MIERCOLES 9 DE AGOSTO DE 2000
Ť Posible acción terrorista, aunque ningún grupo se ha responsabilizado por el ataque
Atentado en Moscú; fallecen 8 personas y hay 53 lesionados
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 8 de agosto Ť Esta tarde, en esta capital, estalló una bomba que causó al menos ocho muertos y 53 heridos, 11 de ellos graves.
El desastre se debió a un artefacto casero de gran potencia, según las primeras estimaciones de los expertos, equivalente a un mínimo de 500 gramos y un máximo de kilo y medio de TNT. La explosión ocurrió en un paso subterráneo de la Plaza Pushkin, a escasos 500 metros de la sede de la alcaldía de Moscú.
De acuerdo con el testimonio de sobrevivientes, poco después de las seis de la tarde se escuchó una explosión, se fue la luz y el paso subterráneo se llenó de humo. La onda expansiva fue tan fuerte que a muchos les calcinó la ropa por completo y les provocó severas quemaduras en el cuerpo. Arrastrándose, la mayoría pudo salir a la superficie.
Abajo todo era caos. Humo y gritos desesperados de ayuda, en medio de una destrucción casi total. El lugar, donde confluyen tres estaciones de Metro, tenía una galería de pequeños locales comerciales que se convirtieron en trampa mortal, al volar en pedazos las vitrinas de las tiendas.
La televisión local, en conexiones en directo cada media hora, la primera apenas unos minutos después de la explosión, transmitió cadáveres calcinados y miembros humanos desprendidos, mezclados con los escombros a que quedaron reducidos los comercios. Se habilitó un número telefónico especial de información sobre víctimas.
El presidente Vladimir Putin convocó a una reunión del Consejo de Seguridad de Rusia, y tomó bajo su control personal la investigación sobre el atentado. La policía de Moscú recibió órdenes de redoblar la vigilancia, en guardias de 12 horas que incluyen la totalidad de efectivos, especialmente en las instalaciones nucleares y sitios concurridos. Los accesos a la ciudad quedaron prácticamente cerrados y se dejó un solo carril en las principales carreteras para una revisión rigurosa de todos los vehículos.
A escasos metros del paso subterráneo, en el otro costado de la Plaza Pushkin, junto a un supermercado, se encontró otro artefacto explosivo que fue desactivado por varios expertos de la policía.
Por la hora y el lugar en que ocurrió este martes el estallido de la bomba, las autoridades locales manejan la hipótesis de que se trató de un atentado terrorista, aunque por ahora nadie ha reivindicado el ataque. La mayoría de los rusos atribuyen la responsabilidad de la explosión a los rebeldes chechenos, posibilidad que el propio alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, fue el primero en apuntar.
"La naturaleza de este crimen es obvia -declaró Luzhkov-, porque la explosión tuvo lugar en una hora pico y en un lugar muy concurrido". Se habla de dos jóvenes sospechosos de tipo caucásico que habrían dejado la bomba en un maletín junto a una zapatería en el paso subterráneo. La policía, asimismo, no excluye un atentado suicida, dado que la explosión le arrancó las piernas a un hombre aún no identificado, lo cual hace creer a los criminalistas que la bomba le pudo haber estallado a escasos centímetros de distancia.
Sin embargo, el presidente de Chechenia, Aslan Masjadov, se deslindó de inmediato a través de un comunicado, difundido por una agencia noticiosa internacional, en el cual rechaza cualquier tipo de implicación en el atentado. "El gobierno checheno lamenta esta tragedia", señaló Masjadov, y agregó que "defendemos nuestro territorio contra un ejército invasor, pero no combatimos contra la población civil rusa".
Aunque los separatistas chechenos también negaron ser los responsables, las autoridades rusas los inculparon de los atentados en Moscú, en agosto y septiembre del año pasado, cuyo origen quedó sin esclarecer. Con o sin culpa de los chechenos, esos actos terroristas y los ocurridos en otras ciudades rusas, con un balance total de 293 muertos, sirvieron al Kremlin para iniciar su llamada operación antiterrorista en Chechenia.
En medio de la confusión de hoy, no faltó quien trató de sacar provecho personal de la tragedia. Así, un grupo de seguidores del ultranacionalista Vladimir Zhirinovski se apersonaron en el lugar de los hechos para incitar a los habitantes de Moscú a perseguir a las personas de "apariencia caucásica" residentes en la capital, bajo el lema -desplegado en una manta de gran tamaño- de que "el mejor checheno es un checheno muerto".