LUNES 31 DE JULIO DE 2000

* Eligen presidente, gobernadores y congresistas, casi 12 millones de venezolanos


Gana Chávez; más de un millón de votos, la ventaja sobre Arias

* A la postre, el gran enemigo fue el abstencionismo * Entierro político de los partidos AD y Copei

Josetxo Zaldúa, enviado, Caracas, 30 de julio * Fue un duelo entre ex militares, entre ex compañeros de armas, entre los impulsores centrales del frustrado golpe de Estado de febrero de 1992. Duelo por la presidencia de Venezuela, duelo, sobre todo, entre unas deprimidas clases alta y media ųcuyo candidato era Francisco Ariasų y los millones de habitantes que, tal vez porque nunca tuvieron casi nada, no tienen mucho que perder. Y ganó otra vez su candidato, Hugo Chávez, quien con 76.89 por ciento del escrutinio aventajaba a Arias por más de un millón de sufragios: 2 millones 896 mil 948 votos (59.5 por ciento) contra un millón 828 mil 583 (37.5).

El único candidato civil que participó en las presidenciales, el ex alcalde socialdemócrata de Caracas, Claudio Fermín, alcanzó 2.9 por ciento, en tanto que el padre de Chávez fue reelecto como gobernador del estado de Barinas (donde nació), en el oeste del país. La capital venezolana fue ganada cómodamente por el periodista chavezyeesposa Alfredo Peña, afín al presidente Chávez.

Casi 12 millones de venezolanos (sobre una población de 24 millones) estaban empadronados para elegir, además de al presidente, 23 gobernadores, 165 congresistas, 335 alcaldes y representantes para los parlamentos Latino y Centroamericano.

El tiempo que cada ciudadano empleó en la votación osciló entre cinco y 15 minutos. Las papeletas electorales significaron un auténtico crucigrama para la ciudadanía que, en pocos casos y por las dudas, llegaba a los colegios electorales con sus chuletas.

La bitácora electoral, según todos los informes conocidos al cierre de esta edición, se cumplió sin incidentes graves, aunque el Consejo Nacional Electoral (CNE) debió ampliar dos horas el tiempo fijado para el cierre de las urnas, que fue a las seis de la tarde. Sin embargo, y en algunos estados, incluso en la capital del país, había gente esperando su turno de votar al filo de las 10 de la noche.

Hubo problemas con las máquinas receptoras y registradoras de las papeletas electorales; se acababa el marcador y entonces se utilizaba el socorrido bolígrafo, cuya marca no es tan detectable por las máquinas. En algunos casos, imposible cuantificarlos, los ciudadanos recibían las boletas ya marcadas. Se dio el caso de un periodista local que regresó hasta en tres ocasiones su papeleta porque se la entregaban marcada. El hecho fue difundido por la influyente emisora local, Unión Radio, que omitió la identidad del colega por razones "obvias".

El CNE había anunciado que el primer resultado preliminar estaría listo por ahí de las ocho de la noche, pero ese tipo de irregularidades impidió que las autoridades cumplieran con lo prometido. A partir de esa hora, las radios y estaciones de televisión ųestas últimas se unieron en una cadena bautizada como "una sola voz"ų, se las vieron y desearon para mantener el interés de la audiencia.

Del ayer al mañana

Los venezolanos le dieron machete a la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez en 1958 y aunque no pocos ciudadanos y ciudadanas lo recuerdan como el hombre que trajo el progreso y el orden al país, de allá para acá nunca los militares habían tenido el rol que hoy disfrutan.

De hecho, entre militares (el término "ex" no es bien visto en el ámbito castrense) se ventiló la elección presidencial de este domingo en la que, por primera vez desde el 58, los uniformados (unos 100 mil) también votaron.

Y olvidados por todos, los partidos tradicionales del país, el socialdemócrata Acción Democrática (AD) y el socialcristiano Copei, vivieron su particular entierro político, luego de su muerte clínica decretada en diciembre de 1998, cuando Chávez los barrió del mapa electoral de Venezuela.

Este domingo la disputa fue entre los dos ex jefes militares, entre dos personajes que concitan odios y simpatías como nadie en el espectro de la política criolla actual.

Y ganó quien está en el poder: "por quién votó", preguntaba este reportero a la gente que salía de alguna casilla. La respuesta, en general, guardaba relación con la ubicación del colegio electoral, pero casi nadie guardaba su preferencia, sobre todo si se trataba de Chávez, el hombre nacido en Barinas hace 46 años y cuya aspiración es sacar de la pobreza a 80 por ciento de los 24 millones de venezolanos.

El gran enemigo, a la postre, fue la abstención. Algunos analistas sostenían que la ausencia de votantes beneficiaba a Chávez, pero otros apuntaban que a éste le interesaba no sólo ganar, sino hacerlo por amplio margen y con una franja reducida de abstencionistas. La explicación era sencilla: Chávez necesita una abrumadora legitimación en las urnas para acometer el tramo más ambicioso de su particular revolución bolivariana.

"No daremos descanso a nuestra alma ni reposo a nuestros brazos hasta que hayamos echado el último vestigio de la oligarquía que traicionó tu sueño", dijo Chávez hace algunos días, al celebrarse un aniversario más del natalicio de Simón Bolívar, su guía espiritual.

La frase, en un país cuya clase media es fácilmente localizable ųlos adinerados viven en fortalezas o en el extranjeroų, tiene su miga a tenor de los crecientes temores de quienes no son ni ricos ni pobres.

Arias, a punto de cumplir 50 años, acabó siendo el candidato de los no pobres y su discurso apunta a transmitir seguridad para todos: "Esta es una jornada importante porque no hay que olvidar lo que está en juego, que es nuestro modo de vivir en libertad", dijo hoy después de votar. El ex golpista ha gobernado el petrolero estado de Zulia desde 1995, fue reelecto en 1998, y su gestión fue sobresaliente.

Entre ambos, por otra parte, la economía da señales contradictorias, pues mientras la inflación en 1999 fue de 20 por ciento, la más baja desde 1986, cuando fue de 12.6 por ciento, el producto interno bruto registró el año pasado un severa contracción de 7.2 por ciento, la más aguda de los últimos 10 años.

Eso se tradujo en el cierre de más de mil industrias y comercios, y en el consiguiente despido de más de medio millón de trabajadores. La realidad chavista no tiene vuelta, y eso es precisamente lo que más preocupa a los grandes patrones locales y extranjeros. Si a ello se le agrega que, contra lo previsto, la delincuencia es más fuerte que nunca, pues el horizonte criollo no se asemeja a un lecho de rosas.

Ese sector, que abarca de algún modo a las embajadas europeas y, particularmente, a la estadunidense, ve también con preocupación la amistad creciente entre el inquilino del Palacio de Miraflores y el presidente Fidel Castro.

Ambos platicaron el sábado por teléfono, y el cubano no se paseó por las ramas de la diplomacia al afirmar: "Estoy seguro de que nada ni nadie puede ya detenerte". Y fue el venezolano quien agarró el teléfono para conversar con Castro.

Y es que recientemente un cubano que afirma ser espía de Castro, llamado Juan Rosabal, desertó en Caracas y, al pedir asilo político, afirmó que él era uno de los mil 500 funcionarios cubanos enviados por el gobernante isleño a Venezuela para "reeducar" a mandos militares y civiles. Rosabal optó finalmente por asilarse en la embajada de Nicaragua y está a la espera de lo que Managua decida.