LUNES 31 DE JULIO DE 2000

* PARABOLA

* Emilio Lomas M. *

ƑY Pemex?... Not at this time

Hoy hace ocho días exactamente el virtual presidente electo, Vicente Fox, sostuvo una reunión con empresarios estadunidenses en su casa de Paseo de la Reforma 607, a quienes les presentó su programa de preventa del sector eléctrico y de la industria petroquímica. Obviamente, la ovación no se hizo esperar, pero luego de la primera ronda de aplausos la cuestión fue directa:

--And when Pemex?

El virtual presidente al fin mostró cautela, aunque no descartó actuar en el futuro: --Not at this time.

El ofrecimiento de las paraestatales a los inversionistas extranjeros sólo es una muestra de la continuidad de la política económica que Fox y su equipo de colaboradores han comenzado a desplegar, por cierto nada ajena a la de los egresados de Harvard y Yale, que no nos confundan.

Luis Ernesto Derbez y Eduardo Sojo, actual equipo económico de Fox, sólo pueden garantizar, por un lado --el de Derbez--, la satisfacción de los intereses del extranjero, y por otro --el de Sojo--, la falta de experiencia para resolver la grave problemática nacional.

La trayectoria de Derbez es lo suficientemente ilustrativa para determinar la dirección que continuará e impulsará con mayor determinación la próxima administración. Derbez estudió su licenciatura en economía en la Universidad de San Luis Potosí y el doctorado en la Universidad de Iowa, ambas instituciones no son consideradas de primer nivel. Además, su trabajo de 15 años en el Banco Mundial hace pensar que está formado en las ideas y prejuicios de esa institución internacional, la misma que planeó un proyecto de privatización energética y educacional para México.

El perfil de Derbez es bastante similar al de Santiago Levy, subsecretario de Egresos de Hacienda, quien también se formó en el Banco Mundial trabajando en proyectos de pobreza durante muchos años, y a quien por cierto el analista Julio Boltvinik señaló varias deficiencias. Las ventajas de Derbez como posible secretario de Hacienda sin duda serían su reconocimiento en el extranjero por inversionistas y, obviamente, por el Banco Mundial. Pero las desventajas son determinantes: su desconocimiento no sólo de la economía nacional sino del país mismo por su larga estancia en el extranjero.

Mientras Eduardo Sojo, colaborador en la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo bajo la dirección de Carlos Salinas de Gortari y durante la presidencia de Miguel de La Madrid, no pasa de ser un personaje católico, sincero y sin vicios, con una ideología de derecha.

Los motivos de Corta

La conversión de una parte del rescate en deuda pública es eminente, y quizás este fue uno de los motivos por los que Vicente Corta prefirió retirarse. Las cifras oficiales indican que a junio de 1999 el valor de las transferencias directas recibidas por los bancos sumaban 168 mil millones de pesos.

El total de pasivos a cargo del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario era de poco más de 760 mil millones y los impuestos diferidos que dejará de percibir el fisco ascendían a 38 mil millones de pesos. Así, la suma de estos tres renglones indica que tan sólo a mediados de 1999 el costo fiscal de la crisis bancaria era de 958 mil millones de pesos.

Otro de los motivos de la renuncia de Corta seguramente fue la revoltura que el Fobaproa le heredó al IPAB, pues el gobierno mezcló en una sola gran canasta los créditos cobrables con los incobrables, los regulares con los irregulares, los justos con los injustos, los créditos buenos con los malos, tanto de la banca privada intervenida como de la no intervenida, y el rescate carretero. Además, en el Fideliq se revolvió la cartera vencida, tanto la de origen fraudulento como la de origen regular de la banca de desarrollo. También se incluyeron los pasivos por concepto del apoyo a cientos de miles de pequeños deudores familiares de buena voluntad que no pudieron pagar sus créditos por los altos intereses.

Según estimaciones de analistas, reunidas en el texto Del Fobaproa al Ipab, la evolución del rescate financiero en el mediano plazo ejercerá una enorme presión en las finanzas públicas tan sólo por su servicio real, pues en los siguientes ocho años se tendrán que presupuestar en promedio 39 mil millones de pesos o el equivalente a 0.6 por ciento del producto interno bruto, a fin de disminuir el pasivo total. A partir de este dato se desprenden diversos pronósticos. México crecería 3 por ciento para el próximo año, y la inflación sería de 8 por ciento.

Vicente Corta lo entendió, aunque demasiado tarde. El rescate bancario tiene un costo político y fiscal, pues no se ha disipado la idea de que los apoyos se repartieron discrecionalmente en beneficio de un pequeño número de banqueros y grandes deudores, mientras en el ámbito fiscal, la pesada carga del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario se cernirá sobre las finanzas públicas y la calidad de vida de los mexicanos.

 

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