MARTES 15 DE AGOSTO DE 2000

* Las pagas ahora son mejores, pero los golpes igual de peligrosos, subraya


Antes se peleaba con mayor compromiso: Nápoles

* Cuando el boxeador pierde, todos se le van encima, asegura el legendario Mantequilla

Jorge Sepúlveda Marín * Es la voz ronca, gruesa, con acento cubano todavía, la de José Angel Mantequilla Nápoles la que recuerda que en su tiempo, en las décadas de los 60 y 70, se peleaba con gran compromiso y se debía llegar al final, así fueran 15 rounds. "Claro que era más difícil, porque la preparación debía ser mucho más fuerte", comenta.

Admite que las pagas en aquel entonces eran buenas, como siempre, sólo las que se hacían por algún campeonato, pero en lo que se llegaba a la pelea estelar, a medio morir de hambre y a buscar quien le echara al boxeador la mano se la pasaban los púgiles. "No que ahora, pues sí, claro que los sueldos son mucho mejores y también son menos los golpes que se reciben, aunque igualmente peligrosos".

Negro, de ojos grandes, puños con señales inequívocas de que su principal profesión fue el boxeo, el púgil nacido en Cuba, pero naturalizado mexicano, radica actualmente en Ciudad Juárez, Chihuahua, desde hace una decena de años, donde enseña en los baños Roma a un grupo de jóvenes lo que llama "cómo meter las manos", o "el arte de la defensa", del que tiene solamente bonitos recuerdos.

ųƑCuándo surgirá otro Mantequilla?

ųšUy, manito!, y para qué tú me preguntas eso. Yo no te lo puedo decir, porque eso nunca se sabe. Todo es cuestión de que el muchacho ya traiga en la sangre una forma de ser, aprenda un estilo, y luego se suba al cuadrilátero a pegar y defenderse. Si se parece a alguien, bueno, si no, también.

Desde su punto de vista el pugilismo mexicano está de capa caída, porque antes se veía en las listas de los organismos internacionales a varios boxeadores y casi todos ganaban tres, cuatro, más peleas en diferentes naciones, pero ahora no son muchos, apenas unos cuantos en el panorama mundial.

Retirado a finales de 1975, luego de ser derrotado por el británico John Stracey, quien se apoderó del cetro welter, a los 35 años de edad Nápoles se dijo a sí mismo que ya nada tenía que hacer en el boxeo. Le pesaron ya los 28 años de carrera profesional, tiempo en el que hizo 106 pleitos, de los cuales sólo perdió seis, y ya ni se acuerda de los nocauts.

De lo que sí se acuerda es que antes, como ahora, cuando un boxeador no hace las cosas como deben ser, cuando se descuida, cuando pierde, "periodistas, mánagers, promotores y autoridades se le van encima a uno con todo. Por eso hay que retirarse a tiempo".

No tiene dinero, pero eso sí, mucha fuerza para vivir, asegura, muy feliz y contento con lo que ha hecho hasta ahora.