DOMINGO 13 DE AGOSTO DE 2000

 

Ť José Agustín Ortiz Pinchetti Ť

ƑQuién tiene la iniciativa?

HAY QUE RECONOCERLO, el ambiente político cambia de modo dramático día a día. Los actores deben definir sus prioridades y asumir las iniciativas políticas. Se abren ante ellos espacios inéditos que podrían servir no sólo para que las burocracias de los partidos obtengan ventajas, sino para que se responda una expectativa nacional: aprobar una reforma del Estado y cerrar el proceso de transición.

Hasta este momento, Vicente Fox, el presidente electo, mantiene una iniciativa apoyada en su éxito electoral. Su gira a los países de Sudamérica le dio la oportunidad de arrebatar a la izquierda democrática varias banderas importantes: 1. Propuso una relación con Estados Unidos respetuosa y mejor equilibrada. 2. Reorientó el interés diplomático de México hacia una alianza con Latinoamérica. 3. Destacó como política prioritaria la lucha contra la pobreza, asociada con una reforma fiscal y con la reducción del déficit. 4. Contra la derecha dogmática elogió el fallo de la justicia chilena contra Pinochet, y contra la izquierda dogmática criticó la tiranía castrista, desprestigiada en todos los círculos verdaderamente progresistas del mundo. 5. Concretó una oferta para un acuerdo de paz en Chiapas en breve tiempo, e incluso propuso la salida del Ejército de la zona de conflicto. 6. Criticó en diversas ocasiones la política económica neoliberal y aún se dio tiempo para deslindarse del tema del aborto y para hacer un reconocimiento, francamente, justo del papel de Ernesto Zedillo en el episodio electoral y en sus secuelas.

Mientras tanto, PRI, PRD y PAN se mantienen claramente a la zaga de estas iniciativas. La excepción es Andrés Manuel López Obrador, quien ha propuesto un programa completo de medidas que formarán una estructura de su plan de gobierno. A mi juicio, se tardaron mucho los dirigentes del PRD para responder a las invitaciones del equipo de Fox a dialogar, pero al fin lo han hecho, y seguramente van a obtener ventajas de estas relaciones, siempre y cuando impulsen ellos propuestas claras que obliguen a Fox a posicionarse.

El debate sobre las reformas del Congreso de Guanajuato para penalizar el aborto de la mujer violada ha sacudido a la opinión pública y nos ha mostrado cuán clara es su modernización. El tema no es una cuestión mayor en la vida me-xicana si lo comparamos con la corrupción o con la concentración del ingreso, pero es un campo propicio para una polémica muy vistosa. Algunos grupos dentro del PAN, por influencia de la Iglesia católica, han hecho una cruzada para que se sancione severamente a las mujeres que abortan y a sus cómplices. Todos sabemos que la legislación penal del aborto es casi letra muerta. Nadie se atrevería a consignar a mujeres pobres que abortan en condiciones peligrosas, ni a ricas que abortan en hospitales de lujo, protegidas por su posición social. Nadie se atrevería a denunciarlas. Las jerarquías eclesiásticas que claman contra esta práctica no han hecho nada importante contra sus causas: miseria, ignorancia, violencia contra las mujeres, falta de información sobre la vida sexual. ƑPor qué, si quieren reducir la tasa de abortos, no aconsejan a los jóvenes el uso de preservativos?

Salvo las acciones descritas y las enérgicas iniciativas de la jefa de Gobierno del Distrito Federal, no parece perfilarse con claridad una iniciativa desde el centro izquierda. Habría una gran oportunidad para ir generando una nueva coalición de fuerzas entre el PRD y los grupos progresistas del PRI. No será fácil, porque esto implicaría la organización de un nuevo partido político y la definición de sus liderazgos. Tendrán que pasar varios meses, y quizás años, para que se pueda concretar esta hazaña política y la única esperanza de oponerse a Fox, a su equipo y al nuevo partido que inevitablemente va a surgir de su victoria. Quizás en 2006 tendríamos a los dos grandes partidos históricos herederos del partido conservador y el liberal, un partido de centro derecha y un partido de centro izquierda luchando civilizadamente por el poder, a través de elecciones libres, con la posibilidad de la alternancia garantizada.

Pero hay un campo en el que pueden converger todas las fuerzas políticas: es necesario construir una compleja reforma del Estado, tienen que reorganizarse los poderes públicos para garantizar la gobernabilidad de un nuevo Estado republicano y democrático. Es necesario construir un acuerdo entre todos los partidos para facilitar las reformas.

Me resulta inexplicable que el PRD y los sectores progresistas del PRI no hubieran asumido la iniciativa ante las propuestas reiteradas de Fox y dejaran (con cierto grado de parálisis) las iniciativas al campo contrario.

Tengo en mi mano un libro publicado por el Instituto Nacional de Formación Política del PRD, cuyos autores, Guillermo Flores Velasco y Jorge Torres Castillo, reunieron todas las propuestas del PRD para una reforma política del Estado. Se resumen, además, propuestas de la sociedad civil y varias agendas de diálogo nacional. Estos documentos muestran el carácter de vanguardia que el PRD tuvo siempre en estos temas. Me cuesta trabajo explicarme por qué no se enarbolan ahora esas banderas y se acreditan los méritos de un partido que nació en contra de la potestad autoritaria y al que finalmente la historia le ha dado tan sólidamente la razón.