MIERCOLES 9 DE AGOSTO DE 2000
El espinoso destino del PRI
* Luis Linares Zapata *
Hay un centro neurálgico y distribuidor de energías del PRI que pasa por las elecciones de Chiapas primero, y de Tabasco inmediatamente después. El resultado de esas consultas a la ciudadanía marcará no sólo el contenido y la profundidad de las transformaciones internas de ese partido, sino que afectará, al mismo tiempo, los ritmos de su vida interna y la formación de los liderazgos que habrán de conducirlo en estos trances de penalidades e imaginación. Es por ello que la atención se va concentrando a pasos agigantados en la sensitiva elección chiapaneca.
Todos aquellos intereses que se han nucleado alrededor de los gobernadores del sureste, capitaneados por Roberto Madrazo, han decidido exponer todos los recursos de que puedan echar mano, y que ciertamente son cuantiosos, para inclinar la balanza a su favor. Nada se va a escatimar para lograr la victoria. Ni el riesgo del escándalo es obstáculo para montar una operación digna del pasado más grotesco. Tampoco les espanta una siempre presente anulación de los comicios, si éstos les fueran contrarios. Según la siempre vigente consigna de que lo que no es de nadie, será del primer osado que se lo agencie, ya sea a la buena o, si esto no es factible, por la tristemente famosa legalona. Es mucho lo que en esos comicios se juega, aseguran, para dejarla en manos de los votantes, máxime cuando éstos son los nutridos grupos de analfabetas de esas tropicales tierras, antes tan dóciles a la égida de caciques y camarillas.
Lo cierto es que mucho de los cambios que el PRI requiere con urgencia, método, legitimidad y valentía penden de los resultados que se obtengan en esos dos estados tan afectados por la inercia de un atraso que es, por muchas de sus consecuencias en pobreza y marginación, doloroso. La presencia en campaña abierta de Madrazo en Chiapas, aun sin la presencia del candidato herido, es un claro indicador de la emergencia ante la inminente derrota. Pablo Salazar, el abanderado de la coalición, no pasará: es el grito de guerra.
Las ironías brotan por doquier que se afine la mirada. La mayor seguridad de los cambios apunta más hacia la derrota que a la victoria. La modernización de uno de los partidos más importantes aparece anclada en el postrado Sureste. Pero así parece ser que se presenta la ruta en el PRI. El que haya sido paulatina pero consistentemente abandonado por las clases medias urbanas, por la juventud educada y por amplios contingentes de mujeres otrora fieles simpatizantes, no es la única evidencia que lo aqueja. Esta última elección les mostró el horrible rostro del desplazamiento del voto verde, del de los indios y la ruralidad pobre. Las contraposiciones y los pleitos a su interior son ya lo de menos. La profundidad de su cambio esperado, y las salidas planteadas por una futura normalidad democrática, parecen requerir de una nueva derrota electoral. Esta vez en el sureste, su más que dudosa reserva de votos según la conseja popular. El bastión casi inexpugnable del más rancio y autoritario patrimonialismo. Precisamente esta característica fue una de las constantes valoraciones que el electorado ha levantado para alejarse de ese partido. Y es desde ahí de donde se piensa, con una retórica anclada en lo contradictorio, disputar los cargos directivos del PRI para iniciar la reforma anunciada.
Tanto los números como la trayectoria que siguen la voluntad y las simpatías del electorado van por rutas distintas a los anhelos de los dirigentes actuales del priísmo de Tabasco y Chiapas. En este último estado, porque la coalición del PAN y el PRD se ha solidificado y no muestra señales de flaquear. En Tabasco, porque las rivalidades internas han reventado, sin ocultamientos, azuzadas por la práctica de control extremo del gobernador. El PRI, en esa entidad, ha surtido de aceptables candidatos y votantes a una oposición que ha robustecido su espíritu de cuerpo con los triunfos de Fox y de López Obrador. Y porque, además, se prepara para unificarse en un plazo perentorio. En cambio, las fuerzas del PRI, a pesar de las difundidas elecciones para designar candidatos a alcaldes, se descomponen y confían en los mecanismos tradicionales de compra y coacción, una mecánica que ha probado su insuficiencia y que entrará en contraposición con los sistemas de vigilancia, observación y encuestas de salida que se llevarán a cabo. No cabe duda, muchos de los bienes futuros requieren de sus males presentes. *