LUNES 14 DE AGOSTO DE 2000

La historia de un país en caricatura

Ť Rafael Barajas Ť

Los siguientes textos pertenecen al libro La historia de un país en caricatura. Caricatura mexicana de combate 1829-1872, de Rafael Barajas, El Fisgón, en el cual se propone una visión general de una de las principales corrientes del quehacer crítico que emprendieron en el siglo XIX los dibujantes políticamente comprometidos con el bando liberal y que publicaron en la llamada prensa de combate. El volumen se encuentra ya en librerías.

Cancionero de la intervención

(anexo iii)

Durante la intervención francesa, Juárez y los suyos necesitaban de un aparato propagandístico para su causa y contra el invasor. Alrededor de la prensa se articuló un aparato de agitación de masas que resultó muy eficaz. Los géneros que mejor alentaron la lucha nacionalista fueron la caricatura y la canción. En las revistas de caricatura, junto a los monitos de Constantino Escalante o Santiago Hernández, se publicaron muchas canciones compuestas por algunos de los más connotados próceres liberales --como Guillermo Prieto, Vicente Riva Palacio y Gabino Bustamante. Estos cantos burlones se convirtieron en verdaderos himnos de combate.

A lo largo de la guerra, los mexicanos verificaron que las canciones patrióticas servían para arengar a la tropa. El Himno Nacional, que no se había cantado desde su estreno en 1854 --entre otras cosas por su connotación santanista--, se volvió a entonar el 5 de mayo de 1862, para estimular a los mexicanos en su combate contra los franceses durante la batalla de Puebla. Entre los cantos más populares se cuentan varios de intención satírica que buscaban rebajar al enemigo. Entre 1862 y 1864 los liberales escribieron una serie de canciones que estaban dirigidas contra dos de las figuras más connotadas del gabinete sin cartera de Napoleón III: Juan Nepomuceno Almonte y Dubois de Saligny.

Es en esta época cuando nace en la tradición popular el binomio de dibujo y canción satírica, que después se retoma en publicaciones como La Historia Danzante, en hojas volantes ilustradas por Posada, en las hojas de propaganda del Taller de la Gráfica Popular y, a finales del siglo XX, en revistas de caricatura como El Chamuco. dibujo -LA ORQUESTA 1

La tradición de las

calaveras

(anexo iv)

En la caricatura mexicana de combate están los antecedentes de lo que se convertirá en la tradición de las calaveras del Día de Muertos. Si bien el principal exponente de este género es José Guadalupe Posada, antes de sus hojas sueltas impresas con Vanegas Arroyo las calaveras ya estaban espantando vivos en la prensa mexicana.

El primer ejemplo de calavera se halla en la estampa El ensueño del tirano de 1845. El ambiente de la litografía, entre macabro y jocoso, nos sitúa en medio de un paisaje de monumentos fúnebres y tumbas abiertas. En el centro de la imagen salen aullando de la tumba la patria y sus hijos, mientras que al margen se lee una parodia del Tenorio de Zorrilla, obra teatral asociada desde su estreno en México con la celebración del Día de Muertos.

El periódico El Calavera es también un antecedente importante de las calaveras de Posada, ya que el dibujante de esta publicación convirtió en personaje a una calavera.

A mediados del siglo XIX se publican con frecuencia estampas de lápidas y panteones vinculadas al ritual de muertos. El 2 de noviembre de 1867, en una caricatura que prefigura las calaveras de Posada, Constantino Escalante dibuja al Benemérito adornando una lápida para celebrar el Día de Muertos: en un cementerio yacen, junto a la fama de los primeros soldados del mundo y las condecoraciones del imperio, el voto del pueblo, la paz pública y la oposición; la lápida que adorna Juárez tiene como motivo su convocatoria. En ese número de La Orquesta, aparecen unas cuartetas "A Lola" que son una especie de primitivas calaveras.