Ť Ante ojos de dos miradas en el Jardín Borda de Cuernavaca
Compartir veredas artísticas, divisa del binomio Cauduro-Hernández
Ť Exponer juntos piezas escultóricas y pictóricas, anhelo cumplido de ambos creadores
Ť El éxito en la venta de obra los provee de enorme libertad para hacer lo que más les gusta
Claudia Pacheco, La Jornada Morelos, Cuernavaca, Mor. Ť Rafael Cauduro y Carla Hernández son dos artistas plásticos inmersos cada uno en la obra del otro durante mucho tiempo. Con la muestra Ante ojos de dos miradas ?que permanecerá hasta el 10 de septiembre en el Jardín Borda de esta ciudad? pretenden saldar una deuda con ellos mismos, es decir, exponer juntos.
Cauduro ha dado a conocer su obra, de manera individual o colectiva, desde 1976 en México ?Casa del Lago de la UNAM, los museos del Palacio de Bellas Artes, de Arte Moderno, Carrillo Gil, de San Carlos, de la Ciudad de México y en galerías privadas como Misrachi?. En Cuba, Puerto Rico, Costa Rica, Estados Unidos y varios países de Europa.
Carla Hernández, a partir de 1993, ha expuesto en Galería de Arte Misrachi, La Tallera y la Fundación Cultural Michel Domit.
''Carla y yo trabajamos durante veintitantos años juntos, pero ni ella ni yo hemos expuesto de manera individual en Cuernavaca, donde hemos vivido. Era un reproche que yo me hacía. Lo mismo le sucedía a ella, pues no obstante compartir experiencias creativas tampoco habíamos expuesto juntos. Mucho del trabajo de Carla fue a mi lado y después ella hizo su propia obra", explica Cauduro.
''No es una confrontación sino un trabajo que está siempre junto y nos pareció interesante mostrarlo", añade.
Hernández dice que ''muchos no me conocían como Carla Hernández sino como Carla Cauduro ?antes formaban un matrimonio? y la idea de esta exposición es abrirme puertas y que, si bien mi obra es pequeña, vean que llevo 23 años de trabajo. Mi vida está dentro de la obra de Rafa y la creación de ambos se observa con dos miradas".
Saltar a la plástica
Rafael Cauduro y Carla Hernández dieron el salto a la plástica sin proponérselo. Ella era comunicóloga y él estudió arquitectura y diseño industrial.
''No fue una determinación buscada, era una especie de decisión que se escurría, pues en el ambiente de esos años era muy difícil ser pintor, en ciertas clases sociales, como la media, no lo veía con buenos ojos. Si te gustaba la plástica irremediablemente terminabas de arquitecto o diseñador industrial. Mi dinero, al principio, lo ganaba haciendo caricaturas o ilustraciones, pero nunca diseño industrial o gráfico. El brinco ocurrió en 1975, cuando decidí pintar de tiempo completo y asumir eso como profesión", explica el pintor.
Carla, a su vez, dice: ''Cuando terminé mi carrera me dediqué a hacer comerciales de televisión, vendía enciclopedias británicas y lo que podía, porque cuando sales de la universidad no encuentras trabajo, sabes mucho de nada y poco de todo". Al mudarse a Cuernavaca, señala la creadora, ''no había nada para mí. Representaba a Rafa. El era ilustrador y para poder comer, llevaba y traía sus dibujos en agencias de publicidad. Cuando le empezó a ir bien, dentro de la pintura, me quedé sin hacer mucho".
Sin embargo, Carla ya tenía el arte dentro de sí, pues escribía poesía erótica, cuentos surrealistas, de terror. ''Me encantaban los crímenes, pero siempre metidos dentro de la fantasía". Y cuando no está en la escultura, escribe, pero sus cuentos sólo los conocen personas cercanas a ella. Incluso, empezó dos novelas.
Entonces, explica, inició su trabajo con Cauduro ''sin saber hacer nada", se encargaba de fondear los cuadros, de arreglar sus marcos. "Más adelante comencé a meterme dentro de las texturas. Experimentar con los materiales fue extraño, como cuando empecé a esculpir. No tenía la más remota idea".
Búsqueda, erotismo y dolor
Y es esta experimentación con materiales lo que Cauduro utiliza en sus obras, "son veredas que uno va tomando y no sabes a dónde van a llegar''. La búsqueda nunca termina, pues experimenta con altorrelieves en fibra de vidrio que después pinta.
En Ante ojos de dos miradas se mezclan esculturas de Cauduro y pinturas de Hernández para mostrar cuán diferentes son y cuán iguales también. ''La obra de Rafa siempre tiene una historia detrás. El no es tan expresivo como yo, pues recrea personas, mujeres serias", señala Carla.
Rafael explica: ''Me tachan de hiperrealista. Sí, tengo una relación directa con las imágenes sensoriales pero rechazo el término 'demasiado'. Me acerco a códigos muy identificables, es donde me siento cómodo. Me gusta asirme a una serie de objetos, son símbolos y signos. De ahí parto a un lenguaje que sea identificable".
''Muchos piensan ?apunta Carla? que mi obra es erótica y dentro del erotismo no hay tanta tristeza. Me gusta jugar entre el límite del placer y el dolor. Si se ven las caras en un momento de éxtasis y se hace un close up, sin sonido, no se sabe si sufren o sienten placer".
''Quiero expresar fuerza ?dice? y por desgracia no sé si sea la naturaleza, pero la alegría no tiene la fuerza del dolor y la angustia".
El juego, diversión y dolor
Cauduro indica que ''las vocaciones se definen por una grande inmersión en el trabajo, pues uno se torna muy obsesivo. Cuando existe vocación casi siempre hay una buena posibilidad de éxito. Si uno piensa siempre en el trabajo es difícil que se le vayan las oportunidades, se vuelve disciplinado y se crea con gusto. Es como una aventura que se debe jugar.
''Es el juego de pintar, que uno se divierta mucho, que goce lo que hace aunque sea una especie de catarsis y exprese cosas duras, difíciles, y escarbe en sus temores, pero eso puede ser placentero. Jugar es divertido y, a la vez, doloroso", agrega.
No obstante, para cerrar el círculo se necesita el espacio público y ''es importante mostrar la obra, compartirla. Las experiencias se completan cuando se hacen comunes y es muy difícil que una gran experiencia se pueda guardar para sí mismo, por lo menos se platica. Lo mismo si la experiencia es terrible como si es maravillosa, si se está solo como que algo falta y si no está con nadie por lo menos se platica. Son rarísimas las personas que pueden tener un momento maravilloso o terrible y no compartirlo. Existe una especie de naturaleza acerca de compartir lo importante de la vida".
Cuando se comparte surge la comercialización. Al respecto, Cauduro comenta: ''La profesión depende de que puedas vivir de ello. Hay muchos casos de pintores que viven de la pintura ciento por ciento". Para que el artista pueda vivir de su obra ?inclusive con libertad para crear? debe existir una relación entre obra y venta, ya que ''si se trabaja y hace obra y se puede vender, eso le da al pintor una enorme libertad. Si uno hace la obra que quiere y no se vende entonces hay un problema. El chiste es que la obra que uno disfruta hacer, la que uno quiere hacer, se venda. Si se tiene éxito en la parte de venta eso abre la más grande de las libertades porque hay un público que cree en el artista y en su obra".
Hernández afirma, por último, que la comercialización de su obra le facilitaría la vida en lo económico. ''No tengo sed de grandeza, pero todos queremos vivir de nuestra profesión y de lo que nos gusta".