DOMINGO 6 DE AGOSTO DE 2000

 

Ť Néstor de Buen Ť

Las angustias corporativas

La semana ha sido rica en acontecimientos. El más importante: la declaración del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de que Vicente Fox es ya presidente electo. Me pareció ver alguna lagrimilla del ya señor licenciado don Vicente, en alguna de esas muy oportunas entrevistas inmediatas, especialmente la que le hizo Joaquín López Dóriga. No era para menos.

Pero junto a esa solemne declaración que José Luis de la Peza hizo en su calidad de presidente del TEPJF (y me dio mucho gusto ver a José Luis, amigo desde antes del tiempo, en esos trances), los acontecimientos que con cierta licencia llamaríamos "sindicales" no han dejado de tener gracia.

Los corporativos andan un poco moscas, quiero decir, preocupadillos por lo que pueda pasar en un futuro inmediato a partir de que el PAN tiene depositada y congelada una iniciativa de reformas a la Ley Federal del Trabajo, que descansa en el Senado, ámbito de mayoría priísta desde 1995. Y todos saben que en esa iniciativa uno de los temas candentes es la modificación de toda la estructura del derecho colectivo, léase libertad sindical, convenios colectivos y derecho de huelga, para mandar al archivo la intervención gubernamental. Además de la propuesta de sustitución de las juntas de conciliación y arbitraje por jueces de lo social, así denominados porque tendrían que conocer de juicios laborales y de juicios sobre prestaciones de la Ley del Seguro Social, que no dependerían de los poderes ejecutivos.

No faltan otros detallitos: la supresión de las cláusulas de exclusión, en mi concepto constitucionales pero canallescas y una mejoría de las condiciones de trabajo paralelas a una mayor flexibilidad y movilidad en la prestación de los servicios. Y productividad exigida pero necesariamente compartida.

Pero detrás de esas reformas que dan la impresión de que los señores corporativos (concepto suficientemente amplio para incluir a algunos que dicen que no lo son) no quieren, hay el problema del poder. En el camino los trabajadores no son más que un pretexto. Y la negra historia demuestra, desde el famoso y mal nacido "Pacto de la casa del obrero mundial", que nuestros sindicalistas anarquistas entonces, casi comunistas (CGT) después; medio socialistas (la CTM en su tierna primavera con Vicente Lombardo Toledano) y de todo un poco, pero siempre corporativos, han sido siempre gobiernistas. Y lo mismo da un Avila Camacho conservador, que un Alemán promotor capitalista, que un Ruiz Cortines precavido y republicano (mis respetos al viejo que no era tan viejo), que un frívolo López Mateos, regalador de registros sindicales y represor infinito de trabajadores, que un cruel Díaz Ordaz, que las amargas dosis de populismo posterior y que los neoliberalismos emergentes.

En todos los casos eso que llaman "movimiento obrero", que se rebautiza como Congreso del Trabajo, lo único que ha buscado es que sus dirigentes tengan su cachito de poder. Y no importa que el poder grande cambie de manos si se les deja un pedacito.

Tengo mis sospechas de que la famosa entrevista entre Rodríguez Alcaine y Vicente Fox haya nacido en Sinaloa. Es demasiada la coincidencia entre la visita del presidente electo al gobernador priísta de Sinaloa y el encuentro cordial, casi enseguida, en la búsqueda del cuatismo. Y no me extraña porque Juan S. Millán, a quien admiro y estimo mucho, es un hombre de equilibrio, que sin demasiados problemas podría dejar atrás los corporativismos y encontrarse con una democracia que forma parte de su modo de ser. Me gusta para dirigir la CTM con otros aires.

Me da la impresión que Vicente Fox estaba de muy buen humor cuando fue visitado por el máximo dirigente del Congreso del Trabajo. Y que si el máximo de la CTM hizo la gestión sin avisar a nadie, o por lo menos a nadie del propio congreso, creo que en el fondo buscaba una hegemonía que anda de capa caída y que a estas alturas sólo podría fundarse en lo que en Rodríguez Alcaine es una gracia y en otros un defecto sin remedio: su caradura natural, capaz de declarar su amor a quien muy pocos días antes había declarado la guerra.

ƑPerspectivas? Si Vicente Fox hace lo que le conviene a México y creo que lo hará, buscará una reforma de la LFT que pueda sintetizar la iniciativa del PAN con el proyecto nunca presentado formalmente del PRD. Tiene un hombre que puede ser eje: Javier Paz Zarza, diputado panista y defensor fundamental de la reforma. Y otro hombre indispensable: Porfirio Muñoz Ledo. Y como dos sólidos gestores iniciales, nada menos que Gabriel Jiménez Remus y Juan de Dios Castro. No está nada mal el equipo.

Los corporativos, los claros y los oscuros, pero no tan oscuros, no tendrán más remedio que acatar lo que venga, sin huelgas ni protestas. Al tiempo.