Ť Javier González Rubio Iribarren Ť
El futuro del 11 y el 22
En días pasados, en el coloquio sobre industrias culturales, organizado por la incansable María Rojo, personas cercanas a Vicente Fox dijeron que los "expertos" decidirían el destino de los canales 11 y 22. Ojalá y los "expertos" no sean los tecnócratas sino quienes durante años ya han opinado sobre la trascendencia de la labor de ambos canales que si no ha ido más lejos ha sido precisamente por la falta de recursos que los tecnócratas expertos se han negado a otorgarles. No es posible que mientras España tiene dos cadenas de televisión estatales y la BBC se prepara a lanzar dos nuevos canales, en México se pretenda fusionar el Canal 11 y el Canal 22.
Ambos son canales que ofrecen diferentes opciones culturales -en el amplio sentido de la palabra, no sólo respecto al arte- diferentes.
Con una programación variada dando preeminencia a los programas infantiles de carácter educativo, a diversos programas culturales, a la difusión cinematográfica (Canal 11 posee una de las filmotecas más completas del mundo, en versiones originales subtituladas) y a los programas de reflexión, orientación e informativos, la emisora podría considerarse realmente como una televisión pública mexicana, aunque tendría que otorgar espacios a diversos grupos sociales que hoy no cuentan con ellos.
Sus problemas evidentemente están vinculados con la falta de recursos pues la industria de la televisión es cara. Bajo las leyes mexicanas, su carácter predominantemente cultural y educativo le impide emitir publicidad comercial, lo que dificulta sus ingresos. Hace escasos ocho años, al iniciarse una ampliación sostenida de su captación en diversas entidades de la república mexicana, se le permitió obtener recursos comerciales, estos se ven restringidos al tenerlos que asumir como donativos; los supuestos patrocinadores no tienen derecho a que sus mensajes (sus spots) sean transmitidos, lo más que se permite es una mención y la aparición de su logotipo y emblema al principio o al final del programa en cuestión.
El Canal 22 es eminentemente cultural y ha dejado fuera de su programación la discusión política y la información noticiosa, a diferencia de Canal 11.
Este canal surgió a iniciativa de un grupo de intelectuales y artistas que el 26 de enero de 1991 publicaron en diversos diarios mexicanos una carta abierta dirigida al presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, en la que, ante la inminente venta del sistema de televisión del Estado, Imevisión, del cual el Canal 22 formaba parte, le pedían que éste no fuera vendido y se le destinara a la difusión cultural. El Presidente atendió la demanda y el 23 de junio de 1993 inició trasmisiones el Canal 22 como enisora cultural, bajo la rectoría del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Paradójicamente, es necesario mencionar que Canal 22 ha recibido, desde sus inicios, embates críticos por parte de la directiva de Canal 11, que ha argumentado -sin éxito y sin bases- que se duplican funciones y ofertas al auditorio y que los recursos del 22 se debieron haber destinado a fortalecer al 11.
Debido a que el canal está en la banda de Ultra Alta Frecuencia (UHF), la captación de su señal es difícil en la televisión abierta, lo que propicia que sólo tenga buena recepción mediante los diversos sistemas de cable y satélite del país.
Su programación totalmente cultural -entendida ésta como la difusión de las bellas artes- ha contado con excelentes series adquiridas en su mayoría en Europa, con ciclos de cine memorables, como el dedicado a Kurosawa a propósito de su muerte en 1998, y con documentales de carácter social con temas tan variados como el SIDA o la transición política española.
El 4 de octubre de 1997, con cuatro años de operación, el Canal 22 recibió el Premio Camera, que otorga cada tres años la UNESCO, a lo más destacado de la televisión cultural.
Las tareas del 11 y del 22, con perfiles claramente definidos, que distan mucho de ser competencia de la televisión privada, y que tampoco es ese su objetivo, requieren mayores recursos. En realidad, Canal 22 debería tener la posibilidad de verse a plenitud mediante la televisión abierta.
Ambas televisoras debieran tener pleno derecho a transmitir publicidad comercial y ser desamarradas de reglamentaciones caducas y entorpecedoras. Todas las televisiones públicas importantes (España, Inglaterra, Italia) pueden tener anunciantes.
La función social, cultural y educativa de ambas televisoras debiera ser asumida con mayor determinación gubernamental, como parte de una verdadera política cultural del Estado mexicano, y como una responsabilidad en materia de comunicación pública.