JUEVES 27 DE JULIO DE 2000

 

Ť Sami David Ť

Democracia y civilidad

LA VOLUNTAD POPULAR COMO NORMA de conducta es indicativa de la madurez alcanzada por la sociedad mexicana. Las transformaciones aceleradas de los últimos años en México determinan también las nuevas directrices de los sectores, basadas en la estabilidad, en la participación política y en la exigencia. El sufragio ciudadano, desde luego, es primordial.

Signo de los tiempos, la pluralidad política es fundamental. Ello permite la discusión, la expresión libre de las ideas a fin de conseguir el consenso. Diálogo, tolerancia, respeto, al igual que la sana convivencia son admisibles solamente en un medio de madurez. Y los resultados se advierten en las urnas a través del voto de la ética. Democracia y civilidad es el factor fundamental, el elemento integrador de la sociedad.

Como acto ciudadano, el voto se fundamenta en la propia conciencia y en la memoria. Busca el bien común y con ese acto fortalece la vida democrática. La democracia y la justicia social se sustentan en este principio. Por eso el sufragio no puede usarse como trueque, como medio de coacción. Por eso, también, la ciudadanía chiapaneca continúa apostando por la gobernabilidad, la concordia y el progreso.

Chiapas, lo he señalado ya en otras ocasiones, representa un reto a la inteligencia política, a la buena voluntad y a la ética de quienes participamos en la vida pública nacional. Por eso los chiapanecos decimos no a los maximalismos, a la simulación y a los enfrentamientos. No es prudente jugar a las declaraciones beligerantes. La guerra o la paz no son argumentos en una contienda política. No es justificable asustar con el petate del muerto.

Como candidato del PRI a la gubernatura de Chiapas mi apuesta es por la gobernabilidad. Un gobierno basado en la ciudadanía, en la gente, donde la educación y la cultura representen las opciones viables para el desarrollo de la entidad, buscando, desde luego, un programa económico sustentado en el empleo y en la igualdad de oportunidades. La transformación social de Chiapas es primordial. Y la entidad ya ha dado muestras de civilidad y concordia. La violencia, lo sabemos, a nada conduce. La fuerza de las armas sólo enturbia más el proceso de cambio que vivimos.

Mi partido, el de la democracia y la justicia social, busca impulsar y preservar la actividad económica, agrícola y ganadera, porque es importante alcanzar la estabilidad y el progreso. Hacer más y efectivas las acciones gubernamentales para que respondan a las demandas de la gente. No es posible jugar al héroe o al caudillo. La simulación y el engaño no pueden erigirse como banderas partidistas al calor de una contienda electoral. La verdadera alianza del PRI es con la sociedad chiapaneca. La transformación social es básica. Y esa es mi propuesta.

La ambigüedad ideológica, la suma de siglas, las mentiras reiteradas, al igual que los discursos de violencia y confrontación a nada conducen. El Partido Revolucionario Institucional apuesta por la gente. La democracia no significa dirimir las diferencias en un cuadrilátero o en una cancha deportiva. El futuro de Chiapas no puede sustentarse en el juego de ''quítate tú para ponerme yo''. A lo largo de mi campaña he ofrecido experiencia, honestidad, capacidad de trabajo, así como mi sensibilidad y pasión al servicio de la gente. Y ahora lo reitero. Chiapas es más grande que sus problemas o que la disputa violenta. Chiapas es vocación y voluntad democrática.