SABADO 5 DE AGOSTO DE 2000

 


Ť Rolando Cordera Campos Ť

Las multinacionales existen

Contrariamente a lo que dicen algunas versiones ingenuas sobre la globalización, las empresas multinacionales existen y parecen hoy más poderosas que nunca. Para bien y para mal, estos conglomerados son actores estelares del drama económico y financiero mundial y sus estrategias se dirigen ahora a acomodarlas, y a acomodarse con las nuevas expresiones sociales y políticas de reacción a un proceso que ofrece grandes mutaciones, pero por lo pronto trae consigo inseguridad y dislocación social por todos lados.

La semana pasada, en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, tuvo lugar una ceremonia que da cuenta de la evolución de esta estrategia trasnacional, de frente a la protesta y la movilización contra los efectos de la globalización. Con Kofi Anan como testigo y anfitrión, alrededor de 50 firmas multinacionales, como Chrysler, Dupont, Ericsson o la Royal Dutch Shell, anunciaron un "compacto global" que firmarían con cerca de 12 sindicatos y varios organismos no gubernamentales, para apoyar los derechos humanos, eliminar el trabajo infantil y permitir la libre acción de los sindicatos, además de comprometerse a cuidar el ambiente.

De no avanzar por este camino, advirtió el secretario general de la ONU, se pone en peligro el consenso logrado sobre el libre comercio global. Así, el anuncio multinacional puede verse como una primera y tentativa respuesta a lo ocurrido en Seattle, a finales de 1999, y en Washington, en abril pasado, así como a lo que seguramente ocurrirá en la próxima reunión conjunta del Banco Mundial y el FMI, que se realizará en Praga. Más que sicología elemental sobre fobias y filias, lo que parece buscarse desde las cumbres del poder económico mundial es un camino de compromisos y diálogos, ante un panorama socialmente incierto y dominado por la inseguridad económica y social, que cruza continentes y niveles de desarrollo hasta poner en tensión y en cuestión las propias negociaciones orientadas a la construcción de un necesario pero esquivo nuevo orden económico internacional.

Las críticas no se hicieron esperar: el acuerdo, en realidad todavía un proyecto, carece de "dientes", y algunos de los posibles firmantes son también algunos de los más conspicuos violadores de los derechos humanos, depredadores del entorno y aguerridos enemigos del sindicalismo libre e independiente.

Sin embargo, el anuncio da cuenta de indudables evoluciones que, no sin simulaciones de toda laya, buscan recoger la complejidad inédita abierta por el cambio global y el fin de la bipolaridad, al menos en el terreno de las relaciones económicas. En México debería recibir especial atención y seguimiento y Ƒpor qué no? buscarse su nacionalización.

Con multis y sin ellas, es cada día más claro que los temas enunciados son parte central de la agenda económica y social del país, no sólo en las regiones "no incorporadas" a la internacionalización, sino en prácticamente todas las franjas donde tiene lugar la producción más dinámica y vinculada con el comercio exterior. Contratos de protección por todos lados, descuido sistemático del ambiente, falta de higiene y empleo infantil, no son prácticas ajenas o excepcionales a la modernidad salvaje que se impuso con el cambio estructural atropellado de estos años de penuria y permanente emergencia financiera.

Las multinacionales existen: item más. El ahora ungido candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, George Bush, eligió compañero de fórmula para su carrera presidencial a Dick Cheney, quien cuenta con un impecable récord de ultra conservador en el Congreso, secretario de Defensa con el padre del candidato y hasta hace unos días director general del gigante petrolero Halliburton, seguramente será confirmado por la convención en Filadelfia.

La empresa que Cheney dirigió desde 1995 vende tecnología y servicios petroleros a las compañías explotadoras en todo el mundo, así como a varios países productores y exportadores del crudo. Se calcula que el año pasado sus ingresos totales fueron de 15 mil millones de dólares, y que sus ingresos netos alcanzaron la cifra de 400 millones de dólares. Tiene 100 mil empleados y opera en prácticamente todo el globo. Cheney habría ganado en su puesto casi 3 millones de dólares. De la guerra del Golfo, que el ahora candidato a la vicepresidencia de su país dirigió desde el Pentágono, al polígono del gran dinero trasnacional del petróleo.

Todo queda, en el caso de los Bush, en familia. Petróleo llama a petróleo. E ideología llama a dinero. "Claro que es un conservador, respondió Bush a las primeras críticas a su compañero de fórmula... como yo lo soy también".