DOMINGO 20 DE AG OSTO DE 2000

 


Ť Neil Harvey Ť

Los zapatistas sí están hablando

Para el desconcierto de algunos observadores del conflicto en Chiapas, el subcomandante Marcos ha guardado silencio ante los resultados de las elecciones del 2 de julio. A quien se le critica por sus extensivos comunicados, posdatas y etcéteras, ahora se le recrimina por su muda respuesta al triunfo de Vicente Fox y los candidatos de la Alianza por el Cambio. Resulta que Marcos no puede ganar. Si habla, es un impostor genial. Si se queda callado, es un intransigente automarginado. Pero, Ƒquién tiene el derecho de pedir que Marcos se presente en la forma que a uno le convenga? Realmente lo que les desconcierta a sus críticos no es el que Marcos se haya quedado callado, sino que no haya aceptado hablar en los términos del discurso de la transición foxista. La solución de los quince minutos no se va a dar, no porque Marcos sea intransigente sino porque el equipo de Fox todavía no capta la magnitud del conflicto en Chiapas, ni entiende que el zapatismo es algo más que Marcos.

Reducir la solución a un problema de contacto entre Fox y Marcos resulta preocupante porque pretende ignorar la historia de los diálogos de San Andrés, en los cuales el EZLN consultó con sus bases de apoyo en las comunidades y con amplios sectores de la sociedad civil y fue representado no por la persona de Marcos sino por los comandantes y delegados indígenas. Si el equipo de Fox realmente quiere saber lo que piensan los zapatistas en este momento, basta con visitar Chiapas, ver el grado de militarización y paramilitarización que hay, conocer de fondo los problemas de los desplazados, darse cuenta de la voluntad de participar en las elecciones, si es que las fuerzas del viejo régimen las respetan, hablar con las mujeres indígenas que sufren el hostigamiento sexual de las 'fuerzas del orden' y apoyar a los que construyen, desde las comunidades, la defensa de los derechos humanos. Esto sería el paso más importante en la construcción de la democracia en Chiapas.

Desde el 2 de julio hasta la fecha estos agravios, demandas y anhelos han estado presentes en las acciones y palabras de muchos indígenas en Chiapas, y no solamente entre los zapatistas. Bastan algunos ejemplos: las denuncias en contra de la práctica de compra de votos el 2 de julio; el desalojo de los indígenas en el Paraíso, municipio de Yajalón, perpetrado por el grupo paramilitar Paz y Justicia; la tardía reacción de las fuerzas policiacas a dicha agresión; las amenazas de desalojos similares en varios otros puntos del estado, notablemente en la zona norte; las calumnias en contra de los observadores de las elecciones para gobernador el 20 de agosto; la denuncia (que ya cumplió un año) de los indígenas del ejido de Amador Hernández en el sentido de que la base militar asentada en su comunidad es ilegal y se debe retirar; la demanda de libertad que mantienen los indígenas que siguen presos en Cerro Hueco por motivos políticos; los anhelos de que, con el cambio a nivel nacional, se presente una oportunidad para responder a estos agravios y demandas, pero también la incertidumbre de si los nuevos gobernantes tendrán la capacidad y la voluntad para hacer de estos anhelos una nueva realidad para Chiapas y el resto del país.

El zapatismo está presente, aunque no en la forma sumisa, marginada o desgastada que algunos piensan o quizás quisieran. El zapatismo tampoco es reductible a la figura de Marcos. Así que, si de construir la paz con dignidad y justicia (ambos elementos fundamentales de la democracia) se trata, el equipo de Fox tendrá que hacer un mayor esfuerzo para escuchar a los zapatistas tal y como son y no obligarlos a hablar en los términos que más le convenga a la nueva elite política. El único camino para lograr este fin es el diálogo, el cual necesita como condiciones básicas la desmilitarización y la creación de nuevos canales de mediación.

Los zapatistas están hablando, Ƒse les escuchará?