DOMINGO 6 DE AGOSTO DE 2000
Ť Falleció en Acapulco, a los 76 años
Durazo, de cruel jefe policiaco a benefactor de alcohólicos
Ť Fue escolta de López Portillo y se autonombró general
La Jornada/ El Sur, Juan Antonio Zúñiga, José Galán y Susana González Ť Oriundo de la población de Cumpas, Sonora, Arturo El Negro Durazo murió en la madrugada de ayer a los 76 años en el puerto de Acapulco, Guerrero.
Dejó tras de sí una vida llena de paradojas: vistió toga y nunca fue jurista; se autonombró general y jamás acudió al H. Colegio Militar; corrió como escolta personal al lado del presidente electo de México en 1976, y en diciembre del mismo año, José López Portillo lo nombró jefe de la policía capitalina.
Desde esa posición perpetró crímenes y abrió en esa corporación, en palabras del periodista Manuel Buendía, ''las compuertas al narco''. De jefe policiaco se convirtió en prófugo de la justicia en 1984 y, tras una larga persecución, en 1987 fue detenido en Puerto Rico y, luego de un complicado proceso, fue extraditado a México.
Más allá de los ''partes policiacos'' nunca escribió un texto, pero un libro sobre su vida vendió más de 800 mil ejemplares. Permaneció ocho años en la cárcel, y desde ahí ganó un litigio por difamación en contra de su presunto biógrafo, José González González, quien también fue su guardaespaldas. Jamás tuvo voz para cantar y se le hizo un corrido que interpretaba El Charro Avitia.
Arturo Durazo Moreno, El Negro, fue un individuo carismático y cruel, que tuvo casi todo en sus manos -poder, dinero y honores-, perdió lo primero y lo tercero, y terminó su vida como altruista, convenciendo a alcohólicos de dejar de tomar, antes de exhalar su último suspiro en la cama, donde permaneció por casi cinco meses, víctima de un cáncer, presuntamente en el colon.
De la Roma...
En su adolescencia rondaba mucho la colonia Roma y seguido se le veía en la nevería ''Irma''. Desde entonces empezó a mostrarse como ''un cuate de buena ley con sus amigos'', característica que conservó toda la vida y, en los cambios que ésta da, esa actitud fue una condición determinante para su nombramiento como jefe de la policía capitalina.
En alguna ocasión, el ex presidente López Portillo comentó que hizo al Negro jefe de la policía del DF, porque sabía que Durazo podía dar su vida por él.
Según el Diccionario Enciclopédico de México, del periodista Humberto Musacchio, Arturo Durazo Moreno hizo estudios en la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA) del IPN, y trabajó en el Banco de México entre 1944 y 1948.
En este último año cambió de oficio e institución para habilitarse como inspector de tránsito en el Distrito Federal, donde permaneció de 1948 a 1950, en plena época del mambo de Dámaso Pérez Prado.
De inspector de tránsito, cuando en la radio sonaba el Mambo del Ruletero, se convirtió en agente de la Dirección Federal de Seguridad, hasta que en 1958 ascendió a comandante de la misma corporación y en ese cargo se mantuvo hasta 1962, en la época del rock and roll en español.
También llamado por sus compañeros el Moro de Cumpas -en referencia al corrido sonorense en el que compite un caballo con este nombre, por parte de los pobres, contra el saino de lo ricos-, Arturo Durazo fue el creador de la temida Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD), de la cual no pocos integrantes se vieron involucrados en acciones ilícitas de todo tipo, al grado que hubo que desaparecer esta corporación, que tuvo como antecedente al no menos siniestro Servicio Secreto (SS).
En diciembre de 1976, su amigo de la infancia, José López Portillo, ya presidente de México, lo nombró director general de Policía y Tránsito del Distrito Federal, y creó el Colegio de Policía.
Pero desde ese cargo impuso en la corporación policiaca preventiva de la ciudad de México la más variada gama de prácticas de extorsión a sus subalternos, a quienes les exigía, incluso, centenarios de oro a manera de ''entre'' y cuotas por ''mordidas'' a la ciudadanía, que vivió una de las épocas de mayor desprotección que se conocieran hasta entonces. La impunidad fue su divisa.
A tal grado llegó el poder asumido por el director general de la policía capitalina lopezportillista, que por decisión propia, El Negro Durazo se autonombró general, con características similares a los del Ejército Mexicano, a pesar del patente disgusto del entonces secretario de la Defensa Nacional, el general Félix Galván López.
Bajo la protección presidencial, ostentó el grado hasta que dejó la policía capitalina, al término del sexenio presidido por José López Portillo, en 1982.
Pero antes, en 1980, la Asociación Nacional de Locutores le entregó el ''Micrófono de Oro''. Ese mismo año fue designado ''Funcionario del Año'' y fue recibido, entogado y todo, como miembro de la Legión de Honor.
Al río Tula
En 1983, al inicio del periodo presidencial de Miguel de la Madrid Hurtado, quien alcanzó la Presidencia de la República con el lema de la ''renovación moral'', la suerte del Moro de Cumpas cambió diametralmente. La prensa dio a conocer los pormenores de dos enormes residencias construidas por Arturo Durazo Moreno durante su gestión en el gobierno anterior.
Una, ubicada en el rumbo del Ajusco, la cual fue erigida presumiblemente con recursos más allá de los ingresos legítimos del ex jefe policiaco, y que, entre otras magificencias tenía en su interior una discoteca. La otra, edificada en Zihuatanejo, Guerrero, tenía tal monumentalidad arquitectónica que se le conoció como ''El Partenón'', por sus columnas de estilo griego.
Pero lo que era un secreto a voces, comentado por sus allegados, poco tenía que ver con este tipo de enriquecimiento. A Durazo Moreno se le vinculó con el asesinato de 12 presuntos asaltabancos de nacionalidad colombiana, cuyos cuerpos sin vida aparecieron en las aguas del río Tula, con huellas de tortura y tiro de gracia, que conmovió a la opinión pública nacional.
En 1984 se inició la averiguación previa SC/122/84 en la que se señaló a Durazo Moreno como presunto responsable de extorsión bajo amenazas de la Oficina de Licencias, por medio de los titulares de las 16 delegaciones, según la nota periodística aparecida en el diario Unomásuno, de aquellos años.
Por esa práctica se le acusaba de haber obtenido cerca de 60 millones de pesos de esa época, en tanto que de los comandantes de la policía auxiliar había obtenido cerca de 8 millones de pesos más.
Según la nota de Héctor A. González, ''en los archivos de la desaparecida DGPT se localizaron documentos correspondientes a los avances de construcción de las residencias de Durazo en el Ajusco y en Zihuatanejo, así como de la entrega de dinero en centenarios al jefe policiaco, quien así lo exigía a sus subordinados''. La denuncia fue interpuesta por la Contraloría de la Federación.
El 22 de enero de 1984, El Negro fue notificado de una orden de aprehensión en su contra, bajo los delitos de contrabando, defraudación fiscal, acopio de armas y abuso de autoridad, por los que fue encarcelado.
Lejos de su tierra natal, ayer en la madrugada falleció Arturo Durazo Moreno, El Negro, en el puerto de Acapulco. Sus restos llegarán hoy después de las 14 horas a la ciudad de México y serán velados en la agencia Gayosso, de Félix Cuevas. Mañana, en el panteón Español, serán cremados. Descanse en paz.