JUEVES 27 DE JULIO DE 2000

Ť Conmemoran 47 aniversario del asalto al Moncada


"Abajo el bloqueo, viva la patria", la consigna a la orilla del mar

Blanche Petrich, enviada, La Habana, 26 de julio Ť Una kilométrica y compacta columna humana -más de un millón de movilizados, según la cifra oficial- desfiló hoy a la orilla del mar, coreando rítmicamente "abajo el bloqueo, viva la patria". A la cabeza del primer contingente del desfile anual del 26 de julio, con el que se celebra el asalto al Cuartel Moncada por la guerrilla revolucionaria en 1953, caminaba a grandes pasos el presidente Fidel Castro. A su lado avanzaba el enorme secretario del Comité Ejecutivo del Partido Comunista Cubano, Esteban Lazo. Y detrás de ellos el nutrido contingente de funcionarios y dirigentes del PCC.

Después marchaba el bloque de militares y marinos, y de inmediato la columna de las colonias de extranjeros residentes en Cuba. Las banderas vascas abrían este sector y una gran bandera mexicana la cerraba.

Entre los mexicanos que desfilaban estaban los solidarios de siempre, invitados de todos los partidos políticos, algunos legisladores y hasta turistas. También marchó un pequeño grupo uniformado con camisetas azules. En la espalda, una caricatura de las famosas botas guanajuatenses del próximo presidente de México. Eran panistas de Chihuahua, foxistas en la protesta masiva de Cuba contra el bloqueo estadunidense.

Poco antes de las 8:30 de la mañana, Castro apareció en un pasaje del Malecón totalmente despejado. Caminaba solo, sin su característica gorra. Se acercó al punto donde lo esperaban la banda de guerra y los cadetes abanderados, listos para arrancar la ceremonia. Pero faltaban algunas vueltas en la manecilla de los minutos y no era cosa de apresurarse. Impaciente, el comandante fijó la vista en su reloj y no fue sino hasta que dio la hora prevista, en punto, que levantó su pequeño banderín y literalmente dio el banderazo de salida.

Arrancó la enorme hilera bajo una agitada nube de los colores de la bandera de Cuba, y no fue sino hasta bien pasado el mediodía que el flujo humano fue disminuyendo hasta desaparecer. La marcha del millón había concluido.

Y en el malecón habanero quedaron solamente los carros alegóricos y los puestos de frituras y cerveza en espera del fin de semana de carnaval. Los capitalinos se perdieron con las calles de El Vedado con un largo periodo de asueto por delante.