SABADO 19 DE AGOSTO DE 2000
Ť Muestreo levantado entre 193 especialistas
Médicos de alto nivel, por la despenalización parcial del aborto
Ť Malformación y enfermedades genéticas, causales relevantes
Blanche Petrich Ť Seis de cada diez médicos del más alto nivel en México consideran que el aborto, en casos de malformación del producto, debería ser despenalizado. Entre ocho y nueve de cada diez estiman que, en caso de enfermedad genética o letal -como la anencefalia, entre otros padecimientos-, la interrupción voluntaria del embarazo debería ser legal.
El muestreo, elaborado entre un conjunto de 193 internistas, pediatras, ginecólogos y neurólogos de cuatro institutos nacionales de salud -más de la mitad de ellos católicos creyentes y todos ellos considerados por su excelencia líderes de opinión entre la comunidad médica-, no representa, según el director de Investigaciones del Instituto Nacional de Nutrición, Rubén Lisker, un criterio representativo. "Pero sí un indicio muy importante" sobre el sentir de una parte de la sociedad.
"El otro indicador -agrega el galeno- es la realidad: un millón de mujeres abortan en la clandestinidad cada año".
Declarado "a favor" de la iniciativa del Gobierno del Distrito Federal de ampliar en el Código Penal las causales para abortar legalmente, el genetista Lisker, quien también es médico emérito del Sistema Nacional de Investigadores, subraya que esta causal atañe a una muy pequeña franja de los embarazos regis- trados en el país, menos de 5 por ciento, que son los que registran enfermedades in utero graves. La ciencia genética tiene identificadas más de 5 mil enfermedades de este tipo. Y en la medida en que más se conoce sobre el genoma humano, se podrán determinar cada vez un mayor número de enfermedades y padecimientos prenatales, añade.
La de Rosario Robles, expresa, "es una iniciativa destinada a evitar el sufrimiento humano, de seres que pueden nacer con una calidad de vida muy inferior a la que se merecen".
Por la vida y contra el sufrimiento previsible
"Yo también estoy a favor de la vida". Pero el aborto en casos extremos -añade- "es un mal necesario". Lisker es maestro de varias generaciones de genetistas mexicanos. Fue director de la Asociación Mexicana de Genética, y ha presentado la encuesta Actitudes de médicos mexicanos ante el aborto inducido en diversos foros internacionales. Recuerda que cuando la investigación se dio a conocer por prim era vez en un congreso internacional, un médico preguntó incrédulo: "ƑPero seguro eran mexicanos los médicos encuestados?". Lisker ironiza: "Pues ni que fueran marcianos". Admite que el médico que trabaja cerca de esos casos es más sensible, "porque vive el problema de la persona que sufre."
Señala que la interrupción del embarazo es un problema de salud grave que no tiene más de dos soluciones: o se despenaliza o se construye un soporte social tan amplio que sea capaz de hacerse cargo de ese millón de niños no deseados.
Informa que de las malformaciones genéticas graves en México la más frecuente es el llamado síndrome de Down, que se produce por la conjunción de 47 cromosomas en lugar de 46. Tiene en el país una incidencia de uno entre cada 680 nacimientos.
Sobre las posibilidades que tiene la población de contar con un diagnóstico prenatal, Lisker refiere que en las principales ciudades de México hay centros de genética que aplican diagnósticos prenatales a la mayoría de las mujeres con embarazos de alto riesgo. Cuando se detecta alguna anormalidad, ya sea mediante el análisis del líquido amniótico o de las células vellosas coriónicas (los métodos más recurridos), "las mujeres con recursos pueden optar entre dos posibilidades: continuar con el embarazo o interrumpirlo, pagando el costo de un aborto seguro e higiénico en la clandestinidad. Las mujeres sin recursos no tienen esas dos opciones ante sí".
Fuera del síndrome de Down y la anencefalia, las otras enfermedades genéticas son muy aisladas. Cita la fibrosis quística del páncreas. En este caso los niños portadores de ese mal sobreviven con una muy pobre calidad de vida. Acumulan moco en páncreas y pulmón; estos órganos se corroen gradualmente y los bebés no sobreviven más de dos años.
Señala que en México no existen, afortunadamente, incidencias y síndromes de tipo étnico. Menciona dos ejemplos que existen en otras latitudes. Una, la anemia mediterránea, que abunda en los países de la cuenca del Mediterráneo, y que se puede diagnosticar in utero a parejas con riesgo. Existe el antecedente en Cerdeña, una isla con población mayoritariamente católica. Según datos de 1990, de entre mil 544 parejas con ese riesgo en los dos padres portadores, y de 812 parejas con un hijo anterior con la enfermedad, sólo uno por ciento decidió no abortar. Y de ese porcentaje, sólo 20 por ciento adujo razones de oposición al aborto.
Otro caso es la anemia africana, frecuente en Cuba entre parejas étnicamente de origen africano.
