VIERNES 28 DE JULIO DE 2000

 

* Gilberto López y Rivas *

La izquierda y sus tareas

Después de los resultados electorales del pasado 2 de julio resulta inevitable poner a discusión la redefinición del papel de la izquierda en la actual rea-lidad nacional. Con ello no se pretende reducir el campo de la izquierda en México --con sus múltiples historias y perspectivas-- al escenario electoral y, mucho menos, al Partido de la Revolución Democrática.

El triunfo del proyecto conservador e incluso reaccionario de Vicente Fox en las recientes elecciones afecta no sólo al PRD, sino también las luchas, esperanzas y resistencias de las distintas expresiones de la izquierda mexicana, cuyo común denominador se puede encontrar en algunos propósitos fundamentales: el combate de las causas que originan la pobreza y las distintas formas de opresión y discriminación; la búsqueda de una mayor justicia social; la preminencia en la acción del Estado y en el marco jurídico de derechos sociales fundamentales, como la educación pública y gratuita, el trabajo, la seguridad social, la alimentación, la vivienda, la cultura y la salud; la libre determinación y autonomía de los pueblos indígenas, los derechos de las minorías y los diferentes, entre otros de una lista que se puede ampliar tanto como las necesidades humanes que se requiere satisfacer para tener una vida digna y plena.

En esta dirección, por ejemplo, y tomando en cuenta una caracterización inicial del próximo gobierno, un lugar primordial de nuestras reflexiones debe ser cómo organizar un frente nacional con quienes han venido luchando en contra del modelo de política económica impulsado por el PRI y el PAN en los últimos sexenios, misma que ha arrojado en tan sólo seis años 20 millones de pobres más en nuestro país.

La discusión generada en la última reunión del Consejo Nacional del PRD, celebrada en días pasados, es el ejemplo más claro de lo que no debe hacer la izquierda para enfrentar los resultados electorales del 2 de julio. Por supuesto que es menester que el partido del sol azteca reflexione y elabore una seria autocrítica en torno al desempeño que ha tenido no sólo en las últimas campañas electorales, sino en su propio quehacer político en la sociedad mexicana y, par- ticularmente, en sujetos sociales que no han merecido de su atención permanente. Pero de ahí a la lucha interna y la preminencia de corrientes, grupos e intereses personales que se ofreció el pasado fin de semana a la opinión pública hay una gran distancia.

Lo que sucedió en el último Consejo Nacional del PRD, así como las fallas de omisión y comisión de su Comité Ejecutivo Nacional y del propio consejo, no sólo mostró carencia de ideas y discusión de alto nivel, con un balance en términos de Estado, régimen político, co-rrelación de fuerzas y alianzas ante la nueva coyuntura, sino exhibe al mismo tiempo la precariedad moral de cierto sector de la izquierda y del propio PRD, que al parecer ha trastocado sus esperanzas, principios y aspiraciones históricas en una disputa descarnada por cuotas y espacios de poder individuales o de grupo que de ninguna manera responden a una estrategia articulada para disputar la hegemonía en la compleja situación que se abre con el triunfo de Fox.

Por respeto a todos aquellos que dieron su vida, sufrieron torturas, cárcel, persecuciones, exilios, y por quienes ahora mantienen el compromiso por lograr transformaciones esenciales para reconstruir la nación en el marco de la soberanía popular, debemos mirar hacia delante, asumiendo que los cambios políticos que esas generaciones de luchadores sociales soñaron se ha cons-truido con sus esfuerzos y empeño.

El hecho de que coyunturalmente sea Fox quien capitalizó la caída de un régimen de partido de Estado cuyos vínculos sociales de dominación ya se habían venido reformando desde más de tres décadas, no significa que la izquierda haya quedado al margen. Por el contrario, debemos asumir la responsabilidad histórica de un cambio al cual hay que darle rumbo y en el que la izquierda tiene propuestas bien definidas y estructuradas.

En lugar de desgastarse en discusiones estériles, el PRD debe asumir con toda seriedad --paralelamente a sus obligaciones nacionales-- la tarea de erradicar todos aquellos vicios --como el clientelismo, el corporativismo, la corrientecracia-- que han obstaculizado la construcción de una alternativa de izquierda al actual régimen político y al que resulte de los acontecimientos de los próximos meses.

Hoy, el PRD necesita salir de sus conflictos endógenos para discutir con la frescura e imaginación que reclama el proceso político en marcha, con otras organizaciones, fuerzas y movimientos sociales, cuáles son, en qué consisten y cómo llevar a cabo las tareas de la izquierda.

Quien piense hoy en día que la izquierda y la derecha han perdido su razón de ser, significa que ha interiorizado aquel absurdo lema de la campaña de Fox que proponía "cambiar la historia". Como si se pudiera borrar de la memoria colectiva los afanes, gritos y silencios de quienes abrieron los caminos sobre los cuales transitamos.