JUEVES 17 DE AGOSTO DE 2000

Guerras y religión

 

* Jean Meyer *

EL BANCO MUNDIAL ACABA DE DAR a conocer los resultados de su investigación sobre las causas de 73 guerras civiles en los últimos 35 años. Curiosamente, esos economistas retoman una vieja tesis del marxismo "vulgar", según la cual la guerra civil o internacional obedece a motivos económicos: los banqueros y marchantes de cañones detrás de la Primera Guerra Mundial, el capital alemán detrás de Hitler, etcétera... Hoy en día nos quieren convencer, con el ejemplo de los diamantes en Sierra Leona y Angola, del petróleo en Angola y Nigeria, de las minas del Congo, de que los intereses materiales son decisivos.

Como dice José Vidal-Beneyto (El País, 15 de julio), "se empeñan en negar la extraordinaria importancia de la radicalización de las identidades colectivas y de los integrismos nacionalistas en el origen de todos los conflictos comunitarios actuales". Nadie se atreverá a decir que detrás de ETA se encuentra el gran capital vasco, creo yo. Tampoco a negar el papel decisivo ųno digo que exclusivoų de la religión en ciertos conflictos.

El integrismo sin freno es un elemento importante en la sangría permanente que afecta Argelia, sin que se niegue la intervención del peso de la historia (la guerra de independencia fue atroz tanto en su dimensión franco-argelina como en su dimensión de guerra civil), o de la política (el FLN vencedor en 1962 que se adueña del poder e imposibilita la democracia). El enfrentamiento entre Islam y cristianismo en África y Asia, desde Sudán hasta Filipinas, pasando por Indonesia, incluye también enfrentamientos étnicos, crisis política, intereses económicos; sin embargo es esencial.

La religión ha sido a lo menos un marcador en las guerras de Líbano, de Bosnia-Herzegovina, de Croacia, de Kosovo, de Chechenia. ƑQué decir del terrible conflicto poco mencionado por los medios de comunicación de las islas Molucas, esa provincia de Indonesia? En un año, 10 mil personas han perecido y 350 mil han sido desplazadas. Hace 20 años la población isleña era en su mayoría cristiana en un país musulmán en 85 por ciento. La gran "transmigración" organizada por el régimen de Suharto redujo los cristianos moluqueños a ser 40 por ciento de la población de lo que era su provincia. La violencia tomó un tono religioso cuando el gobierno eliminó a los cristianos de la administración. Luego vinieron de la gran isla de Java los comandos paramilitares del grupo Laskar Dzhihad, según el esquema sufrido anteriormente por Timor Oriental. Algunos dicen que trabajan para el sector militar que intenta desestabilizar al presidente Wahid.

La violencia no ha hecho más que crecer y el ejército chantajea al presidente con la posibilidad de que Indonesia se hunda en una pesadilla balcánica. Al mismo tiempo, la policía y el ejército se declaran incapaces de contener la violencia "islámica" en las Molucas. El reciente naufragio de un buque que llevaba cientos de cristianos en una huida desesperada no llamó especialmente la atención del mundo. A fines de julio, el jefe nacional de la policía indonesia tuvo el valor de decir que una intervención internacional bien podría ser necesaria para poner fin al conflicto.

Un grupo terrorista musulmán nos señaló la existencia de Mindanao; en Pakistán los cristianos sufren persecución; en Nigeria del norte son pe-riódicamente masacrados, lo que provoca represalias contra los musulmanes en el sur cristiano; en Sudán cristianos y animistas sufren una interminable y violenta islamización y arabización. *