VIERNES 18 DE AGOSTO DE 2000
Ť Horacio Labastida Ť
ƑEs el aborto un delito?
Fue victoria fundamental de la civilización sobre la barbarie, el acuerdo de la Asamblea Nacional Constituyente francesa (1789-1791) que proclamó la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, poco tiempo antes de que separara la Iglesia del Estado, confiscara las propiedades del clero y votara la constitución de 1791. ƑPor qué la Declaración tiene un valor trascendental en la historia? Porque a semejanza de lo hecho por el Segundo Congreso Continental en las antiguas colonias inglesas de América y su Declaración de Independencia (4 de julio de 1776), ésta y el otro documento dinamitaron por igual la intolerancia de las monarquías del siglo xviii y el dogmatismo de la Iglesia católica, abriendo puertas anchas a la libertad de conciencia personal y a las garantías que la apuntalan hasta el presente como avances de lo humano sobre la animalidad del homo sapiens.
El florecimiento de esa libertad de conciencia es conquista que nadie ha podido detener desde las tempranas simientes cultivadas en Inglaterra durante la Revolución Gloriosa del reinado de Guillermo de Orange, en los finales del siglo xvii, a pesar de los muchos obstáculos políticos y religiosos que han intentado asfixiar la autodeterminación ética del hombre, con el fin de metamorfosearlo en escarabajo, según la genial visión de Franz Kafka en su célebre cuento (1915), anticipación de lo propiciado en el siglo pasado por Mussolini y su marcha sobre Roma (1922) y Hitler, el canciller alemán (1933) transformado en führer al inaugurar el Tercer Reich. Sin embargo, pensar libremente, creer libremente, escribir libremente y no ser penado sin derecho de audiencia, sobrevivieron. Mussolini acabó colgado de un poste, Hitler se suicidó y Stalin prendió la mecha que hizo estallar el socialismo soviético con la ayuda del aprendiz de brujo Gorbachov y del aplastante Yeltsin. Hoy, Putin preside el Estado gansteril ruso sustituto de la Revolución de Octubre.
Las lecciones de la historia son claras, sencillas, en los términos exigidos por René Descartes (1596-1650), y por tanto tendrán que encaminarnos a la percepción de la verdad. La batalla entre la libertad y la imposición no es ajena a lo sucedido en México desde que ingresamos a la historia universal (1810-21). Los gritos libertarios han sido combatidos igual que en el resto del mundo, por intereses faccionales muy bien perfilados en los poderes económicos y políticos. Calleja acabó con la insurgencia del mismo modo que Santa Anna y Porfirio Díaz, con los proyectos liberadores de 1824 y 1857, y el presidencialismo autoritario de la posrevolución defenestró la aspiración libertaria de la Revolución (1910-1917), sin que la tragedia hundiera la ya secular demanda popular de justicia y libertad. Y ahora que los pinochetistas legisladores de Guanajuato decidieron considerar acto criminal el aborto de la mujer violada, el tema ha desatado, como ayer, a los parciales de la intervención en la conciencia libre de la mujer. Filtrarse desde fuera en la conciencia personal para inducir decisiones ajenas a la libertad moral, es totalitarismo provenga de donde provenga, y es aquí donde saltan las indignaciones que causa el avasallamiento del hombre. En la sustancia de los derechos humanos está la libertad de optar por soluciones propias de la conciencia moral, de acuerdo con la convivencia democrática que ha buscado conjugar fraternidad, libertad e igualdad; y entonces la conclusión es evidente: sólo a la mujer corresponde en plenitud la facultad de decidir el alumbramiento o no alumbramiento del producto que guarda en sus entrañas; por sobre la vasta complejidad de las variables implicadas en la reproducción de la especie, determinante es que el hijo sea fruto del amor y no de la vergüenza, la humillación o el desamor. Nadie se atreverá a negar que el amor se fragua en la libertad de conciencia y no en la opresión enajenante. En suma: la maternidad por esencia pertenece a la moral y está sujeta únicamente al tribunal de la libertad de conciencia. No pensar así es totalitarismo.
ƑAcaso la libertad es acto criminal?