DOMINGO 20 DE AGOSTO DE 2000
* Feministas y ONG aún no deben echar campanas al vuelo, dice la investigadora
Previsible, ofensiva radical de la derecha: Adriana Ortiz
Elia Baltazar * La Iglesia no se cruzará de brazos ante la aprobación de las recientes reformas sobre el aborto, pues este ha sido un tema fundamental para la jerarquía católica "fundamentalista", que "ha legitimado la intolerancia de grupos conservadores, de los cuales habrá que esperar una ofensiva quizá más radical".
Esa es la advertencia que lanza a las mujeres, partidos políticos y sociedad civil Adriana Ortiz Ortega, maestra en ciencias políticas por la Universidad de Yale, investigadora y autora del libro Si los hombres se embarazaran, Ƒel aborto sería legal?, en el que hace una revisión histórica para analizar el lugar que ha ocupado este tema en la relación Iglesia-Estado.
Asegura la investigadora que el movimiento feminista y los grupos sociales que apoyaron la iniciativa, de sumar tres causales más para despenalizar el aborto, "no deben echar campanas al vuelo, pues hay que estar atentos a la presiones que puedan ejercer los sectores conservadores y la Iglesia misma, en este contexto de cambios, reacomodos y nueva correlación de fuerzas".
Augura, sin embargo, que será muy difícil echar marcha atrás en los avances sobre el aborto que impulsó Rosario Robles, "pues las demandas de las mujeres, así como de otros grupos sociales, resuenan diferente en el proceso de democratización".
Agrega: "Por encima de lo que pase, el feminismo es ya un movimiento internacional consolidado, que obligó al presidente electo Vicente Fox a cambiar su discurso y deslindarse de las posiciones del PAN en Guanajuato, por ejemplo, durante su reciente gira internacional".
Los estudios de Adriana Ortiz en torno del aborto no son recientes, pues diez años dedicó a la investigación del trabajo que ahora la ocupa y que lanzará al mercado editorial bajo el sello de Edamex, el próximo mes. Pero antes había publicado Razones y pasiones en torno del aborto, que recoge la opinión de diversos actores políticos sobre el tema, incluido el dirigente de Pro Vida, Jorge Serrano Limón.
A partir de su trabajo y su perspectiva histórica, la investigadora explica que el aborto ha sido, desde siempre, "instrumento de presión en las relaciones entre la Iglesia y el Estado, al punto que ningún grupo de poder, llámese gobierno o partidos políticos, se atrevió a tocar el tema luego de las reformas que impulsó Carlos Salinas de Gortari en 1990, cuando otorgó a las iglesias identidad jurídica".
Inmediatamente vino la ofensiva de los grupos antiabortistas en los congresos locales. "Nadie recuerda que a principios de los noventa, en Chihuahua, ya bajo el gobierno del PAN, se modificó el Código Penal para introducir el concepto jurídico de protección de la vida desde el momento mismo de la concepción".
Así, agrega que lo ocurrido en Guanajuato, con la iniciativa de reformas para penalizar el aborto incluso en casos de violación, fue resultado de un proceso que comenzó en 1998, cuando Fox aún era gobernador. "Ese año los panistas intentaron modificar el Código Penal y ahora, con el triunfo de su candidato, se sintieron seguros de lograrlo".
Pero no tuvieron en cuenta, dice, "el fortalecimiento del feminismo en el ámbito nacional, pues a partir de los noventa las mujeres de organizaciones acceden a apoyos internacionales que nunca habían tenido, lo que coincide con el auge de la sociedad civil y la irrupción de ambas fuerzas en los procesos políticos".
Todo lo anterior, sin embargo, no se tradujo en cambios importantes en el discurso de los políticos sobre el aborto, y así lo muestran las campañas electorales pasadas. "Pero el tema ya había dejado de ser subsidiario entre los actores de la sociedad civil, lo mismo que los derechos humanos de las mujeres".
Adriana Ortiz advierte que si bien el movimiento feminista tiene tras sí una fuerza histórica, ésta no se traduce en más influencia política o económica, por lo que está obligado a buscar aliados en las instituciones capaces de impulsar cambios en beneficio de las mujeres, de los cuales han carecido casi siempre.
Así, reconoce el papel que desempeñó la jefa de Gobierno del Distrito Federal para impulsar avances en la despenalización del aborto, pues se convirtió en vocera de una demanda histórica de las mujeres, desde su posición institucional.
"Fue la única que corrió el riesgo, pues antes las mujeres buscaron el apoyo del PRD y no lo obtuvieron en la medida en que lo esperaban, por el temor que siempre ha causado abordar y legislar en torno del tema".