MIERCOLES 9 DE AGOSTO DE 2000

ƑPor qué se suicidan las mujeres?

 

* Arnoldo Kraus *

Al pensar en las mujeres suicidas, o en las que enferman prematuramente por causas "no naturales", se entiende que ni el feminismo ni el Segundo sexo ni los Cuadernos dorados son productos inventados o creaciones del azar. Es cierto: el mapa cromosómico del hombre y la mujer difiere. Pero no tanto. Se trata sólo del cromosoma que determina el sexo. La miriada de genes y clones, de partículas infinitesimales, de ácido desoxirribonucleico, y otros tantos universos moleculares son casi idénticos en el varón y en la mujer. No es mejor ni peor el de la mujer que el del hombre. El signo @, nuevo medio de hablar, que intenta unificar sexos, sin primeras ni segundos, podrá, en el futuro, ser buen puerto para disminuir diferencias y saber que, entre hombres y mujeres, entre niñas y niños, las discordancias son menores. Habrá que aguardar.

Y agrego: no es la serendipia la culpable de que la mayoría de las instituciones que llevan nombre, sean del sexo masculino. La costumbre, la fuerza de la costumbre, es la que ha determinado el mayor peso de un sexo sobre otro. Las disparidades se inician desde la procreación y prosiguen en el poder histórico del hombre. Insisto: no son las X y las Y las culpables. Hay que escarbar en el entramado social y nunca pensar, pensar siquiera, que Eva fue la responsable. ƑPor qué se suicidan las mujeres?

ƑPor qué la mortalidad de las mujeres que viven en soledad o que tienen matrimonios disfuncionales es mayor que las que tienen "buena" compañía? Quizá, dentro de algunos siglos, se nos diga que el suicidio está determinado genéticamente. Pero, por ahora, no.

A nivel mundial, la tasa de suicidios es menor en las mujeres que en los hombres. Se ha sugerido que la frecuencia de adicciones, los efectos del desempleo y la violencia afectan más a los segundos. Y, se ha dicho también, que a pesar de que el divorcio lastima por igual a ambos sexos, las mujeres, por ser responsables la mayoría de las veces del cuidado de los hijos --factor protector contra suicidios--, esquivan la idea de la muerte voluntaria. Se ha argumentado también que el sexo femenino acude con mayor frecuencia al psiquiatra en busca de ayuda cuando emerge este tipo de ideas, y finalmente, es evidente que los métodos usados por éstas para producir la muerte son menos efectivos que los de los varones. Estudios recientes aportan datos interesantes, cuya importancia radica, entre otros motivos, por provenir de culturas distintas.

En Bangladesh, las lesiones intencionales y no intencionales son una de las causas principales de muerte en mujeres entre 10 y 50 años. En este grupo, la mitad de los decesos por causas no naturales fueron por suicidio; el envenenamiento fue la causa predominante. La mayoría de estas muertes, comenta una revista médica, "suceden en mujeres menores de 30 años y usualmente se relacionan con querellas matrimoniales". Según los expertos, en Asia --el panorama en América Latina es similar-- los suicidios tienen como constante presiones sociales y psicológicas secundarias a disputas familiares, fracasos en el amor o problemas económicos. Mayor pobreza y tasas más altas de analfabetismo en las mujeres, son también determinantes, pues se vinculan con baja autoestima.

En países ricos como Suecia, las lecciones son también interesantes. Las madres solteras tienen 70 por ciento más posibilidades de morir que aquéllas que tienen parejas. La razón es simple: tienen más desventajas sociales, más problemas financieros y menor acceso a la salud. En esta población, el riesgo de sucumbir está vinculado a una mayor frecuencia de suicidios, violencia y abuso en el consumo de alcohol. Se encontró, también, que las madres solteras que trabajan "tiempo completo" tienen alteraciones considerables en su salud psicosocial. Entre otros motivos, estas mujeres no tienen acceso a satisfactores sociales, fuman más y se encuentran con frecuencia aisladas. Así, tanto el divorcio como la separación de la pareja, son eventos estresantes que conducen a un fin prematuro.

En los países pobres, incrementar el nivel socioeconómico de las mujeres puede ser una solución para disminuir la frecuencia de suicidios, mientras que modificar la cargas de la soledad en los países ricos, podría ser antídoto contra el deceso voluntario. A nivel humano, ético, mundial, los suicidios y las enfermedades "no naturales" del sexo femenino tienen que ver, sin duda, con lo que De Beauvoir (El segundo sexo) y Lessing (Cuadernos dorados), así como el existencialismo denominaban, hace varias décadas, "el Otro". En la noción de que "el Otro" son las mujeres, las naciones ricas y pobres son similares. *