Entre los judíos ashkenazi es frecuente el mal de Tay-Shaks, diagnosticable antes del nacimiento. Los pequeños nacen sanos pero mueren antes de los cuatro años. En la religión judía, entre los ortodoxos, hay una férrea oposición al aborto, no así entre los reformistas. "Estas son las enfermedades graves -precisa el genetista-. No estamos hablando de decidir un aborto en caso de mujeres propensas genéticamente a desarrollar cáncer, ni por paladar hendido, labio leporino o nacer con un dedo de más. Eso no es razonable".
ƑJugar a ser Dios?
-Los críticos al aborto señalan que es un poco jugar a ser Dios, o que se trata de una discriminación al discapacitado por enfermedad genética, esta reglamentación...
-Es injusto decir eso. No se trata de una falta de respeto al vivo, sino tratar de facilitarle la vida a quien va a nacer. Puedo entender el deseo de tener un hijo, a pesar de evidencias de que nacerá con discapacidades graves. Eso lo entiendo y respeto. Pero entiendo y respeto también la posición contraria, el no desear parir un hijo así. Pero no le toca al médico actuar conforme a su deseo o convicción. Eso lo deciden los padres".
La realidad, comenta, es que la mujer y el médico que practica un aborto actúan bajo una gran presión, y pueden ir a dar a la cárcel. "Pero también sabemos que el Estado se hace de la vista gorda. Lo cual nos habla de que la penalización del aborto es una ley absurda que hay que revisar".
-ƑDónde está la frontera entre lo que científicamente puede llamarse una calidad de vida pobre o pésima, y una no tan grave?
-Muy buena pregunta. No tengo la respuesta. Podría decir, si acaso, que en la anencefalia la calidad de vida es inexistente. O las enfermedades en las que el niño no sobrevivirá los dos años. Entre las aceptables, citaría el síndrome de Turner, cuando una mujer nace con un número de cromosomas X menor. Serán bajas de estatura y estériles, pero llegarán sanas a la edad madura. Lógicamente, en este caso no estamos hablando de atenuantes para practicar un aborto legal.
En 1993 Lisker participó en el primer Congreso de Bioética de la Unesco. Los científicos se propusieron desde el primer día que el único tema del que no iban a hablar era el aborto. Hasta la fecha se sigue sin discutir en ese tipo de foros el tema, ante la imposibilidad de llegar a consensos. Está convencido que en la actualidad sólo en pequeños foros, donde los participantes tengan disposición a escuchar y no tengan una idea comprada de antemano, es posible discutirlo. "La ciencia ha rebasado con mucho a las sociedades en el debate sobre este tema, históricamente rezagado".
-Es un grave problema de salud pública sobe el cual las autoridades de salud no se pronuncian.
-Sí lo hacen. Hace algunos años Juan Ramón de la Fuente, como secretario de Salud, pidió que se abriera el debate. Luego guardó silencio. Yo creo que su jefe le mandó callar.
Encuesta sobre el tema
La encuesta citada por el doctor Rubén Lisker, publicada en agosto de 1996 por el International Journal of Gynecology and Obstetrics: Actitudes de médicos mexicanos hacia el aborto inducido, de la autoría de Lisker y tres médicos más (E. Casanueva, A. Carnevale y E. Alonso).
Respondieron el cuestionario 193 médicos, 58 de ellos de los institutos nacionales de Nutrición y de Pediatría, seleccionados de manera aleatoria.
Del Instituto Nacional de Perinatología participaron los 50 médicos de su planta y los 27 del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía. De Nutrición respondió 94 por ciento; del de Pediatría, 99 por ciento. El ciento por ciento de Nutrición respondió, y 84 por ciento de Neurología.
El aborto voluntario fue aprobado por 15 por ciento de los encuestados. Internistas y pediatras tuvieron mayor índice de respuestas afirmativas que los obstetras y neurólogos.
Aborto por la presencia de un feto con malformaciones fue considerado aceptable para el 60 por ciento. Médicos mayores de edad, no religiosos e internistas aceptaron en mayor porcentaje esta posibilidad.
El aborto en caso de enfermedades muy graves o letales fue aceptado por 93 por ciento de los médicos. Especialistas mayores e internistas tuvieron más respuestas positivas que especialistas muy jóvenes, religiosos o neurólogos.
El artículo refiere otra encuesta anterior (1994), realizada entre obstetras, en la cual sólo 6 por ciento se pronunció a favor del aborto voluntario, aunque 59 por ciento aceptarían practicarlo en casos de malformación no especificada del producto, y 99 por ciento en diagnósticos de anencefalia.
En el caso del aborto voluntario, la religión juega un papel determinante. El 7 por ciento de médicos religiosos aceptan el aborto, en contraste con 38 por ciento de no religiosos.
Estas diferencias, sin embargo, desaparecen ante la presencia de fetos que presentan anormalidades diversas. Ahí desaparecen los criterios religiosos para dar paso a la opinión médica.