JUEVES 3 DE AGOSTO DE 2000
Ť Orlando Delgado Ť
El asunto del IVA
Desde el momento mismo en que el equipo económico de Fox planteó la posibilidad de incrementar la tasa del IVA para los alimentos y medicinas, se desató una amplísima discusión sobre el tema, que ha involucrado a los actores políticos, a los analistas económicos, a algunos obispos y a una buena parte del electorado que decidió sacar al PRI de Los Pinos. La discusión y el propio equipo foxista, han mezclado aspectos claramente diferentes: la absoluta necesidad de incrementar los ingresos fiscales, que son extraordinariamente bajos respecto a prácticamente cualquier comparación internacional; la inconveniencia de subsidiar a los sectores de altos ingresos a través de la existencia de la tasa cero en medicinas y alimentos; el tamaño del margen de maniobra fiscal del próximo gobierno y la conveniencia de expandirlo; el destino de los ingresos que se generarían por el aumento del IVA, entre otros.
La propuesta de campaña en materia fiscal que Fox repitió incesantemente en todo el país, fue incrementar los ingresos tributarios como porcentaje del PIB a través de incorporar a nuevos contribuyentes que hasta ahora se habían mantenido en la informalidad; el punto de apoyo central para esto, era el de los créditos baratos y accesibles a cualquier changarro. Se dijo que no se incrementarían los impuestos, particularmente el ISR, y que con la ampliación de la base de contribuyentes se lograría aumentar los ingresos tributarios por lo menos tres puntos porcentuales del producto. La propuesta original era difícilmente cumplible, como muchas otras de las ofertas de campaña del presidente electo, de modo que sus correcciones eran previsibles, aunque están resultando muy rápidas; lo que ciertamente no podía preverse era que se plantearían afectar un impuesto respecto del cual la población es muy sensible, con la justificación de ser un impuesto de fácil recolección.
Sin duda, México tiene un nivel de recaudación muy reducido y que requiere ser incrementado sustancialmente, para darle capacidad de acción al gobierno, particularmente en áreas como el combate a la pobreza; aumentar los ingresos tributarios, es aceptado por todo mundo, pero esto tiene que darse buscando alcanzar un objetivo central en cualquier sistema tributario: la equidad; en nuestro país, es claro que los causantes cautivos tienen una situación muy desigual respecto a los grandes contribuyentes que declaran sus ingresos.
Un importante inicio de la esperada reforma fiscal integral, tendría que ser el establecimiento de acciones para evitar las generalizadas prácticas de elusión y evasión que llevan a cabo algunas empresas y que se fundamentan en el cruce de operaciones entre entidades de un grupo económico, en facturaciones falsas, etc.; la reconsideración de existencia de las llamadas islas fiscales que reciben un tratamiento fiscal de excepción y que generalizan los apoyos, por ejemplo, a las empresas agropecuarias y de autotransporte, independientemente del volumen de ingresos que generen.
Otro elemento que puede resultar de gran importancia es el que se refiere a los impuestos de carácter local, destacadamente el predial, del que llega a darse el caso de que algunos ayuntamientos priístas pueden decidir no cobrarlos, para evitarse problemas con los contribuyentes. Es evidente que el esfuerzo recaudatorio tendría que ser repartido entre los diferentes niveles de gobierno, buscando que existan criterios similares, de modo que una parte de los ingresos debe provenir precisamente de estas fuentes, lo que permitiría reducir la urgencia de las transferencias federales hacia estados y municipios. No se plantea, por supuesto, reducir las transferencias; por el contrario, resulta central incrementar los fondos federales distribuíbles, al tiempo que se modifican los criterios para esa distribución, pero se requiere aumentar significativamente la importancia de los impuestos locales.
Lo central, sin embargo, es que las modificaciones fiscales sean parte de una propuesta verdaderamente integral, que no solamente eleve los ingresos, sino que sea progresiva y que se establezcan compromisos de gasto asociados a las metas prioritarias que señale el Legislativo. El equipo económico de Fox tendrá que reconocer que las mayorías parlamentarias dejaron de existir hace tres años y que la sociedad civil sabe que votó por el cambio y que las primeras definiciones del próximo gobierno son preocupantes, por lo que se encuentra en estado de alerta, dispuesta a actuar para defenderse de medidas que no respondan a lo que se espera de un gobierno que fue electo para cambiar. Llamar a la organización de expresiones de defensa, no solo no resulta prematuro, sino expresa la capacidad de respuesta de una sociedad que se ha puesto en pié y que no volverá a los viejos moldes del presidencialismo.