MIERCOLES 9 DE AGOSTO DE 2000

Estado redistribuidor

 

* Bernardo Bátiz *

El debate de fondo de nuestro tiempo radica en determinar el papel del Estado en la economía; los globalizadores, partidarios del libre juego de las leyes del mercado, creen que el Estado debe estar al margen del mundo de la producción, la distribución y el consumo, que queda en manos de los particulares, básicamente de los empresarios y, hoy por hoy, de los grandes empresarios que actuando con plena libertad y a partir de la competencia regulan precios, costos y distribución de bienes y servicios.

Se trata, como dicen los partidarios de la economía solidaria, de un sistema en el que el pez grande se come al chico sin misericordia alguna; en ese sistema el Estado no juega papel relevante alguno y es visto, si acaso, como un mal necesario.

Enfrente de esta imagen liberal o neoliberal está el concepto del Estado como un instrumento jurídico y político del pueblo que, además de administrar la justicia conmutativa y establecer el orden público, se ocupa también de la justicia distributiva.

Siguiendo esta línea de pensamiento, que responde a diversas formas no capitalistas de entender la convivencia social, el futuro jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, propuso las 40 primeras medidas que impulsará el gobierno a su cargo, en un documento publicado la semana pasada en varios diarios, entre ellos La Jornada, y que denominó: "La Capital de la Esperanza".

De este documento me llamaron especialmente la atención dos aspectos que son complementarios y que se explicarían poco y mal si no se les considerara unidos.

Uno de ellos es el énfasis que se pone en el ahorro de los dineros públicos de la ciudad, a través del inusitado mecanismo de administrar bien, con austeridad y cuidado, sin sueldos y gratificaciones estrafalarios, con "cero corrupción" y disminuyendo gastos superfluos en personal, equipo, comunicaciones, etcétera.

El segundo aspecto de la propuesta que me interesó es la otra cara de la misma moneda: Ƒen qué se va a gastar lo que se ahorre con las medidas que se adoptarán?

Las iniciativas que se enumeran en el documento que comento tienen que ver con la concepción de un Estado interesado en la economía y especialmente en la parte de ella que se ocupa de la distribución, o quizás sea más correcto decir de la redistribución de los bienes y servicios.

Entre las prioridades enumeradas está la atención médica a la población que no cuenta con los servicios llamados institucionales, IMSS e ISSSTE, incluidas medicinas, y en caso de niños de la calle y adultos mayores de 70 años también alimentos y atención médica domiciliaria.

En el área de la educación se proponen 100 mil becas, una Universidad de la Ciudad de México y una preparatoria para cada una de las 16 delegaciones, por supuesto, educación gratuita, en cumplimiento del artículo tercero constitucional y con la intención de que sea de buena calidad la que en ellas se imparta.

Otros objetivos de este programa de indudable inspiración social son: estancias infantiles, viviendas, libros de texto y créditos baratos para trabajadores de pocos recursos.

En resumen, la propuesta se inserta en la concepción solidaria de la economía y en la de un Estado no indiferente que sirve a todos, pero con una preocupación especial a favor de los más necesitados. Si se beneficia a los pobres, todos nos beneficiamos; si se beneficia a los ricos, todos a la larga nos perjudicamos, aun ellos. Si no mal recuerdo, ésta es una idea de Emmanuel Mounier. *

 

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