JUEVES 10 DE AGOSTO DE 2000

El reclamo chiapaneco

 

* Sami David *

Democracia y civilidad es el reclamo chiapaneco. Por eso es urgente preservar el clima de madurez y concordia como signos claros de convivencia y cordialidad. Las agresiones son actitudes de intolerancia, de incivilidad. Cualquier expresión autoritaria, cualquier manifestación de autoridad excesiva, cualquier síntoma que no vaya acompañado de tolerancia, de acuerdo social y de reconciliación, no contribuye al cambio chiapaneco,

La agresión a mi persona, a mis colaboradores y simpatizantes, el viernes pasado en Soyaló, ofende la voluntad ciudadana y atenta contra la libertad de pensamiento, contra los derechos políticos. Es contraria al ejercicio y anhelo democrático de los chiapanecos. Los discursos beligerantes no son propios en una tierra golpeada por el fantasma de la guerra, en un territorio golpeado por el atraso y la marginación, a pesar de los esfuerzos de nuestras autoridades.

Pero tampoco es prudente asumir actitudes mesiánicas. Los falsos redentores de la democracia, que se llenan de espuma profética para pregonar la victoria sin pasar por el tamiz del sufragio, no tienen cabida. La virulencia no es válida ni siquiera en el discurso de campaña. Por eso es prudente evitar las expresiones ofensivas. Las actitudes de arrebato a nada conducen. Mi prudencia y mesura de ninguna manera significan debilidad. Es un claro signo de compromiso social.

No es tiempo de incertidumbre. No es tiempo de caer en provocaciones. Los chiapanecos anhelamos que se nos respete, que se nos observe como una entidad que anhela el cambio a través del sufragio, no como una sociedad minada por la mentira y la simulación. O por la intolerancia. Por eso decimos no a los chantajes, a la injerencia de quienes pretenden socavar la estabilidad de Chiapas.

La política, lo he señalado en diversos foros, es ejercicio colectivo, no práctica de individualidades ni ejercicio de iluminados, de falsos redentores de la democracia. El discurso grosero, beligerante, no tiene cabida en un proceso democrático civilizado. Los chiapanecos lo sabemos por experiencia. Las voces que descalifican a las instituciones y a la sociedad chiapaneca impiden el proceso de transición democrática, se oponen a la estabilidad y al reclamo democrático.

Como candidato del PRI a la gubernatura de Chiapas, lo he señalado muchas veces, en la entidad tenemos deudas pendientes: la dignidad y el respeto al pueblo chiapaneco; la democracia, como la única voluntad de la población; la justicia social, puesto que el desarrollo no ha sido equitativo. El progreso no ha llegado a todos por igual. Por eso mi apuesta por la gobernabilidad, la concordia y la reconciliación. Las agresiones de cualquier especie deben ser reprobadas. No tienen cabida en el proceso que vivimos.

Quienes pretenden despertar al Chiapas bronco juegan con fuego. No es oportuno tirar la piedra y esconder la mano. Chiapas está en los ojos de todo el mundo. Pero no es tierra de nadie. Ni el salvajismo ni la barbarie se han apoderado de la tierra de Belisario Domínguez, paladín de la democracia. Chiapas repudia a quienes redoblan tambores de guerra. La democracia no se obtiene lapidando al contrario sino con propuestas civilizadas, con programas de desarrollo y transformación social. La gobernabilidad se funda en la democracia y la justicia social. *