SABADO 19 DE AGOSTO DE 2000
Ť Hoy se suma a la operación de rescate el minisumergible británico LR-5
En picada, la imagen de Putin por el accidente del submarino Kursk
Ť Reconoce la armada rusa que la ayuda extranjera es la única esperanza para salvar a los marinos
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 18 de agosto Ť Con recursos técnicos inadecuados para la magnitud de la tarea, hoy fue otro día perdido en los esfuerzos por rescatar a la tripulación del submarino nuclear ruso Kursk, y sólo hasta este sábado podrán sumarse a la operación el minisubmarino británico LR-5 y buzos noruegos.
Cuando ya era insostenible seguir echándole la culpa del fracaso de las operaciones de rescate a las pésimas condiciones climáticas, que mejoraron este viernes, el vocero de la armada, Igor Dygalo, admitió esta noche por primera vez que es prácticamente imposible acoplar los batiscafos de rescate rusos, debido a que están dañadas las dos escotillas del submarino.
La única esperanza que queda es intentar ensamblar el minisumergible británico, que tiene un margen de maniobra mayor que sus similares rusos, con la ayuda de buzos noruegos, debido a que la flota de Rusia carece de personal y equipos capaces de realizar esa tarea.
Sin embargo, la autosuficiencia del gobierno ruso, apoyada tal vez en información falsa por parte del alto mando de la armada, parece haber jugado un papel de- terminante para que la ayuda foránea llegue, probablemente, demasiado tarde.
Los socorristas extranjeros tendrán que enfrentar un nuevo problema. El almirante Viacheslav Popov, comandante de la flota del norte, mesuró esta tarde las expectati vas de un desenlace exitoso al reconocer que los cálculos de sobrevivencia de la tripulación se basaban en datos erróneos sobre la presión en el Kursk, que según las más recientes exploraciones es mucho más alta de lo previsto inicialmente.
Son pocas las posibilidades de encontrar a alguien con vida, pero aún se cree en el milagro de que haya sobrevivientes entre los 118 tripulantes atrapados en el fondo del Mar de Barents.
Sólo hasta hoy, una semana después del accidente, se conoció la lista completa de la tripulación, que se mantenía en secreto a pesar de la angustia de familiares y compañeros de los marinos, teniendo en cuenta que cada submarino ruso tiene dos tripulaciones, una que sale al mar y otra que se queda en tierra de reserva.
Pero no fue el alto mando la fuente que proporcionó la lista. Lo hizo un periódico de Murmansk, que explica en su primera plana que un oficial del estado mayor de la armada, en un episodio que confirma la degradación de la flota rusa, le vendió la relación de tripulantes por el equivalente a 650 dólares estadunidenses.
Ahora filtraron al diario Segodnya la versión de que el accidente pudo deberse a una colisión con un submarino estadunidense y, para darle mayor veracidad, dejaron que se sepa que el director de la Agencia Central de Inteligencia, George Tenet, se encuentra en Moscú desde el jueves, información que se vio obligada a confirmar sin detalles la embajada de Estados Unidos en Moscú.
Sin embargo, la presencia aquí de Tenet estaba planeada con meses de anticipación, dentro del habitual intercambio confidencial de visitas de alto nivel entre los servicios de espionaje ruso y estadunidense.
Por otro lado, Estados Unidos desmintió de nuevo la versión del choque de los submarinos. En lo único que coinciden Washington y Moscú es en que hubo una fuerte explosión en el sumergible; según los rusos, como consecuencia de una colisión, y según los estadunidenses, por una falla técnica o el impacto de un proyectil.
A estas versiones se ha sumado la información del Instituto Sismológico de Oslo, según el cual el sábado se registraron en la zona del accidente dos explosiones, de una magnitud 3.5 en escala de Ritcher.
Mientras, tras haber recibido un vendaval de críticas en la prensa local, que no escatimó calificativos como "gran miserable", "gran mudo" y "veraneante en tiempos de desgracia", el presidente Vladimir Putin, bronceado tras una semana de playa, reapareció hoy ante las cámaras de televisión para anunciar que decidió suspender sus vacaciones y regresar por la noche a Moscú.
Putin intentó una justificación, tardía y torpe, de sus razones para guardar silencio durante cuatro días y permanecer en Sochi.
"La llegada a una zona de desastre de gente que no es especialista, de funcionarios de alto rango, no ayuda, sino más bien interfiere", afirmó quien ostenta también el título de comandante en jefe de las fuerzas armadas rusas y tiene bajo su responsabilidad el llamado botón nuclear.
La actitud del mandatario, catalogada de "gravísimo error" por Mijail Gorbachov, último presidente de la desaparecida Unión Soviética, y de "amoral" por el líder de la Unión de Fuerzas de Derecha, Boris Nemtsov, entre otros políticos que arremetieron contra Putin, ha tenido fuerte incidencia negativa en su índice de popularidad, y según los más recientes sondeos, 85 por ciento de los participantes opina que su prestigio "se dañó de manera irremediable".
Mientras el almirante Vladimir Kuroyedov, jefe de la armada, hace poco insistía todavía en que Rusia tiene todo para restablecer su presencia en el Mediterráneo y volver a ser reconocida como potencia naval, se le fue a pique su submarino nuclear más moderno y demostró carecer de los recursos para rescatar su tripulación.
Pocos conocen mejor el estado de deterioro de la flota rusa que Valentín Pashin, director del Instituto de Investigaciones Navales de la Academia de Ciencias de Rusia.
Pocos días antes del accidente del Kursk, ofreció un diagnóstico estremecedor sobre la armada rusa: "En 1989 (a dos años de la desintegración de la Unión Soviética), la armada rusa recibió 78 submarinos, buques de guerra y embarcaciones auxiliares nuevos; en 1995, ya sólo 11; en 1996, ocho; en 1997, seis, y en 1998, cuatro".
Reveló en una entrevista con Krasnaya Zvezda, órgano del Ministerio de Defensa de Rusia, que el pasado miércoles fue retirada de su página Web, que "a ese ritmo, para el año 2010, la armada no tendrá más de cien o 120 embarcaciones de todos los tipos frente a las más de 300 que posee actualmente Estados Unidos, sin contar las que pueda llegar a tener el país americano para entonces a partir de un financiamiento que, "hoy por hoy, es 25 veces superior al nuestro", agregó el experto.
El pesimismo de Pashin es compartido por el coronel Víktor Baraniets, ex secretario del Ministro de Defensa ruso y reciclado como analista militar del diario Komsomolskaya Pravda, quien en marzo pasado dio a conocer que en 1999 la armada solicitó ocho nuevos submarinos de guerra y sólo obtuvo uno.