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México, D.F. miércoles 16 de agosto de 2000
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Editorial

ESTADO SIN BIENESTAR

SOL Cuando las autoridades gubernamentales empiezan a reconocer la gravedad de diversos problemas, quiere decir que la situación es mucho más delicada. Llega un momento en que la crudeza de la realidad hace imposible su disimulo.

Cuando el secretario de Trabajo, Mariano Palacios Alcocer, expresa su preocupación por el futuro de miles de trabajadores de las industrias hulera, azucarera y de la petroquímica secundaria, significa que están encendidos los focos rojos del desempleo en áreas productivas íntimamente vinculadas con el Tratado de Libre Comercio, es decir, con la globalización económica en donde la eficiencia y el valor de los flujos de capitales han puesto en segundo lugar al ser humano y al empleo en México o en Europa o en Asia o en donde sea.

México tiene, entre sus letreros de oferta para los globalofílicos, la frase 'mano de obra barata' pero al parecer eso no es suficiente. El mundo está lleno de mano de obra barata. Además, la competencia desleal, el siempre negado, pero real, proteccionismo estadunidense, así como también las pujas por los costos-beneficios de las industrias, en un mundo de capitalismo desalmado, hacen cada vez más difícil cualquier intento de protección laboral, máxime en un país que ha renunciado a los conceptos modernos del Estado de bienestar.

Los grandes accionistas y propietarios continuarán incrementando sus utilidades aunque algunos de sus negocios fracasen. Ya en estas páginas se publicaron los más recientes datos del INEGI sobre la distribución del ingreso en México. En ellos se da cuenta que 10 por ciento de la población del país concentra 38.11 por ciento del ingreso nacional. Conforme aumenta la riqueza, se incrementa la pobreza. Si un empresario como Juan Gallardo Thurlow fracasa en el negocio del azúcar, y se declara en suspensión de pagos, adeudando 50 millones de dólares, lo que desde luego no lo dejó en la pobreza, se le ofrece ser embajador en Francia aunque no pague a los cañeros y trabajadores de sus ingenios. Y ellos no tienen ni seguro de desempleo. Son las nuevas reglas del juego en un país que con la urgencia de meter la cabeza en el Primer Mundo dejó el resto del cuerpo en el Tercero.

ƑQué queda ahora? Independientemente de que por los cauces legales se resuelvan controversias internacionales o se rescaten empleos de esas industrias de nuestro país, es indispensable que la nueva concepción del Estado asuma el adelgazamiento en la ineficiencia y el engordamiento en la responsabilidad social. Mientras en México no se asuma la necesidad de desarrollar un estado de bienestar, la distribución de la riqueza será inalcanzable, el empleo será mal pagado, y la inseguridad de los trabajadores en el desempleo seguirá siendo también una cifra no macroeconómica sino inhumana.


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