MIERCOLES 2 DE AGOSTO DE 2000

Los Kennedy conservadores

Jim Cason y David Brooks, enviados, Filadelfia, 1o. de agosto Ť Durante el último medio siglo, un Bush ha estado en el poder político en este país, en lo que tal vez representa la dinastía política más larga en la historia de Estados Unidos, y el heredero más joven de este legado, hijo de un Bush y una mexicana, se prepara para continuarla.

Cuando entra George P. Bush al salón donde 2 mil republicanos celebran la "diversidad" de su partido en un hotel, durante la Convención Nacional Republicana, todos se ponen de pie para ovacionar al "guapo" hijo de Jeb Bush, gobernador de Florida y hermano del candidato a la presidencia George W. Bush, y su esposa Colomba Garnica, originaria de Guanajuato.

Es uno de los nietos al cual el ex presidente y jerarca familiar George Bush llama "los pequeños cafecitos" de su familia.

Pero el ex presidente ya no se refiere (por lo menos en público) a sus nietos como "cafecitos" y, en un país donde se pronostica que los hispanos llegarán a ser la minoría más grande en pocos años, George P. podría ser el heredero lógico de una dinastía política que ha ejercido su influencia en cinco de las últimas seis elecciones presidenciales (han figurado como candidatos presidenciales o vicepresidenciales).

Pero primero deben elegir a George W. Los 62 miembros de la familia Bush, entre ellos el ex presidente y su esposa (conocida como la "zorra de plata"), y los dos hijos gobernadores (el de Texas es el virtual candidato presidencial) están presentes en esta ciudad para celebrar el tercer intento de convertir a uno de ellos en presidente.

Ha habido un Bush en un puesto político electoral desde 1952, empezando con el senador Prescott Bush, de Connecticut, el abuelo del gobernador George W. Bush. Del lado de Barbara, la esposa del ex presidente y madre del candidato, también hay sangre presidencial, ya que ella es descendiente del presidente Franklin Pierce.

A pesar de que la familia siempre ha jugado con su imagen --a veces escondiendo sus raíces de clase alta de la sociedad del noreste (donde tanto el ex presidente y su hijo candidato acudieron a las mejores escuelas preparatorias y universidades, como Yale)--, para presentarse como cuates texanos cercanos a la realidad común del estadunidense, el apellido Bush ofrece de inmediato la seguridad de que la política está en manos de una de las principales familias políticas del país.

La nueva estrella de la familia es George P. Bush, quien a pesar de sus 24 años ya es presentado como heredero de la dinastía. Los medios hablan de su manejo maduro en público, de su "sinceridad", su "atractivo físico". También se subraya, tanto de su parte como por estrategas políticos, su sangre hispana como hijo de una mexicana.

Este sobrino del candidato hablará el jueves en la convención, pero ya se ha dedicado a moverse aquí entre varios foros y cocteles. Habla del sueño americano, de la gente que ha conocido (y siempre menciona a alguien con apellido latino entre sus ejemplos), que se ha esforzado y ha logrado superarse por la "oportunidad, libertad y esperanza" que representa ese "sueño". Y concluye gritando en español "viva W", en referencia a su tío George W. Bush.

Odian que se les diga "dinastía", pero se han dedicado a construirla durante décadas. Odian ser comparados con los Kennedy, pero los han superado en términos de su permanencia en los circuitos políticos del poder estadunidense. La dinastía Bush es algo discreta, pero abiertamente prepara su futuro para el nuevo siglo.