VIERNES 18 DE AGOSTO DE 2000
Ť Hubo una época en que robaron a los pintores sus temas personales, dice
Juan Soriano llega hoy a sus ocho décadas; "no me siento viejo"
Ť El maestro desconoce cuándo nacieron sus padres; en su casa nunca celebraban los cumpleaños
Merry Mac Masters Ť El "niño de mil años" apenas lleva 80.
A pesar del "susto" tan anunciado, Juan Soriano ha arribado a sus ocho décadas y, además, muy festejado. Si hoy no piensa hacer "nada" fuera de ir al Museo Nacional de la Estampa, donde por la noche será inaugurada su muestra de gráfica, como nos dijo hace unos días, es porque la fiesta fue anoche.
Un amigo suyo también de hace un titipuchal de años "alquiló" el Museo Rufino Tamayo, donde se exhibe una retrospectiva de su obra pictórica y escultórica, para ofrecer una cena. Aunque la lista de invitados se hizo por mutuo acuerdo, y seguramente uno que otro quedó fuera, el designio era pasarlo "muy bien". El maestro ya saboreaba el menú preparado por Marcela Almada y María Céspedes, consistente en un mosaico de salmón con crujiente de papas, sopa de frijol con sus adornos muy mexicanos, filete de res con hongos silvestres y cebollitas de cambray, e isla flotante con crema de vainilla.
Si Soriano no piensa hacer nada hoy es porque "nunca en mi vida he tenido la costumbre de festejar mi cumpleaños. En mi casa no había esa costumbre. No sé qué día nació mi padre, ni mi madre. No sé bien las historias de las dos familias. Sé que mi padre era sobrino de un cura y que mi abuela tenía 12 hermanas, o sea que eran trece mujeres, cosas así, pero nunca he sabido cómo eran realmente.
"Mi padre hizo una sola fiesta muy grande --yo era niño--, pero se enojó y la terminó a balazos, como era la moda de entonces. Estaba la gente de Jalisco muy exaltada con la guerra cristera. Entonces, con cualquier motivo, la gente en una reunión sacaba la pistola y mataba."
--Espero que su fiesta no acabe a balazos.
--Pues, aquí no se usa ahorita la pistola (ríe). Sería muy bonito que mataran a todos los otros pintores y quedar yo el único, el más viejo, que se les quitara la ilusión que tienen de ir a mi entierro (ríe).
Fecha sin importancia, considera
--ƑSería su regalo de cumpleaños?
--Si, el regalo de cumpleaños. Entonces, te digo para mí no es fecha importante porque, aunque he vivido todos mis años con mucho gusto y placer cuando me dijeron que eran 80, me asusté, porque: cómo que 80. Se me hizo como muy pronto. No me siento viejo y creo que nadie. Bueno, te sientes mal de algunas cosas. Vas caminando y ya te cansas. O has trabajado diez horas en una escultura, todo el dia, y de repente dices: ya no puedo ni un minuto más. Pero sí son diez horas de trabajo que todavía es un récord para 80 años.
"Antes no me pasaba, como es natural. Desde muy joven era muy endeble de físico, muy delgado, me desmayaba, era muy nervioso, pero era muy resistidor al mismo tiempo. Resistía muchas horas de trabajo, o de fiesta, pero como me gustaba mucho la vida, decidí quitar parrandas porque me gustaba más trabajar, investigar. Si me cansaba de algo y ya no tenía ganas de seguir trabajando, inmediatamente salía, que una pieza de teatro, que hacer unos grabados para un libro de poemas y ya tenía que aprender otra técnica, trabajar con otros instrumentos. Todo eso me daba un empuje y seguía, adonde llegara. Podía estar en Roma, en París o en un pueblo cercano, y siempre encontraba dónde trabajar."
Desde principios de año, Juan Soriano ha sido objeto de un homenaje nacional que lo ha traído del Zócalo al Palacio de Bellas Artes, al Museo Tamayo, a diferentes entidades de la República, y lo que falta. Sobre las diez esculturas que expuso en la Plaza de la Constitución, y actualmente se pueden ver en el patio de Palacio Nacional, el cumpleañero dice:
"Hacer la escultura en el Zócalo es una idea que me obsesiona de sde hace muchos años. La pintura, la escultura, todo lo que es arte, la danza y la música, la gente lo toma como algo especial y fuera casi de la vida. A mucha gente le da pena entrar a un museo. Luego: 'no toque, no se acerque, hágase para allá'. Muchas cosas como de separar."
