SABADO 19 DE AGOSTO DE 2000

Servirá a 6 mil habitantes de una comunidad indígena


Una biblioteca para el Balsas

Claudia Herrera Beltrán Ť Hace seis meses, cuando Gloria Verges, maestra de español en Burdeos y presidenta de una organización no gubernamental francesa, llegó a la región del Alto Balsas de Guerrero, no sabía ni por dónde empezar para ayudar a los indígenas de 36 deprimidos pueblos nahuatlacas.

Se encontró con un "desierto", como define las condiciones en que crecen los niños del Alto Balsas: pocos van a la escuela (seis de cada diez, según los profesores); los que estudian lo hacen en aulas ruinosas, entre sillas y mesas desvencijadas, las clínicas son escasas y las casas precarias de adobe y bambú.

Al principio hubo resistencia ante la insistencia de la presidenta del Comité Burdeos de la asociación Francia-América Latina de poner en marcha un proyecto de colaboración, pero finalmente las señoras aceptaron reunirse y discutir cómo podían trabajar juntas.

Pero la gente del Alto Balsas no pensó mucho qué necesitaba. Hacía falta una biblioteca, coincidieron la mayoría de los pobladores reunidos en asamblea. La profesora francesa y su grupo consideraron que era una excelente propuesta y se pusieron a trabajar para crear una biblioteca itinerante que permaneciera una semana en cada comunidad.

Pero la desconfianza regresó y hubo gestos de guerrero-ni–as molestia de los guerrerenses. "La gente estaba preocupada por el futuro de los libros, dónde iban a ir después y qué iba a pasar con sus hijos cuando se quedaran sin sus textos", cuenta la profesora y fundadora de esta organización no gubernamental.

El problema se resolvió pronto. "Nos dimos cuenta que nos equivocamos al pensar que podíamos hacer un librero itinerante, porque cada pueblo quería resguardar sus libros". Y fue así como nació el proyecto de la biblioteca de San Agustín Oapan, la primera de 39, que será inaugurada este 27 de agosto, tras una intensa campaña de recaudación de fondos entre los mismos nahuas y amigos de Francia y México, como los escritores Carlos Montemayor y Pago Ignacio Taibo II.

Y es que al principio hubo complicaciones, pero se superaron, platica Verges. Aunque los visitantes llegaron con recomendaciones del antropólogo na-hua Eustaquio Celestino Solís, los lugareños se mostraban reservados. El dueño del hotel que acogió a Verges y su equipo en una ocasión se manifestó extrañado de que estuvieran en una zona de Guerrero que no interesaba a los turistas. "ƑPor qué no se van a Acapulco o a Zihuatanejo?", les preguntaba.

Pero los activistas -que lo mismo han estado en Chile y Argentina ayudando a recuperar la memoria de los crímenes de la dictadura o en El Salvador impulsando proyectos educativos después de la guerra, no desfallecieron e insistieron en que podían contribuir con los 60 mil indígenas que viven en esta región y que llevan siglos defendiendo sus derechos humanos y su cultura, y que en 1990 se agruparon en una de las organizaciones más sólidas del país: el Consejo de Pueblos Nahuas del Alto Balsas.

De visita en México para ultimar los detalles de la inauguración de la primera biblioteca de San Agustín, Verges, quien tiene fuertes lazos con América Latina desde su época universitaria, cuando decidió estudiar Letras Españolas por la influencia de su padre, refugiado español en Burdeos, platica de lo que en principio parecía irrealizable.

-ƑA cuántos habitantes va a beneficiar esta biblioteca?

-A 6 mil habitantes, pero también a los habitantes de las comunidades vecinas. La idea es que en el futuro los 60 mil indígenas que viven en cada pueblo puedan tener su propia biblioteca.

-Cualquiera pensaría que en el año 2000 contar con una biblioteca es...

...Obvio. Pero no solamente el hecho de que haya bibliotecas, sino que haya políticas que propicien que para la comunidad tenga sentido contar con un espacio así, donde el niño pueda sentarse a leer y escribir. A eso se debe nuestra preocupación por hacer que consideren a este espacio como suyo y se responsabilicen de él porque nosotros no podemos enviar dinero ni ocuparnos de la biblioteca siempre. Lo tienen que hacer suyo.

-ƑCómo se lo pueden apropiar?

-Formamos como bibliotecarias a dos jóvenes originarias del pueblo. Les pagamos sus estudios en la Universidad Autónoma de Guerrero con la idea de que en el futuro ellas formen a otros.

-Como todos hablan náhuatl, Ƒva a haber libros en esa lengua?

-Ese punto nos sorprendió. Con nuestro concepto francés pensamos que debía haber libros en náhuatl, pero resultó que en la lista que ellos mismos elaboraron no hay un solo texto en esa lengua porque la educación que reciben es en español, además necesitan apropiarse del idioma para integrarse y comprender mejor el mundo que los rodea. Y no es que nieguen su cultura, porque tienen sus tradiciones y sus fiestas, además es una sociedad muy solidaria. No hay una persona que pueda estar fuera del grupo ni para construir su casa ni para la boda de su hija. Pero tienen necesidad de integrarse al mundo moderno.

-Habrá quien piense que la educación en primaria está resuelta con los libros de texto gratuitos

-Hacen falta libros de consulta para que los niños aprendan a leer no solamente los temas de sus asignaturas, sino historias, querer contarlas, desarrollar su imaginación y su deseo de soñar, de conocer otras cosas. También necesitan jugar y por eso les vamos a llevar material didáctico.

"Algo curioso que nos sucedió fue que cuando llevamos los muebles la gente se sorprendió. Los amigos franceses que los compraron enviaron mesas chiquitas bajitas y banquitos como los que hay en las preprimarias de Francia. Pero la gente se preguntó qué sentido tenía llevar muebles tan chiquitos y les dijimos que los niños de tres o cuatro años deben leer libros de imágenes. Y es que para los índígenas, el fenómeno de la lectura empezaba con la escuela primaria".

Por lo pronto, la biblioteca va a contar con 400 libros, pero no es suficiente; faltan volúmenes y poner en marcha otras instalaciones en el resto de los pueblos, manifiesta con preocupación la organizadora de este plan que hasta ahora ha movilizado a miles, pero que necesita a muchos más. Quienes se interesen en donar libros o aportar recursos pueden hablar con Eustaquio Solís al número telefónico 55 19 53 63.