MARTES 1o. DE AGOSTO DE 2000
La hora de la sociedad
* José Blanco *
Conforme avanzan los días y las semanas, el PRI y el PRD parecen cada vez más desconcertados. En los primeros días después de su derrota hablaron de reforma, de transformación radical y aun de refundación, pero ahora su visión se hace opaca y su discurso balbuciente. Ahora quieren y requieren tiempo para pensar y discutir sus objetivos y estrategias futuras.
El PAN es ya, para todo efecto práctico, el partido en el poder, pero lo es, nadie puede llamarse a engaño, de un modo sui géneris: a nadie escapa que ganó la elección Vicente Fox y el partido que utilizó el registro del PAN, los Amigos de Fox. Ello no obstante, en adelante los costos políticos del gobierno correrán a cargo del PAN. Este partido, por tanto, tiene fuertes dilemas; requiere también reformular sus objetivos y sus estrategias, si quiere sobrevivir.
Nada de ello puede serle indiferente a la ciudadanía, porque de por medio está la gobernación del país. Los partidos que ahora serán oposición no pueden desresponsabilizarse de sus obligaciones: son parte del gobierno en el nivel federal (están en el Poder Legislativo), y son parte del gobierno estatal y municipal. Su decisión de no participar en el Poder Ejecutivo federal no les quita ni un ápice de responsabilidad en el cogobierno del país, en las funciones que les corresponden según los puestos que ocupan.
El argumento de que no participan porque se trata de proyectos "radicalmente diferentes" (PRD), o "distintos" (PRI), no sólo recibirá de los electores un "no es para tanto" (todos oímos sus propuestas durante la campaña), sino que nadie será confundido: la oposición es parte del gobierno. Si en el pasado reciente diversos miembros de la oposición con frecuencia se comportaron en el Congreso como francotiradores, en lugar de como cogobernantes, en el futuro los electores castigarán severamente tales comportamientos: los ciudadanos conocen ahora el poder de su voto; y el 2 de julio asignaron a los partidos posiciones y responsabilidades, expresamente.
El estado de las oposiciones es preocupante porque hasta ahora sólo muestran capacidad para verse a sí mismas: que si los estatutos, que si los procedimientos, que si las corrientes, que si deben o no renunciar las direcciones partidarias. Están pasando por un ensimismamiento excesivo. Tienen olvidada a la sociedad que acaba de decirles quién es ella ahora, y qué decisiones ha tomado.
Desvanecido del centro político el referente respecto del cual todos se definían (el gobierno priísta), referente y oposiciones se quedaron súbitamente sin tapete. Su reorganización y un nuevo programa, por tanto, les son vitales. Pero un nuevo programa respecto de la sociedad, porque muchos miembros de la oposición parecen no haberse dado cuenta que pasó ya la hora de los partidos políticos. Tuvimos todos nuestra hora en la disputa por la conformación del poder político; lo hicimos con argumentos, con pasión, y hasta con rudeza y excesos. Unos perdimos, otros ganaron. Los ciudadanos decidieron y en conjunto lo hicieron distribuyendo el poder. No es ya la hora de la contienda por el poder, es la hora de la gobernación. Seguramente muchos ciudadanos exigen: señores, a trabajar.
Es hora de enterarse cómo está interconstruida la realidad social de hoy, y qué quiere la sociedad en sus distintos segmentos.
Hace unos días, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas volvió a referirse a la "crisis" de la economía mexicana. Ricardo Pascoe, por su parte, escribe que Fox no hará sino continuar el "programa de ajuste" del gobierno priísta. Sin identificar el mundo real, no puede llegarse muy lejos: ni hay crisis económica, ni hay en marcha un programa de ajuste frente a ella. Un programa así consiste en "ajustar" el nivel de la tasa de crecimiento del producto a la disponibilidad de divisas, cuando éstas se encuentran en escasez aguda debido a una crisis financiera externa.
No existe tal situación. Al contrario, hay un programa de freno al rápido crecimiento del consumo, para evitar la amenaza de "sobrecalentamiento". El riesgo de una escalada de precios se origina hoy, en buena medida, en una demanda de empleo superior a la oferta: el desempleo desaparece, los salarios contractuales parecen estar creciendo con mayor rapidez que la productividad. Nada de esto tiene que ver con una crisis. Aunque todo ocurre, este es el problema, en el mundo de los incluidos. En la inclusión de los excluidos está la asignatura pendiente. Los excluidos, por ejemplo, no son parte de la oferta de trabajo, porque la demanda lo es de trabajo calificado para la economía de hoy. *