MIERCOLES 26 DE JULIO DE 2000

Ť Desaliento entre quienes engrosaron sus filas


Sin congruencia ni planes, el CGH se vuelve obsoleto: activistas

Ť Estamos divididos por tanto que nos hemos golpeado, opinan

Roberto Garduño Ť De ser el interlocutor natural de las autoridades universitarias para resolver el conflicto que en diez meses paralizó la máxima casa de estudios, el Consejo General de Huelga (CGH) se redujo a un conglomerado de corrientes y grupos de activistas que desplazaron a las asambleas en cada una de las escuelas. A últimas fechas, la escasa asistencia a las reuniones plenarias donde se presenta si acaso un centenar de jóvenes, innumerables resolutivos incumplidos, el retiro del plantón de los padres de familia y la asistencia de siete paristas a un mitin frente a la sede nacional del Partido Acción Nacional ponen en tela de juicio la existencia de ese movimiento.

A raíz de la entrada de la Policía Federal Preventiva (PFP) a las instalaciones de la UNAM, el movimiento del CGH reaccionó con actitudes violentas a la reapertura de la institución, ''nos quitaron la que fue nuestra casa'', advirtieron entonces.

En marzo, por la fuerza, un grupo de activistas ingresó a la torre de rectoría. En abril, en la coordinación general de CCH, su titular, José Bazán Levy, fue golpeado por otro grupo de paristas y clausuradas las oficinas. Entre abril y mayo el diálogo con las autoridades en el auditorio Alfonso Caso resultó en la lectura de consignas y proclamas que propiciaron el fracaso del encuentro.

En el Reclusorio Norte de la ciudad de México los universitarios encarcelados el 6 de febrero también se dividieron: Mario Benítez, Víctor Manuel Alejo -a quien en un tiempo se le relacionó con el asesor de Francisco Labastida, Adolfo Orive--, Alberto Pacheco y Salvador Ferrer, excluyeron de sus reuniones a Jorge Martínez Valero.

Afuera, en los planteles de la Universidad Nacional el grupo Contracorriente, que al inicio de la huelga fue marginal, se apoderó de las decisiones en las asambleas de activistas y desplazó con amenazas verbales y violencia física a las corrientes En Lucha y Comité Metropolitano Estudiantil.

Las implicaciones de aquella frase diálogo no es negociación se manifestaron con el achicamiento del CGH. La mayoría de sus integrantes se retiraron expulsados, acusados de traición y por el hartazgo de una organización, que de tan horizontal como se asumía perdió el control porque muchas de las decisiones de sus plenos fueron desacatadas. Por momentos, cada una de las corrientes y cada uno de sus integrantes sentían ser los protagonistas más importantes de su movimiento.

Lo evidente no necesita demostración...

A la fecha, cuando las actividades académicas y administrativas en la UNAM se les vinieron encima porque la comunidad ya no está dispuesta a perder un año, las valoraciones de los mismos cegeacheros sobre su huelga son tan disímbolas que fluctúan entre la autocrítica y la complacencia.

''Nosotros no vamos a decretar la muerte del CGH, o nos matan o no sé, por eutanasia, nos suicidamos pero el CGH no se muere, está vivo, y no tiene la vida vigorosa que le vimos al principio pero está latente porque el dedo de la exclusión el gobierno no lo ha retirado. Pero si mañana mismo se atreven a cobrarnos, quiero ver que sigan diciendo que el CGH ya murió''. Mario Benítez no admite la palabra muerte para caracterizar el estado actual del CGH, por el contrario, para él el sector pudiente en la universidad es el que desea la desaparición de su movimiento:

''Quien te dice eso es el profesor o el estudiante que viste otra ropa, ropa bien, de rico, el que tiene otra conducta u otra forma de hablar distinta a la de los pobres. El muerto les da miedo. El gigante Goliat le da un madracísimo al pequeño David que se levanta, porque no ha de permitir que lo excluyan, y cuando se dé un atentado contra el carácter público y gratuito el CGH se levanta...''.

Pero del optimismo de uno de sus actores más importantes, otros alumnos que también participaron diariamente en su huelga pasan al pesimismo y la decepción. María Benítez, de la Preparatoria 6, tiene otra opinión.

''El CGH no tiene una estrategia ni congruencia. Se perdió desde hace mucho, y la gente que está dentro del CGH no tiene una visión más allá de la universidad, sólo piensa en su corriente. Ahora la banda ya no quiere entrar al CGH y eso lo ha llevado a la derrota contundente. El CGH se vuelve obsoleto. Yo no sé si la rectoría está dispuesta a negociar con el CGH, son tan pocos que ya no vale la pena negociar con ellos. Si no se reconstruye, no sólo se volverá una corriente radical, sino una corriente de güeyes que ni siquiera saben a dónde van''.

Marco Antonio Montes de Oca, de la F paristas-fcpys-mural-jpg acultad de Ciencias, admite que en distintas escuelas predomina cierta posición y ''esto implica que la toma de posiciones se lleve a cabo con poca gente, en todas las escuelas ha habido errores de la gente. No digo que el futuro del CGH sea como un protagonista en la lucha futura...''.

Karina, una alumna de la Preparatoria, también manifiesta dudas sobre cómo darle un nuevo impulso a su movimiento: ''Estamos divididos por tantos golpes que nos hemos dado nosotros mismos. Hemos cometido errores al dejar el nombre del CGH ante personas y grupos sectarios que no les importa un objetivo claro, sino simplemente dicen soy CGH y soy rebelde. Nuestro problema es cómo unimos a la gente, después de un desprestigio tan grande que tiene el CGH. Sí somos buenas personas, pero muchos creyeron que el movimiento era ir a mentarle la madre a la directora porque soy del CGH...''.

Otro de los alumnos que se mantuvieron durante la huelga en la Facultad de Arquitectura fue Julio Goitia, para quien la extinción del CGH es un hecho. ''Siendo autocríticos, los llamados moderados participaron en la caída del movimiento en ser tan necios, en tratar de aplastar a un sector del movimiento, al sector más radical. Las escuelas se quedaron con los compañeros ultras, con los más radicales y desde entonces no hubo una dirección política clara... yo creo que el CGH debe desvanecerse, tiene que desaparecer y los estudiantes y los trabajadores deberán discutir qué va ha pasar con la universidad en el congreso".

Paulino Alvarado, también de Arquitectura, justifica las demandas del CGH, pero ''cayó en demasiadas incongruencias, sobre todo porque las corrientes más radicales y agresivas se impusieron. El CGH no tiene futuro, es triste decirlo pero el movimiento estudiantil como tal siempre va a existir, el CGH dejó de trabajar en la base y se consideró a sí mismo como un oráculo del cambio, y los oráculos hace siglos dejaron de funcionar''.

Al abandonar la reunión Por la reconstrucción del CGH, Gustavo Lozano, alumno de la Facultad de Química, argumenta desalentado: ''A pesar de que aquí se dieron las mismas inercias, los mismos discursos, sabemos que si vamos a seguir cayendo en los mismos procesos repetitivos sin dar el paso de prepararnos más será difícil que el CGH pueda avanzar y vamos a caer en la destrucción hasta diluirnos por completo''.