VIERNES 4 DE AGOSTO DE 2000
Ť Habla López Morton, galerista que resguarda las obras del rescate bancario
Sin ser una colección, la del IPAB es la subasta más publicitada por la prensa
Ť No se admitirán las ofertas anónimas, advierte el presidente de esa casa que regulará la puja
Ť Hombre en rojo, que Tamayo donó para la fundación de este diario, quedó fuera por esta vez
Renato Ravelo Ť En el fondo del cuadro se yergue majestuoso el edificio del Banco Obrero, de un lado, en evocación al muralismo mexicano, el perfil de un trabajador que mira altivo en lontananza, mientras en el primer plano Fidel Velázquez, firme, firma algo, seguramente algún beneficio más para la masa trabajadora, secundado por Leonardo Rodríguez Alcaine.
El cuadro es histórico, no tanto por su valor artístico o ético, sino por lo que representa como encargo de una institución bancaria al pintor Renato Esquivel, para de alguna manera quedar bien con el líder vitalicio de un sindicalismo fundamental para que un partido permaneciera siete décadas en el poder, con la consecuencia (una de tantas) de un endeudamiento y rescate bancario que pone ahora, a consideración del mercado de arte, el valor real de la pintura en cuestión.
Las obras de los bancos rescatados, a partir de hoy, se exhiben a los interesados en la Galería Louis G. Morton, como parte del proceso de liquidación de activos a cargo del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB). Son 305 y su avalúo estuvo a cargo del área del ramo de Banco Internacional Bital.
La obra de Esquivel tendrá un precio de salida de 2 mil pesos. No todas tienen ese simbolismo que invita a la denostación, al chiste sobre las hermanas de Rodríguez Alcaine o al franco rechazo con escalofríos. Una de ellas, la que será la estrella de la noche del 10 de agosto, alcanza el millón de pesos como precio de salida. Se trata de México desde la Hacienda de los Morales, de Conrad Wise Chapman, la cual estaba en una pequeña empresa de Jaime Wise.
Quizá la característica más sobresaliente del acto, comenta Luis López Morton, presidente de la casa subastadora, es que no será posible realizar ofertas anónimas, como se acostumbra en esta práctica, relativamente nueva en el país.
Cláusula de confidencialidad
Para la subasta de arte y objetos decorativos no será posible que participe quien ''haya causado directa o indirectamente algún quebranto al Fondo Bancario de Protección al Ahorro". Esto implica, además de barzonistas, a quienes interpusieron acción legal contra cualquier banco o hayan sido demandados por los bancos.
Entre las obras, por cierto, quedó fuera por esta ocasión una particularmente cara para esta casa editorial, Hombre en rojo, de Rufino Tamayo, una de las 100 litografias que el artista oaxaqueño donó para la fundación de este diario y que de manera inexplicable terminó en alguna pared de Banca Unión.
Luis López Morton, contra lo que se pudiera esperar, no usa monóculo y pipa. Su trato es directo:
''No es la gran colección de arte, lo mismo hay obra gráfica muy importante que objetos sin tanto valor. Sin embargo, es la subasta que más atención nos ha generado en la prensa.
''Es una oportunidad que tengamos Gandías a vender, así como Tamayos y Siqueiros. Hace poco tuvimos una subasta más importante, en cuanto al valor artístico de las piezas, pero no fue tan publicitada. De ésta no puede decirse que es una colección".
Fundada hace 12 años, la galería que preside presentó la oferta más baja en cuanto a porcentaje que se va a quedar de los, aproximadamente, 3 millones 400 mil pesos que generará la venta si se agota todo al precio de salida.
Sin embargo resulta difícil creer que alguien, salvo el propio Rodríguez Alcaine, compre su inmortalización en el Banco Obrero, o bien que haya personas interesadas en comprar un poster enmarcado del Museo de Arte de Nueva York, o alguno de los diez tapetes usados, eso sí, persas y de kashmir.
Empero, los Tamayos, los Vicente Rojo, los Felguérez con seguridad serán cotizados: ''Hay un asunto ético en el subastador, si alguna de las obras gráficas llegara a rebasar su valor en dos o tres veces, es mi deber advertirlo en la puja, para no desvirtuar el precio".
De cada peso que ingrese, con base en normas internacionales, el subastador le cobra al comprador 15 por ciento. Lo que el IPAB dará a la casa Morton por venderle las 305 piezas no se sabe, porque forma parte de una cláusula de confidencialidad, a la que obligó un extraño celo de entender la transparencia.
Lo cierto es que es importante notificar que el día de la subasta los que deseen participar en la puja por algún Tamayo (que anda de los 20 a los 40 mil pesos), o aspire a un Vicente Rojo (120 a 150 mil), guste presumir que tiene un Toledo (20 a 22 mil), o aprecie una serigrafía de Carmen Parra (mil 800), o ya de plano tenga ganas de que Fidel Velázquez ilumine su estancia, es requisito llevar credencial de elector y tarjeta de crédito, para que en un plazo de días, previa investigación en las listas negras, se le entregue la obra.
Algunas de las obras a cargo del Instituto de Protección al Ahorro Bancario que serán subastadas, por la Galería Louis G. Morton, el 10 de agosto Ť Foto: José Carlo González