LUNES 31 DE JULIO DE 2000
Tiempos
* Elba Esther Gordillo *
La inteligencia es el recurso que el ser humano despliega para adaptarse a la cambiante y no siempre previsible realidad. Igual es para las organizaciones que para las instituciones,
Los resultados electorales del 2 de julio generaron, sin lugar a dudas, una nueva realidad para la sociedad y para quienes han hecho de la interacción con ella, a través de la política, su razón de vida.
Después de un largo periodo en que la presencia de un partido hegemónico consolidó un régimen político que colocaba en el centro la gestión del gobierno y sus efectos, sobre el todo social, la decisión ciudadana expresada en las urnas ese día modifica diariamente este hecho.
Hasta antes del 2 de julio, todos los bienes y los males que resentía la comunidad eran atribuidos al gobierno, el cual tenía que pagar los enormes costos de sus decisiones, mismas que trataba de explicar con argumentos, muy difícilmente comprendidos o compartidos; no había ninguna situación en la que no mediara, real o pretendidamente, la buena o mala gestión del gobierno.
Esa situación ya cambió, y lo hizo justamente porque los ciudadanos lo decidieron votando, decisión que irán valorando en su exacta dimensión conforme avance el tiempo y las ofertas electorales tengan que someterse a la prueba del ácido, es decir, a la de la terca realidad que determina lo que es posible y lo que no.
Cambio que tendrá enormes repercusiones en la conducta política de la sociedad, la cual entenderá que la superación de los problemas, los grandes y colectivos, los pequeños y personales, pasan por la acción seria y perseverante de cada uno de los individuos. Si bien el gobierno tiene la obligación de generar las condiciones para que el esfuerzo individual se realice en condiciones de equidad, para que de él se extraigan las soluciones ambicionadas, de ninguna manera suple el esfuerzo personal.
Por primera vez en más de 70 años la sociedad podrá valorar la gestión de un gobierno desde la perspectiva de la alternancia y estará en condiciones de compararla con la que otro hubiera realizado, revaluando muchas cosas y ratificando otras.
El cambio llegó para quedarse y es poco probable que alguien pueda apoderarse de él para siempre, menos cuando los problemas habrán de agudizarse y las respuestas pertinentes serán cada vez más complejas.
Frente a este fenómeno, lo inteligente para el PRI es colocarse en una posición que le permita aprovechar la nueva cultura política que está en gestación no sólo para recuperar los espacios perdidos, sino incrementarlos, siempre y cuando entienda que la sociedad no busca ni aprecia una militancia férrea ni una disciplina a toda costa y que poco reconoce lo que la dirigencia histórica realizó, sino que espera que le sean propuestos mecanismos de interacción dinámicos y el despliegue de soluciones creativas que hagan realizable un mejor futuro.
Sin negar que era imposible evitar que la derrota generara sentimientos de ira y actitudes inquisitorias, de intolerancia y aun de canibalismo político, no puede quedarse ahí. Si aun en la pérdida de lo más preciado hay tiempos para el duelo y tiempos para la resignación y el despliegue de nuevas fortalezas, con más razón ésa debe ser la perspectiva en la política, más cuando hay muchas evidencias de que la sociedad está en otra circunstancia y que sus paradigmas políticos quedaron obsoletos. Es imprescindible construir las condiciones anímicas y políticas para leer claramente el signo de los tiempos. *