MARTES 1o. DE AGOSTO DE 2000
* Destituye Putin a 10 generales; posible inicio de una "purga" en la cúpula militar
Imposible para Rusia, sostener a su actual ejército
Juan Pablo Duch, corresponsal, Moscú, 31 de julio * En el contexto de la controversia que genera en la cúpula militar la inaplazable reforma de las Fuerzas Armadas de Rusia, la destitución, este lunes, de 10 generales que ocupaban posiciones importantes en el Ministerio de Defensa no puede considerarse una "simple rotación", como pretenden filtraciones interesadas desde el Kremlin.
Hasta ahora se conocen los nombres de ocho de los generales afectados, pero de ellos sólo dos estaban en edad de jubilación y los demás pasaron a retiro, a "petición propia", una fórmula poco convincente que busca encubrir una decisión que raya en el escándalo.
De un solo golpe, el presidente Vladimir Putin despidió al director general de armamentos, Anatoli Sytnov; el director general de misiles y artillería, Nikolai Karaulov; el director general de recursos materiales, Aleksandr Zobnin; el comandante de las tropas de defensa química, radiactiva y biológica, Stansilav Petrov; el director general de infantería, Yuri Bukreyev; el director general de finanzas y presupuesto militar, Gueorgui Oleinik; el comandante de las tropas de defensa antiaérea de las fuerzas terrestres, Boris Dujov, y el director del servicio de prensa y secretario del titular de la cartera de Defensa, Anatoli Shatalov.
Hay indicios de que se trata del comienzo de una purga en la cúpula militar y, en los próximos días, se conocerán más cambios, que podrían incluir al propio ministro de Defensa, Igor Sergueiev. Al menos parece claro que el enfrentamiento en la plana mayor militar ha llegado a un punto en que va a ser muy difícil conciliar intereses tan encontrados como los de Sergueiev y los del jefe del Estado Mayor, Anatoli Kvashnin, quienes tienen diferencias de fondo en cuanto a los alcances y prioridades de la reforma de las Fuerzas Armadas, que derivaron en un inusual conflicto público.
La intervención de Putin mitigó provisionalmente la controversia entre sus dos militares de más alto rango al encomendar al Consejo de Seguridad de Rusia estudiar cuál de las dos propuestas corresponde más con las posibilidades económicas del país en la perspectiva de los próximos 10 años. El Consejo de Seguridad tenía previsto reunirse el pasado fin de semana, pero la discusión se pospuso hasta "la primera quincena de agosto", según un escueto comunicado.
Todo indica que los encargados de sopesar qué variante de reforma conviene más a Rusia ųmantener las Fuerzas de Misiles Estratégicos, como insiste Sergueiev, o dar prioridad a las Fuerzas Terrestres, como demanda Kvashninų, no han podido emitir su dictamen.
La principal dificultad de los expertos del Consejo de Seguridad es encontrar una solución equilibrada, que evite un cismo al interior de la institución armada, más aún que los partidarios de Sergueiev y los de Kvashnin son conscientes de que Rusia no puede sostener su actual ejército.
Al margen de cuál propuesta triunfe, que afecta más bien los lineamientos estratégicos de la doctrina militar, es inevitable una reducción de efectivos de las Fuerzas Armadas en aproximadamente una tercera parte, para situar el número en 800 mil o, como máximo, 900 mil soldados y oficiales. Esto quiere decir que en los próximos dos o tres años tendrían que ser d ados de baja entre 300 mil y 400 mil militares, un dolor de cabeza adicional.
No se descarta que el Consejo de Seguridad favorezca finalmente una solución escalonada, que mantenga por un tiempo las Tropas de Misiles Estratégicos como arma independiente hasta su absorción gradual por las Fuerzas Terrestres.
La falta de entendimiento entre los generales hace propicio el contexto para separar las funciones políticas de las operativas, lo cual sugiere no excluir que, por primera vez desde los tiempos de Trotsky, el Kremlin decida promover a un civil como nuevo titular de la cartera de Defensa, en un intento de imponer su autoridad sobre los grupos de generales enfrentados.
Putin no tiene mucho de dónde escoger, pero sin duda podría ser alguien salido del propio Consejo de Seguridad, como los secretarios adjuntos Aleksei Moskovsky o Mijail Fradkov, o el viceprimer ministro a cargo de la industria militar, Ilia Klebanov, viejo protegido de Putin en San Petersburgo.
De optar por un civil, la cuestión operativa sería dejada en manos de Kvashnin o, si fuera indispensable sacrificarlo para compensar la salida de Sergueiev, no sería complicado encontrar a un general que, más por su cercanía con el poder que por escalafón, pudiera hacerse cargo del Estado Mayor.
En caso de que Putin prefiera a un militar al frente de la cartera de Defensa, entre Sergueiev y Kvashnin, la balanza parece inclinarse hacia el segundo. Así se desprende de la destitución de los 10 generales, en su mayoría cercanos al actual ministro, pero habrá que esperar para ver quién ocupa sus vacantes, un dato sin duda revelador de la correlación de fuerzas en el ejército.
Menor checheno en el campamento de refugiados de Karabulak, en Ingushetia. El ejército ruso ha intensificado la vigilancia en todas las carreteras de acceso a la zona rebelde * Foto: Reuters