SABADO 12 DE AGOSTO DE 2000
Ť La subasta de obras de arte del IPAB genera un atractivo mórbido
Un gran acto para una aportación de sólo 4.7 millones de pesos
Ť Este año habrá otro remate; el INBA anunció su interés por una treintena de esas obras
Renato Ravelo Ť Un gran acto para una pequeña aportación a la deuda bancaria: 4 millones 780 mil pesos, producto del extraño encuentro de dos prácticas divorcidas. De un lado, el ejercicio público del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario de rematar 305 obras de arte y objetos decorativos, así como la cobertura informativa de los medios de comunicación. Del otro, la ancestral y secreta práctica de coleccionar, de pujar por el anhelado objeto.
Sin llegar a "colección" las piezas subastadas la noche del jueves en la Galería López Morton, generaban para el asistente habitual a este tipo de actos un atractivo un tanto mórbido. Por ejemplo, Tres bañistas y barco, de Armando Morales, había sido adquirida por Angel Isidoro Rodríguez, El Divino, en una subasta que la galería López Morton había organizado para el programa Solidaridad, de Carlos Salinas de Gortari.
Otro ejemplo: la pieza que el propio Luis López Morton dudaba que pudiera venderse, el recargado retrato de Fidel Velázquez, el cuñado Rodíguez Alcaine y trabajadores, como el mural de Diego frente al Banco Obrero, terminó por elevar hasta cuatro veces su precio y "salió", como decimos en el ambiente, en 8 mil pesos.
Afuera, el registro comienza desde antes de las 7 de la noche. Uno debe llevar credencial de elector y tarjeta de crédito. Aquí no hay posibilidad de comprar por ausencia, comenta Vicente Rodríguez, director de Comunicación Social del IPAB, y promete que en 10 días probablemente se podrá saber quién compró qué.
La otra opción es seguir la subasta desde afuera en los monitores. La prensa es llevada con celeridad arriba. Mayela y Karem, encargadas de lidiar con el cuarto y quinto poder, padecen verdadero pánico ante la insistencia de algunos para bajar, recorrer ese terreno sagrado del poder económico.
La subasta inicia bien. Un Anguiano que "sale". šChale,! debieron empezar esto al mediodía, "vamos a salir a la una de la mañana", comenta un colega al que sacaron de otros menesteres para venir a ver cómo alguien puja y obtiene, al levantar repetidamente su paleta 134, un Siqueiros que había salido a la venta en 8 mil pesos, en tan sólo 34 mil morlacos.
De los 143 postores inscritos, el señor José Luis Estain es uno de los más maravillados. El va por el cuadro México desde la Hacienda de los Morales, de Conrad Wise Chapman, una de las estrellas de la noche: "No lo van a dejar ir", comenta mientras sostiene su paleta 162. Su referencia es a José Carral, quien acude en espera de volver a colgarlo en las paredes del prestigiado restaurante.
Finalmente, no fue así. Un joven de tan sólo 28 años, en lo que parecía ser una temeraria búsqueda de celebridad, Ignacio Cobo, quedó como triunfador de la puja más intensa de la noche: de un millón cien, remontó hasta el millón 700 mil. ƑVolverá a estar colgado en la Hacienda de los Morales?, se le pregunta en su escondite de la prensa dentro de la casa de subastas: "No", contesta, mientras con una risa nerviosa se separa a discutir con un amigo, quien al parecer fue el cómplice que le dio el empujón final. Don José Luis comenta: "Esa pieza no debió haber rebasado el millón 300". De Cobo se dijo de todo, que si era enviado de Carral, que si de Slim. El poseedor de la paleta 213 negó ambas suposiciones.
