JUEVES 10 DE AGOSTO DE 2000

Ť Leyenda del jazz


Popo Sánchez hipnotizó a su necio público

Los resquicios de un aguacero anunciado y pertinaz seguían cayendo afuera del teatro. La gente seguía formada en una fila tan pertinaz como la lluvia. Ya no había boletos, pero todos querían ver a Popo Sánchez; escuchar, después de un largo ayuno, a una de las pocas leyendas del jazz en México.

Dos minutos después de las siete, Rodolfo Sánchez sale a escena con un sax tenor al cuello. Emocionados, más de 300 asistentes empezamos a aplaudir. Pronto nos damos cuenta de que el grupo anunciado no está ahí. En lugar de Miguel Villicaña, Leo Corona se sienta al piano, y en lugar de Jesús Sánchez Puebla, es el mismísimo Roberto Aymes (organizador de ese ciclo) el que aparece con su bajo respectivo. La batería permanece sola.

Popo saluda, agradece, bromea, hace tiempo, y cuando el rollo está por agotarse, como salidos de la nada, aparecen el bajista y el baterista programados, Sánchez Puebla y Mario García, dos jóvenes músicos que desde hace tiempo acompañan al saxofonista con su base rítmica.

La música empieza inmejorable con el tema de la película La calle del delfín verde. La ansiedad del todavía mojado respetable da paso a una instantánea prendidez, a una emotividad sextuplicada que estalla muy temprana y sorpresivamente, cuando minutos después el cuarteto interpreta Someday my prince will come, ese mismo, el vals Disney de la Cenicienta, pero, obviamente, con la maestría instrumental, la fuerza y la elegancia de Popo Sánchez.

A partir de ese momento, la comunión entre músicos y asistentes no se rompe ni un solo instante. Al cuarto tema se agrega Leo Muñoz en las tumadoras y el sabor latino sienta sus reales, desde Alone came Betty hasta Chaga de saudade, un tema de Antonio Carlos Jobin con el que el público impresiona ahora a los músicos; los impresiona por la manera inaudita (de veras inaudita) de aplaudir. Y que valga el lugar común, pero esto era ya una locura.

Mucha pieza

Popo alterna los saxos tenor y alto soprano con su omnipresente fuego interno; un fuego pausado, sereno, que parece no alterarse ni aun en medio de las constantes explosiones en el teatro. Millones de fragmentos de algo muy parecido a la magia vuelan entre las butacas y nos marean hasta las últimas consecuencias del goce... Ƒestético? Nadie se va, todos se vienen.

Entre los ya secos asistentes se alza una voz que sintetiza con sencillez el sentir común:''Eres mucha pieza, Popo''.

En esta ocasión Popo Sánchez llegó sin flauta. Trae un repertorio de estándar que va de Body and soul a Lush life, aunque, por supuesto, el término estándar adquiere las más altas connotaciones en los arreglos y el feeling de estos cinco músicos, totalmente motivados, felices por la respuesta de sus escuchas. (Antonio Malacara)