros seis meses de este año ocurrieron 297 actos antijudíos, y sólo entre mayo y junio se presentaron 211 denuncias de violencia neonazi dirigida contra extranjeros no judíos, y a esas cifras hay que agregar los ataques no denunciados.

Una de las causas principales de los ataques contra extranjeros es que la extrema derecha ve en ellos a los responsables de que los alemanes tengan menos oportunidades de encontrar un trabajo, cuando el índice de desempleo pasa 9 por ciento.

Este argumento podría complicar el programa del canciller federal, Gerhard Schroeder, para atraer a unos 20 mil especialistas extranjeros en informática, principalmente de países asiáticos, y llevar a Alemania a un nivel tecnológico competitivo.

Hasta abril, sólo se habían recibido 700 solicitudes. Los alemanes tienen una explicación: "Nadie viene a este país si no es por pura necesidad", sobre todo después de una campaña de la derecha cuyo lema era "niños en lugar de indios".

Pero Alemania necesita de la migración para mantener su nivel actual de población (82 millones de habitantes), ya que es uno de los países europeos con menor tasa de natalidad, por lo que la Oficina Federal de Estadísticas advirtió en julio pasado que la población disminuiría en 17 millones de personas en los próximos 50 años sin la entrada de extranjeros al país.

Tras el atentado en la estación de trenes en Dusseldorf el pasado 27 de julio, en el que resultaron heridos 10 inmigrantes rusos, seis de ellos judíos, y el aumento de las agresiones contra africanos y turcos, los 16 estados federados y organizaciones civiles exigieron acciones concretas para frenar la violencia de los skinheads.

Como primer paso, los tribunales alemanes ya no aplican sentencias de cárcel condicional a los neonazis.

Mientras, Berlín y los gobiernos de los estados federados analizan la posibilidad de pedir al Tribunal Constitucional la pro-hibición del neonazi Partido Nacional Democrático (PND), que cuenta con alrededor de 6 mil 500 miembros registrados.

Otros partidos de extrema derecha que están en la mira son los Republicanos y la Unión Popular Alemana, que reúnen a unos 30 mil integrantes. Pero la solicitud de prohibición contra el PND podría ser contraproducente, porque si el tribunal no encuentra los elementos legales suficientes para dar curso a la demanda, el triunfo sería para los extremistas.

Por lo pronto, ante la creciente oposición de los alemanes a la ultraderecha --que este sábado se tradujo en manifestaciones contra la violencia racista en varias ciudades--, el PND suspendió temporalmente sus manifestaciones.

Pero para el delegado honorario de la municipalidad de Jena, Dietmar Haroska, la solución al problema neonazi es no darle publicidad a estos grupos extremistas y en cambio buscar el diálogo con ellos.

El debate se centra, entonces, en cuál es la vía para lograr que prevalezca la tolerancia y el respeto a los derechos de los extranjeros, en un país que todavía siente remordimientos por su papel xenófobo en la Segunda Guerra Mundial.