JUEVES 3 DE AGOSTO DE 2000

 

Ť Octavio Rodríguez Araujo Ť

ƑUn nuevo régimen político?

RÉGIMEN POLITICO, IGUAL a forma de Estado (Engels). En términos operacionales entiendo por régimen político (que no gobierno) una forma de existencia del Estado que depende de la correlación de fuerzas sociales y políticas en un país y en un momento dados. Muy esquemáticamente, de Obregón a Echeverría el régimen político podría llamarse "populista estatista" (autoritario, por lo mismo), y a pesar del discurso populista la direccionalidad del régimen ha sido (y es) la misma que la del Estado, del cual ha sido su forma; y su papel ha sido garantizar la acumulación de capital en la lógica de las modalidades de éste. Estado, régimen político y gobierno, en un país capitalista, sirven al capital, lo representan y lo garantizan.

En el gobierno de López Portillo una nueva categoría social (la tecnocracia) encontró un ambiente propicio para desarrollarse, principalmente en las secretarías de Programación y Presupuesto y de Hacienda y en el Banco de México.

Sin embargo, todavía en ese momento compartían el poder, en pugna, los defensores del estatismo y los del liberalismo (burocracia política versus tecnocracia, se decía).

Los últimos, gracias al predominio del capital financiero y a los cambios en la lógica del capital a escala mundial (con la enorme influencia y determinación del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial), inclinaron la decisión del presidente mexicano saliente a su favor y con Miguel de la Madrid se apoderaron del gobierno sin haber logrado antes un cambio de régimen político.

De ahí que a partir de De la Madrid existieran en México dos regímenes políticos sobrepuestos: el populista estatista, defendido por el partido del régimen que le dio vida, y el tecnocrático neoliberal, con serias contradicciones con los priístas originados y desarrollados en el viejo régimen.

No fue casual que De la Madrid tuviera que darles posiciones a los viejos priístas en el Congreso de la Unión, ya que en su gabinete los tecnócratas dominaron.

En el PRI, por lo tanto, se dio una conciliación falsa: por un lado importantes militantes y líderes del populismo estatismo, y por otro los dirigentes impuestos por el presidente de la República que, obedeciendo al origen de su nombramiento, tenían que ser leales al jefe y, por lo mismo, propiciar que el partido apoyara sus políticas, aunque éstas no correspondieran más con lo que había sido el Revolucionario Institucional.

Entre los populistas estatistas más beligerantes estaban quienes formaron la Corriente Democrática, se salieron del PRI y presentaron oposición con el Frente Democrático Nacional para convertirse, con otras fuerzas políticas, en Partido de la Revolución Democrática (gobierno de Salinas de Gortari); pero muchos otros se quedaron.

Salinas de Gortari intentó suplantar el viejo régimen con el tecnocrático neoliberal; de aquí su alianza con el Partido Acción Nacional, más afín a las políticas neoliberales del gobierno que los defensores del populismo estatismo del PRI, todavía poseedores de considerables fuerza e influencia (sobre todo en algunas entidades federativas).

Con Zedillo, la pugna entre los dos regímenes sólo podía resolverse en dos dimensiones: una, desde el gobierno; y dos, desde la sociedad. Se optó por la combinación de ambas fuerzas, con el apoyo, obvio, de los representantes de los grandes capitales, mexicanos y extranjeros, y sacrificando a las fuerzas políticas dentro del priísmo y al mismo grupo de tecnócratas políticos que se había incubado desde los tiempos de López Portillo. Algo así como lanzarse desde el Castillo de Chapultepec envueltos en la bandera del neoliberalismo, que no en la de México.

De esta forma, el triunfo de Fox ha significado la derrota del viejo régimen, pero también del que intentara Miguel de la Madrid, ya que ahora el modelo económico se desarrollará con otras fuerzas políticas y, al romperse las complicidades de los priístas (tecnocráticos o no) con grupos de capital (legal o ilegal), quizá también se desarrolle con otras fuerzas económicas o con nuevos arreglos con éstas.

De acuerdo con nuestra caracterización de régimen político, y dado que la correlación de fuerzas sociales seguirá dominada por los grandes intereses económicos, el régimen parecería ser el mismo de no ser porque las fuerzas políticas han sido sustituidas por otras (no priístas).Por lo tanto, con Fox en la Presidencia (en un país presidencialista) estaríamos en presencia de un nuevo régimen político, quizá más tecnocrático (inspirado en la empresa privada y en la calidad total), pero quizá más liberal que neoliberal, sin la vieja "clase política" -como está de moda decir- y, probablemente, menos autoritario.