VIERNES 28 DE JULIO DE 2000
* Horacio Labastida *
Neoliberalismo vs. sociedad civil
Como lo exige Marcos Roitman en su entrevista con La Jornada (número 5,710), somos rigurosos en el manejo de las categorías que sustentan el análisis político. El neoliberalismo es una ideología puesta en marcha por el capitalismo imperial de nuestro tiempo, para justificar su dominio global y la supeditación, en consecuencia, de los intereses populares y nacionales opuestos a las leyes de ganancia y concentración de riqueza; y la ideología no es más que el uso faccional de una hipótesis postulada con el carácter de científica, uso faccional que afanosamente busca identificar lo que conviene al conjunto de las clases sociales, incluidos por supuesto obreros, campesinos y estratos medios, con los factores que consolidan y acaudalan a las elites dueñas de grandes empresas trasnacionales y sus asociados locales. Ahora bien, partiendo de estas bien perfiladas premisas, resulta posible desvelar lo que ocurre al igual que en otros países, principalmente latinoamericanos, en la sociedad política mexicana.
Haciendo a un lado los añosos e intrincados huertos del siglo XIX y sus enmarañadas transformaciones hasta la era de Porfirio Díaz, y a partir de las obturaciones a la política revolucionaria que las empresas petroleras impusieron a Alvaro Obregón, al prohibirle aplicar el derecho inminente de la nación a los concesionarios de los hidrocarburos, el gobierno cambiado cada vez más en un presidencialismo autoritario, que es forma fascista de los gorilatos sudamericanos y del supuesto modelo civil que hoy representa Fujimori en Perú, orientó y puso el poder público al servicio de un capitalismo intrínsecamente obligado a extender sus acti-vidades productivas y circulatorias a niveles planetarios, estimulando a la vez mecanismos financieros opresivos y mundiales junto con la corrupción en que ha gravitado la mayoría de los titulares del aparato gubernamental, lógica material y política metropolitana inductora en nuestra patria de una autoridad organizada conforme al propósito de atender y servir las demandas señoriales y no las que son propias de la población. En este marco, la enajenación del gobierno mexicano podría exhibirse en tres escenarios: el caudillaje simbolizado en el régimen Obregón-Calles que burló los mandamientos del artículo 27 constitucional, sancionado en Querétaro (1917); la familia revolucionaria del largo periodo Alemán-López Portillo, atenta y obediente a las instancias de la Casa Blanca, personera de un capitalismo transcontinental, y el Espíritu de Houston, retroactivo a Miguel de la Madrid y presente en estos años de transición Zedillo-Fox; nada indica hasta ahora que el candidato elegido el pasado 2 de julio se disponga a romper las políticas de subordinación a los centros industriales. No sobra repetir que la administración de Lázaro Cárdenas y el decreto expropiatorio del 18 de marzo fueron excepcionales para las normas que rigen la conducta cuasi fascista del presidencialismo autoritario.
Cierto, el neoliberalismo ha otorgado al gobierno mexicano el carácter de un ente determinado desde fuera y no por la soberanía nacional, mas este avance del señorío extranjero no lo tranquiliza ni serena porque tal servidumbre gesta crecientes oposiciones y rechazos de la sociedad civil. ƑQué hacer --pregúntanse los dueños del gran dinero-- para evitar la rebeldía de las masas al ordenamiento neoliberal? Los métodos son cada vez más cuidadosamente analizados y mejor experimentados en el seno de las circunstancias que se quieren encauzar y activar. Las técnicas de manipulación de la conciencia y del subconsciente con apoyo en propagandas bien imaginadas y precisas, son hoy generalmente utilizadas con los fines de angostar y si es posible aniquilar el pensamiento crítico. ƑQué es el pensamiento crítico? La capacidad de negar lo afirmado es fuente del juicio crítico que sustancia la libertad humana; es decir, el dudar de la validez de un sistema político y social significa garantizar el paso del mal común al bien común, de la desigualdad entre los hombres a la realización concreta, en el espacio y el tiempo, de la justicia colectiva; y precisamente por estas posibilidades implicadas en la negación inteligente, el neolibealismo requiere por motivos internos purgar la crítica que lo quebranta como estructura inalterable, incanjeable e intocable en su papel ideológico de verdad absoluta.
Lasa conclusiones caen por su propio peso. Si la sociedad civil viera paralizado su juicio crítico del mismo modo que se ha paralizado la autodeterminación en la decisión política del presidencialismo autoritario, México se apercibiría de inme-diato de la pérdida del futuro noble que junto con sus generaciones le ofrecen hasta el presente los cuatro grandes de la historia: Morelos, Juárez, Emiliano Zapata y Lázaro Cárdenas.