Así es esto de las subastas, la oferta se multiplica con la incertidumbre. "Tengo 200 mil, quiero 230; los tengo en el pasillo; quiero 250, los tengo; ahora quiero 300", alza la voz Luis López Morton y así se fue hasta llegar a los 320 mil con El prestidigitador, de Carlos Mérida, otra de las pujas destacadas, al menos para la prensa casi virgen en estos finos actos. En precios de salida de los 228 lotes vendidos hubo un incremento de un millón 102 mil pesos.
La noche transcurre con cierta lentitud. Vicente Rodríguez explica que este año se llevará a cabo otra subasta con López Morton, y que en ella probablemente estarán tanto la obra México bajo la lluvia, de Vicente Rojo, que fue sacada de último momento de este acto, como El hombre en rojo, la litografía 100 de las que donara Rufino Tamayo para la fundación de La Jornada, que fue a parar a Banca Unión. La galería por cierto, se va a llevar al menos 600 mil pesos por comisión de venta de esta ocasión.
Explica que el Instituto Nacional de Bellas Artes está interesado en una treintena de las obras: "El IPAB está en la mejor disposición de colaborar y cederlas al instituto, pero requerimos que los legisladores modifiquen los términos que actualmente nos impiden. En todo caso, convenimos actualmente que sean exhibidas en recintos de Bellas Artes". Tienen de plazo hasta enero del 2002 para subastar, por cierto.
Va a venderse pura sobra, aseguraba un coleccionista días antes de la subasta. Ciertamente apenas en mayo en la propia Galería Morton se ofreció un acrílico de David Alfaro Siqueiros que tenía un precio de salida de 65 mil pesos. Sin embargo, las obras de Gandía, la de Felguérez, la de Tamayo, de Filcer, levantaban la moral del resto que en ocasiones era no precisamente sobra pero sí piezas decorativas que estaban en los activos de los bancos intervenidos. De repente, piezas que adquieren una cotización interesante, como la obra de Carmen Parra, que inició en mil 500 y triplicó su costo.
La venta justamente de un Vicente Gandía interrumpe la entrevista con Rodríguez. López Morton es como esos vendedores que como una oferta, una promoción de la fábrica de medias la completa, nos trae esa sensación de que todo vale más de lo que cuesta. Es ético, sin embargo, cuando siente que se están pasando del valor real demasiado, pide mucho más como en mensaje cifrado, que equivaldría al molinesco "šno es para tanto!".
A falta de paleta, un compañero puja con sus hojas del boletín de prensa, pero no se la valen, la obra de Gandía rebasa los 120 mil pesos. Quienes se encuentran junto al compañero se revisan los bolsillos en una coperacha burlona. Esos de la prensa nunca se ponen serios.
De repente, lo que muchos esperaban para irse a continuar o terminar la noche. El estelar de Wise Chapman. Es una obra hermosa, un óleo sobre tela de 89 por 41 centímetros, que en su reverso estaba dedicada a S. C. Bigelow, pintada en 1874 y que estuvo expuesta en el Museo Naional de Arte. Uno espera la dama del sombrero rojo que levante misteriosamente la paleta contra el caballero de esmoquin, en una desangrada escalada de precios. Se da lo último pero no por los primeros. La prensa no alcanza a ver quién puja porque lo hacen desde atrás. Las entrevistas rompen con el orden por un momento. Ya salió, corre el rumor, televisión y radio quieren ver al comprador. Algunos aprovechan para retirarse.
Otros regresan al salón con el secreto anhelo de conseguir el Fidel Velázquez para colgarlo en la oficina del jefe, junto a alguno de sus múltiples ángeles.
Menester es reconocer cuando las cosas rebasan el cumplimiento de las expectativas. 77 por ciento de los lotes "salieron". Además se rebasó la estimación económica en un millón 700 mil pesos. Buena organización del IPAB y la López Morton, en un ambiente que para ambos era nuevo. Nunca habían asistido 400 personas al local de Las Lomas, ni el IPAB había entrado en estos terrenos de la subasta de arte. Normalmente, en las subastas de arte se vende 50 por ciento de lo que se oferta.