MARTES 15 DE AGOSTO DE 2000
Chiapas:Ƒfuncionará la democracia electoral?
* Alberto Aziz Nassif *
Como en un vínculo especial, las próximas elecciones en Chiapas están unidas al futuro del conflicto armado y social en esa región del país. Hay un discurso político ampliamente compartido por los partidos que integran la Alianza por Chiapas: la alternancia en el poder puede ser un dispositivo que contribuya de manera positiva a impulsar una pacificación definitiva.
La cercanía de las elecciones chiapanecas con el 2 de julio establece un horizonte que se ve beneficiado de las cargas simbólicas de la democracia en todo el país, como ingrediente necesario para un cambio en la vida política de ese estado.
En la preparación del nuevo gobierno federal, que en campaña se comprometió a establecer una negociación y a respetar los famosos acuerdos de San Andrés, la solución al conflicto es parte de su agenda; urge instalar entonces una vía política y cerrar la ruta armada y violenta. Comparto la idea de que esta posibilidad necesita apuntalarse también desde el espacio regional, y aquí es donde se vuelve clave la elección del próximo 20 de agosto.
En el ámbito de los partidos, el PRI, sus operadores y sus intereses están muy lejos de poder contribuir a un proceso de paz y negociación. La fuerza de los hechos muestra más bien que el priísmo y el actual gobernador, interino del interino, han empujado hacia una polarización que ha agravado el conflicto. Se necesita mucha voluntad política, talento y amplios consensos, pero algo que no puede faltar en el futuro inmediato de la región es una elección democrática que legitime a un gobierno sensible y hábil para ayudar a conducir la negociación.
Pablo Salazar Mendiguchía, ex integrante del PRI, al cual renunció después de 26 años de militancia por diferencias, y que fue miembro fundador de la Cocopa, es la cabeza de la Alianza por Chiapas, que está soportada por toda la oposición en ocho partidos. El contrincante del PRI es Sami David David, quien ahora pertenece a un partido que perdió la Presidencia de la República y se encuentra envuelto en un fuerte reacomodo de liderazgos y grupos. De acuerdo con encuestas recientes, la ventaja electoral se encuentra del lado de la oposición. Los números en las preferencias ubican a Salazar en un rango de 54 a 56 por ciento de los votos y a Sami David entre 43 y 45 por ciento (Milenio, 11/08/00 y Reforma, 14/08/00).
La ola del 2 de julio cubre a Chiapas, a tal grado que se podría decir que el día que el PRI perdió la Presidencia, también perdió Chiapas. Las cifras del 2 de julio muestran que la mayoría que logró el partido tricolor no será suficiente para vencer a una oposición unida. Sin duda, una de las claves del posible triunfo de Pablo Salazar es la alianza de la oposición, figura que ya mostró sus ventajas en otros estados, como en Nayarit.
A pesar de que han pasado los años y la solución al conflicto de Chiapas se congeló en las prioridades del gobierno de Zedillo, no hay que olvidar que la insurgencia zapatista de enero de 1994 fue una palanca poderosa para impulsar una serie de avances político-electorales como la ciudadanización de los organismos electorales. Una guerrilla que impulsa la democracia electoral podría parecer contradictorio, pero así sucedió con el zapatismo.
El próximo domingo pueden cambiar algunas cosas, pero una fundamental será vincular la vía política de la democracia electoral con la pacificación y la solución del conflicto armado.
En un libro de reciente aparición se señala: "la democracia electoral en Chiapas no ha funcionado porque nadie se ha propuesto recurrir a ella para encontrar una solución a los conflictos políticos, sociales e identitarios que desgarran este estado" (Juan Pedro Viqueira, en Democracia en tierras indígenas, pág. 241). La apuesta por un cambio democrático en esa lastimada región del sureste mexicano puede pasar por el inicio de unas elecciones limpias. Sin embargo, a pesar de los vientos positivos que corren con la alternancia nacional, quizá no resulte fácil; hay dudas fundadas de que en las elecciones del próximo domingo pueda haber violencia y fraude. En este caso, se puede obstaculizar y retrasar el inicio de una negociación; esperemos que no suceda, pero no hay que perder de vista este indeseable escenario.
La apuesta es por que Chiapas pueda estar en sintonía con el 2 de julio, que tenga sus elecciones fundacionales, como el inicio de una nueva etapa, para lo cual se requiere que la democracia electoral empiece a funcionar. Ya es tiempo. *