SABADO 5 DE AGOSTO DE 2000

El trazo de cadáveres exquisitos, con la pluma de Breton

 

Homenaje surrealista a Gironella

gironella-alberto-1-jpg Merry Mac Masters Ť A la voz de ''vamos a divertirnos", la concurrencia, en su mayoría desconocida entre sí, alrededor de una mesa comenzó la noche del jueves un juego surrealista que sirvió para recordar al pintor Alberto Gironella, en su primer aniversario luctuoso que se cumplió el 2 de agosto.

El instrumento principal fue nada menos que la pluma del escritor André Breton, padre del surrealismo. Con el delgado manguillo metálico que termina en un pequeño dragón, se elaboraron cadáveres exquisitos, una adaptación surrealista de un juego que involucra yuxtaposiciones al azar y asociaciones inconscientes.

Emiliano Gironella Parra recordó que al morir Breton, su viuda Elisa le preguntó a don Alberto si quería la pipa o la pluma de su marido. De haber escogido la primera ''estaríamos fumando la pipa de la paz", dijo Emiliano, quien recibió la pluma de manos de su padre. Incluso, hace unos años con motivo de una exposición que le dedicó a Breton, el joven pintor le hizo una base de bronce con una mano, la derecha, que la detiene y está a punto de mojar la punta en un viejo tintero de cristal que en vez de tinta contiene un par de ojos de vidrio.

Citados en la Casa Refugio Citlaltépetl, la acción comenzó con la lectura, por Verónica Volkow, del poema de Breton Mejor la vida. Mientras tanto Emiliano doblaba la hoja de papel que se iría rotando para que cada quien dibujara o escribiera un pensamiento que al final sería abierto para revelar la obra colectiva.

Antes de que María Luisa La China Mendoza tomara la palabra, Emiliano dijo que gracias a la periodista él estaba allí, ya que ''presentó a mi papá con mi mamá". La China recordó cómo su gran amigo, ''cada vez que decíamos algo, él lo ratificaba sacando un libro del librero".

Y abundó: ''Alberto fue el primer enorme descubrimiento de la pintura en sí", aunque cuando lo conoció era escritor. Pero, de pronto, un día les enseñó un cuadro ''espléndido", era la Condesa de Uta que él había ''arrancado" de una fachada gótica de mil años atrás, muy impresionado. ''Todos nos enamoramos de esa doncella o señora muy hermosa. Y de allí p'al real, poco a poco, de las iglesias góticas, Alberto empezó a descubrir a su vez la vida, šah la vida!, en la gran pintura europea, principalmente española. Hijo de catalán y yucateca, de plano se sumergió en un mundo castellano, absoluto".

La China Mendoza aprendió a conocer al pintor en la rapidez del brazo: ''No era el pintor de las lamidas y de los arrumacos con el óleo. Era el gran pintor de la mano, de hombre, de varón. Salían de su brazo como rayos y centellas los cuadros bellísimos de los cuales me enamoré enormemente". Luego, se refirió a la dificultad de tratarlo porque ''era un hombre que de pronto estaba hablando íntimamente al oído cosas maravillosas y al instante ya nos estaba insultando y diciendo cosas horribles".

En eso Carmen Parra anotó: ''Están haciendo cadáveres exquisitos como se les da la gana". Hubo quien se aventuró a hablar de Breton. Interrogada sobre cómo se sentía dibujar con la pluma del francés, la pintora contestó: ''Es una osadía". Sin embargo, al parecer la mayoría no lo había leído. Circularon después las copas de vino tinto y blanco, que fueron alzadas en nombre del homenajeado.