Recuerda, no obstante, que "todas las ciudades no las hicieron ni los tigres, ni los halcones, ni las ballenas, ni las pulgas, ni las ladillas, sino los hombres con su ingenio. Y no tenían más que sus manos y encuerados, porque así nacemos".
Sensible al arte prehispánico desde niño, Soriano tiene un especial recuerdo de lo popular: "Todos los domingos me compraban objetos de barro, caballos, leones, mulitas, muchos hechos en Tlaquepaque. Me los llevaba a mi casa y estaba toda la semana moviéndolos y, claro, se rompían, pero no me importaba porque el domingo próximo me compraban otros. Para un niño ir al mercado los domingos era maravilloso porque había montones de juguetes. El pasar de la vida se reflejaba..."
Este pensamiento lo lleva a decir que en la obra de alguna manera también se ve reflejada "la vida íntima de uno, aunque no sea autobiográfica su pintura. No sale allí que te pegó tu papá o que tuviste una desilusión amorosa. Pero salen las tempestades que eso provocó. A esas reflexiones tienes que darles forma. Si eres pintor las das con colores e imágenes pictóricas, si eres poeta con palabras, si eres bailarín con danza. También los conflictos con tu grupo.
"El conflicto más grande que tuve fue con mi familia (padre, madre y cuatro hermanas) porque era el único hombre. Siempre había más mujeres que hombres. Eso provocó un conflicto muy fuerte en mí. No tenía hermanos, ni amigos hombres. En la escuela me odiaban los otros niños porque era muy tímido o demasiado agresivo o inteligente para ellos. No es que mi inteligencia fuera mayor que la de ellos pero como estaba mucho tiempo solo reflexionaba en todas las cosas. Ellos no porque siempre estaban en grupos haciendo cosas que los distraían.
"Me iba, me sentaba y pensaba en un libro que había leído o por qué siempre me perseguían, por qué no me aceptan como soy si dicen que me estuvieron esperando y fui el último en nacer y fui hombre como ellos querían. Por qué no me dejan vivir. Eso me obsesionó mucho tiempo.
"De grande entraba a un lugar y sentía miedo porque inmediatamente había alguien que me aventaba algo o se burlaba de mí. Estaba inseguro porque mi familia me había hecho así. Cualquier cosa que hacía estaba mal. Y, por qué lees ese libro, lee ese otro. Leía el otro y 'no lo entendiste'. Cuando empecé a tener uno que otro amigo más cercano, era lo mismo, me quería dirigir.
"Así es ahora también. No se libra uno de eso. A mi edad unos quieren que viva en París todo el tiempo porque 'París sí vale la pena'. Digo, mira, París es una mierda comparado a México. Para mí la vida es bonita porque la hago bonita, porque hago una vida adecuada a mis gustos. Allí la gente roba más que aquí, hace cosas horribles con sus amigos, con sus semejantes, con su grupo político. Toda esa cosa de que París es el centro del mundo, es una maravilla, no es verdad. Hay lugares, hay gente, que son una maravilla. Pero Europa después de las dos guerras es una gente sin moral. No saben lo que es el amor, no saben lo que es la amistad. Es una vida muy austera, muy desagradable."
Una sola mirada
--En el contexto del homenaje nacional, Ƒcree que ha habido un nuevo miramiento hacia su obra?
--Ha habido, no uno nuevo sino un único miramiento porque durante mucho tiempo, hasta mis 70 años, no pude hacer escultura pública. La gente ha volteado a ver, no sólo a mí, sino también a los muralistas y a lo que fuera esa época de la que todo el mundo habla como si hubiera sido un renacimiento del arte mexicano o un nacimiento. Era todo lo contrario, paralizó casi a los pintores, los volvió nacionalistas y además les robó sus temas personales, sus motivos de vida. No se los puedes arrebatar porque acabas con el hombre y con el artista. La parte más grande del hombre es la que tiene de artista. La de científico es muy pequeña en comparación con la de artista. Además, siempre estás buscando en la gente sus rasgos bellos. Cuando tienes una idea política en medio, cuando tienes una idea que no es artística de verdad, empiezas a ver puros defectos en los demás."