MIERCOLES 16 DE AGOSTO DE 2000
Ť Faltaron aficionados al Azteca, pero no los abucheos para el tricolor
No hubo fiesta; México apenas cumplió con el 2-0 a Canadá
Ť Abundis abrió el marcador y Fenwick marcó en su propia meta, en juego monótono y aburrido
Miguel Angel Ramírez Ť La espada iba a caer inapelablemente sobre la cabeza de los canadienses, pero no hubo baile ni goleada. Estos lujos siguen sin abundar en los hábitos de la actual selección mexicana, que ayer únicamente cumplió al ganar 2-0 su tercer partido eliminatorio rumbo al Mundial 2002.
El estadio Azteca, que estuvo lejos de registrar su mejor entrada, se convirtió en un lugar mortalmente aburrido. En parte, porque el tricolor no encontraba la fórmula ni la potencia para derribar al sparring, y en parte, porque Canadá no podía cautivar a nadie dilapidando sus energías en defenderse solamente. Nunca le importó dónde estuviera el balón, mientras fuera lejos de su meta.
La selección mexicana normalmente mejora cuando a su territorio llega el rival, pero ayer su accionar tuvo más tintes fúnebres que de esperanza. Casi en el arranque del trámite tuvo la oportunidad de abrir el marcador, pero ni Márquez ni Luis Hernández llegaron a tiempo para rematar un centro, y el balón se paseó frente a la portería de Patrick Onstad. Después, al minuto 12, la diosa fortuna le dio la espalda, pues un disparo cruzado de Palencia, pegó en la base del poste derecho del arco del guardameta canadiense y el balón regresó a las manos del arquero.
El acoso de los mexicanos fue total, pero igualmente estéril. Hacía falta algo más que voluntad para llegar a la red canadiense. Más enteros físicamente, los visitantes podían anticipar, luchar y frustrar los avances enemigos. Cumplían con su labor de no permitir que les hicieran daño, y cuando alguno de ellos se desconcentraba y los ponía en riesgo, aparecían los reclamos, como los que se dieron entre Paul Staltcri y Jason Devos.
La rutina en los avances mexicanos fue un hielo mil veces más paralizador para los espectadores, que sólo reaccionaron cuando al minuto 37 Ramón Ramírez se animó a lanzar un disparo por el sector izquierdo; el balón fue desviado por un defensa canadiense, pero el portero Onstad logró contenerlo con algunos apuros. Cuando el silbante de Costa Rica, William Mattus decretó la finalización del primer tiempo, el público despertó de la pesadilla para abuchear al tricolor. A Canadá no podía exigirle, era como si hubieran venido al espectáculo con bailarinas con más de sesenta inviernos a las espaldas.
El panorama cambió un poco en la parte complementaria. El cambio de José Manuel Abundis por Braulio Luna dio resultados positivos inmediatamente, pues al minuto 47 Zepeda llegó por la banda derecha y envió un centro pasado que remató Abundis para el 1-0. Por fin el estallido de alegría en las tribunas. Sin embargo, quien pensó que iba a prolongarse se llevó una gran desilusión. Unicamente Pardo, al 54, estrelló la pelota en el travesaño al cobrar una falta.
Para colmo de males, el tricolor también empezó a extremar precauciones, y los aficionados le reprocharon el que estuvieran paseando el balón en su zona defensiva en lugar de ir al frente. A los canadienses, como se esperaba, les empezaron a fallar las piernas, pero aún así tuvieron su oportunidad de hacer daño, cuando el minuto 68 David Xausa se escapó por el sector izquierdo, encaró a Campos, pero al optar por el centro al área, a donde estaba su compañero Corazzin, lo hizo muy retrasado y todo quedó en un susto para los de casa.
Al minuto 81 Pardo cobró una falta por la derecha; en el corazón del área saltó Márquez y el defensa canadiense Paul Fenwick, quien finalmente le ganó al mexicano, pero al peinar el balón lo mandó directamente a su propia meta y se decretó el 2-0 con el claro autogol.
Aunque sigue en deuda, porque no alcanza un nivel futbolístico aceptable, la selección mexicana llegó a seis puntos en esta eliminatoria, y de pasó le dio un empujón a la canadiense para aumentar su caída. Con una sola unidad cosechada, prácticamente están fuera de la competencia.