SABADO 5 DE AGOSTO DE 2000
Ť Miguel Concha Ť
Manipulación religiosa
EN FORMA POR DEMAS OPORTUNA, objetiva y ponderada, el pasado 1o. de agosto, el obispo de San Cristóbal de las Casas puso a la consideración de su feligresía algunos criterios éticos, con los que quiere dar aplicación concreta a una exhortación pastoral que sobre las elecciones para gobernador habían ya emitido días antes las tres diócesis de Chiapas. Además de pedir oraciones por la paz, la verdad, el respeto y la fraternidad de los chiapanecos, "independientemente del partido, grupo, organización, etnia o religión a que cada quien pertenezca", recuerda el derecho y el deber cívico y moral de participar en las urnas para elegir responsablemente al candidato que inspire más confianza, "por su coherencia de vida, por sus propuestas rea-listas para erradicar la marginación y lograr la justicia y el desarrollo integral para todos, en especial para los indígenas, y por su capacidad para avanzar en la pacificación". Nada más. Y en total coherencia con el ma-gisterio actual de la Iglesia católica en materia social y política, añade: "Hay que valorar su vida de fe, pero ninguna persona o partido político puede considerarse exponente de alguna religión, pues el Evangelio de Jesucristo no se agota ni se limita por un partido".
Sus palabras vienen muy al caso, porque en ese estado parece haberse desatado desde hace semanas una operación sutil, que por ignorancia o por evidente manipulación pretende transformar las elecciones en una cruzada religiosa contra el candidato de la oposición, por su condición de evangélico. Mediante algunos volantes y panfletos anónimos que circulan de mano en mano con mayor o menor intensidad, se intimida, por un lado, e incluso amenaza indebidamente a los católicos para que no voten por el candidato de la Alianza por Chiapas, y se invita, por otro, sospechosamente a votar por él, arguyendo simplemente su filiación religiosa. "Como católicos -dice uno de los volantes de marras- lamentamos que la Iglesia evangélica pudiera crecer, y como chiapanecos y mexicanos nos preocupa que puedan incrementarse los irracionales conflictos político-religiosos, que con masacres y falta de razón muchos han persistido (sic) entre los grupos indígenas. Defendamos nuestra fe -dice en el colmo de su desvarío o de su manipulación ignorante o deli-berada-, porque los gobernadores de Chiapas deben de continuar (sic) siendo católicos".
El asunto no es de menor importancia, porque aparte del carácter laico del Estado y la política, ya sabemos cómo en Chiapas, desde tiempo inmemorial, se ha manipulado también la religión para generar conflictos o para encubrirlos con ese manto, con consecuencias catastróficas particularmente para las comunidades indígenas.
Llama por ello igualmente la atención que el panfleto, supuestamente evangélico y pretendidamente firmado por unos "Amigos de Pablo", aludiendo al candidato de la Alianza por Chiapas -y que éste expresamente rechaza-, venga claramente rubricado con una cruz, así sea para significar la primera letra de la palabra "todos", pues de acuerdo con las costumbres y concepciones de muchas confesiones evangélicas, no se usa en la práctica ese símbolo cristiano. Hay entonces una intención deliberada de enfrentar a católicos y evangélicos en las próximas elecciones, y por ello don Felipe Arizmendi enfatiza, junto con toda su Iglesia, que "no se debe usar la religión como criterio de división, sino de unidad".
Consciente además de la falta de limpieza que se dio en las pasadas elecciones, sobre todo en el medio rural, el obispo de San Cristóbal reitera que el voto es libre y secreto, y reprueba, por tanto, con la misma claridad, toda forma de intimidación, amenaza y manipulación de los electores. "No confíen a otros -dice concretamente- su credencial de elector, porque esto condiciona o impide su libertad. No se dejen comprar por los regalos o el dinero que les ofrezcan. Si aceptan lo que les dan, de todos modos conservan su libertad para votar por quien quieran. La distribución de los programas de ayuda no ha de condicionar la decisión personal de cada elector". De manera igualmente directa pide también que nadie "robe o queme urnas, ni haga trampas para dar más votos a un partido, si la ciudadanía no se los concedió", el día de las elecciones; y en aras a propiciar el adve-nimiento de la paz, exhorta a respetar la decisión de la mayoría de los electores y a reconocer honestamente las derrotas.