DOMINGO 13 DE AGOSTO DE 2000

Ť No es un asunto de seguridad nacional en México, considera el especialista


Narcotráfico, negocio de la elite en el poder: Astorga

José Galán Ť El narcotráfico en México no es todavía un asunto de seguridad nacional, porque desde sus inicios ha sido un negocio de la elite en el poder en México, a la sombra del monopolio gubernamental sostenido por el PRI por más de 70 años. Esto significa que, en lugar de constituir una amenaza para las instituciones gubernamentales, ha existido un contubernio con los políticos que han permitido operar con toda impunidad.

Es más, dice el investigador y escritor Luis Astorga, experto en el tema, el tráfico de drogas ha formado parte de la estructura de poder creada por los políticos tras la Revolución. Pero ahora que el PRI será desplazado del poder por el PAN, y ante la consiguiente desarticulación de las cadenas de transmisión entre la política y el tráfico de estupefacientes, ''entonces sí podríamos enfrentar un problema de seguridad nacional, porque la familia priísta vinculada al tráfico de drogas va a pretender regresar al poder por cualquier medio. Y eso sí es una amenaza para el Estado'', agrega el autor de Mitología del Narcotraficante y El Siglo de las Drogas.

Por ello, el titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM considera adecuada la tesis presentada en principio por la coordinación sobre seguridad y justicia del equipo del presidente electo Vicente Fox -aunque más tarde dio un giro de 180 grados-, al considerar que "realmente el narco no es un asunto de seguridad nacional, sino simplemente un caso criminal. Históricamente no ha habido jamás un grupo de narcotraficantes interesado en meterse a la política. Pero esto puede cambiar junto con el gobierno el próximo primero de diciembre''.

Luis Astorga sostiene: ''el narco no se ha infiltrado en las instituciones, sino que los narcos son producto, creaturas, de la política priísta''. Pero, advierte: ''el narco no se va a acabar con el PAN. Es un problema muy complejo, enraizado en el país desde hace muchos años. Lo que se debe buscar son medidas para acotarlo''. Y pone como ejemplo lo sucedido a partir de la llegada del panista Ernesto Ruffo Appel al gobierno de Baja California en 1989.

''A la luz de las relaciones entre política y narcotráfico, con la llegada de un gobierno estatal de oposición se desarticularon los elementos operativos criminales con la estructura gubernamental y los aparatos de seguridad locales'', pero agrega que pronto los narcotraficantes se dieron cuenta que dichas autoridades no podían ir más allá porque el narcotráfico es un asunto federal.

''Y aquí quien perdió fue el gobierno local, ya que el gobierno federal siguió manteniendo en su poder las riendas del asunto de las drogas. Pronto los grupos que operan a nivel local, como los hermanos Arellano Félix, entendieron que ya no estaban supeditados al poder estatal, por lo que ganaron una mayor autonomía al mantener las cadenas de transmisión con el poder federal, una maquinaria que tenía entonces funcionando, en 1989, más de 60 años'', añade.

Sin embargo, en su opinión las redes de corrupción y violencia con los aparatos de seguridad se incrementaron a la sombra del primer gobierno panista estatal, en una estrategia de ''desestabilización'', y afirma que ''ese es un esquema que se va a repetir en todos los gobiernos estatales que va ganando el PAN'', sobre todo , además de Baja California, en Jalisco, Chihuahua y Nuevo León, ''y con la excepción de Guanajuato, porque históricamente no es ni lugar de producción ni de tráfico de gran importancia''.

A partir de la llegada de gobiernos de oposición a los poderes estatales, sostiene la teoría de que, en ese momento, ''es cuando el PRI empieza con las tesis sobre la incapacidad del PAN para gobernar, y de la penetración del narcotráfico en aparatos del Estado''.

''Si ese esquema se observa a nivel estatal cuando llega la oposición al poder, se presenta la posibilidad de que se reproduzca a nivel nacional'', reflexiona, ''porque en realidad el narcotráfico no ha penetrado en las estructuras del Estado, sino que un partido de Estado, hegemónico por más de 70 años, creó a los narcotraficantes a imagen y semejanza''.

-Entonces, Ƒcuál puede ser una buena estrategia para desmantelar este contubernio?

-Una de las principales medidas del futuro gobierno debe ser, justamente, la modificación de la estructura de los aparatos de seguridad. El PAN ya tiene la experiencia de este esquema con sus gobiernos locales.

Además, añade, se deben adoptar otras medidas estratégicas como la desaparición, la desestructuración y la división de esquemas de seguridad anteriores, ''en una serie de medidas cualitativas, cuya importancia radicará, precisamente, en no asumir el tráfico de drogas como un asunto de seguridad nacional, porque es una tesis que el gobierno de Estados Unidos inició en la era de Ronald Reagan, en 1986''.

Oriundo de Culiacán, Sinaloa, cuna de gran parte de los principales narcotraficantes mexicanos -con excepciones como Juan García Abrego, originario de Tamaulipas-, el académico subraya que el tráfico de drogas forma parte de la estructura de poder creada tras la Revolución, "pero en posición subordinada. Su importancia -dice- ha variado históricamente en función de la demanda del mercado".

La supervivencia de los principales narcotraficantes ha constituido ''una gracia'' del sistema político mexicano hasta ahora, dice para poner como ejemplo a los hermanos Arellano Félix, vecinos del mismo barrio de Culiacán donde se crió el académico: ''es el caso transexenal más exitoso de un grupo de traficantes mexicanos'', y sobre quienes, por cierto, ninguno de los candidatos en los pasados comicios presidenciales se atrevió a hacer ninguna referencia. De hecho, el equipo que prepara su llegada al poder en unos meses tampoco ha hecho ningún comentario.

Tras insistir en que hasta ahora no ha habido ningún grupo de narcotraficantes que se hayan propuesto derrocar al régimen o la toma del Estado, o que incluso tengan capacidad real para llevar a cabo ese objetivo, insiste en que el escenario puede cambiar.