VIERNES 11 DE AGOSTO DE 2000

 

Ť Luis Javier Garrido Ť

El conflicto

El conflicto que se ve venir entre el gobierno de Vicente Fox y las antiguas fuerzas del sistema priísta es inevitable --a pesar de la transición blindada en la que el propio Fox y Zedillo parecen comprometidos--, pero el problema es que la discusión sobre lo que está en juego se está dando al margen de la sociedad.

1. El régimen priísta que está extinguiéndose se sustentó en los arreglos y componendas hechos por los gobernantes al margen de los mexicanos, relegados al papel de simple masa de maniobra, y es muy evidente que muchos intereses pretenden que el autoritarismo sólo se recicle y que las cosas sigan iguales. De ahí que muchas opiniones interesadas sostengan que: a) "la transición política ya se dio" y que el pueblo que votó el 2 de julio no debe sino aguardar los cambios. Las que no difieren mucho de las que manifiestan que: b) con el triunfo del candidato de la Alianza por el Cambio no existe cambio de régimen o posibilidad de avance democrático alguno, desconociendo 71 años de régimen de partido de Estado y los mecanismos de control sobre la sociedad en que se sustentó.

2. El escenario está claro: el antiguo sistema político en proceso de descomposición terminó por desplomarse el 2 de julio, y la vía del cambio se abre a todas las estructuras del poder: desde el marco legal hasta las reglas de relación del gobierno con la sociedad. Y lo más significativo es que en este escenario, en el que existen fuertes posibilidades de regresión, las fuerzas sociales no han abordado con profundidad la discusión.

3. El debate sobre el proceso político es prácticamente inexistente en los medios, que pretenden plantear el futuro inmediato limitándose a discutir algunas políticas que aplicaría el futuro gobierno: como si México tuviese un régimen político estable y no existiesen cuestiones de mayor trascendencia. Y, sin embargo, el problema está presente, y será más evidente a partir del 1Ɔ de diciembre: el PRI se acabó como un organismo de Estado, pero los restos del sistema de poder que le dio sustento están ahí.

4. Los mecanismos del poder priísta, que hoy obedecen a intereses particulares y de grupo, deben ser desmantelados si no se quiere una recomposición del viejo autoritarismo, pero no se ha dado una discusión pública sobre lo que acontece. ƑLas centrales y sindicatos priístas pretenderán mantener el control sobre los trabajadores o aceptarán su desmantelamiento? ƑContinuará subsidiando el gobierno a cientos de periódicos, grandes y pequeños, que en todas estas décadas no han cumplido más función que sustentar el poder político? ƑQué será de todas las policías políticas y sistemas de espionaje que subsisten? ƑCómo operarán las relaciones con la sociedad si se terminan los subsidios a las organizaciones de todo tipo que sostuvieron al priísmo? ƑSe desmantelarán todas las estructuras de control que los gobiernos federal y local edificaron durante más de seis años para doblegar a las comunidades indígenas de Chiapas?

5. La viabilidad, ya no se diga de cualquier programa de gobierno sino del país, depende de terminar con las estructuras políticas existentes, pero también con las económicas, y sin embargo, los problemas inherentes no se plantean. ƑSe revisará o no el proceso de privatización de empresas y bienes públicos llevado a cabo en los dos últimos sexenios? ƑIntentará el gobierno recuperar para el país todo lo defraudado por la burocracia política priísta? ƑFox tiene capacidad para romper las relaciones del Estado con los cárteles del narco que, desconcertados por la derrota priísta, pueden intentarlo todo? ƑSerán procesados los responsables de los crímenes de Estado? ƑSe detendrá a Carlos Salinas y a sus cómplices? ƑSe procederá contra quienes defraudaron a la nación a través del Fobaproa?

6. Los mecanismos de control y de dominación del sistema de partido de Estado se desarrollaron en las últimas décadas a partir de entidades públicas, pero también de instituciones privadas, desde organizaciones sociales hasta medios de comunicación, que, al no encontrar reacomodo, están entrando en conflicto con el nuevo gobierno. De ahí la relevancia de todos los movimientos que se están dando en la cúpula del priísmo: desde el activismo de Roberto Madrazo, que hace campaña en Chiapas para apoyar al candidato priísta Sami David, hasta las reuniones sostenidas a fines de julio por Francisco Labastida y Luis Echeverría en la fastuosa residencia de Mario Vázquez Raña en el pueblo gallego de Avión (Orense), que describe La Voz de Galicia (10 de agosto).

7. El riesgo de que en vez de abrirse un proceso de discusión hacia la sociedad todo se negocie a sus espaldas y en contra de ésta es muy grande, y en esto existe una responsabilidad muy grande de los partidos políticos. Las dirigencias de los partidos, asumiendo que ellos representan a la sociedad, se han dado a todo género de acuerdos y ofrecimientos, suponiendo que están en el más perfecto de los regímenes parlamentarios, y pretenden una vez más actuar por encima de todo mundo en un contexto en extremo trascendente, pues no pueden ser de manera alguna portadores del sentir de la sociedad.

8. El PRD no puede pretender ser el representante de "la izquierda" en el nuevo escenario político, como tampoco erigirse en interlocutor del nuevo gobierno ante el inevitable proceso de cambio. La campaña electoral de 2000 mostró con claridad que los dirigentes perredistas carecían de autoridad moral ante amplios sectores de la sociedad por su doble discurso y al pretender negociar conflictos como el de la UNAM en contra de los interesados, además de que su propuesta no era muy diferente de las de los otros dos partidos, ni siquiera en cuestiones estratégicas como las industrias petrolera y eléctrica.

9. Los mexicanos expresaron el 2 de julio su rechazo a un partido --PRI-- y a un sistema político y a todo lo que históricamente implicó: control político y sindical, confiscación de derechos individuales y sociales, autoritarismo, corrupción e impunidad: la ausencia de un estado de derecho. Y por esto no resulta imaginable que puedan sentarse las bases de un nuevo régimen sin la participación de la sociedad.

10. El conflicto que se manifiesta en la cúpula del poder puede saldarse por una recomposición del autoritarismo y de los mecanismos de control y dominación, y por ello es urgente ampliar cuanto antes el debate sobre lo que puede y debe ser el futuro inmediato.