MARTES 25 DE JULIO DE 2000

* "Hubo intentos de suspender la ceremonia", asegura Luis Estrada

Arrasa La ley de Herodes en la noche de los Arieles

Arturo Jiménez * La película incómoda, la cinta irritante, el filme mexicano que por fin pudo retratar con toda amplitud la corrupción y los crímenes políticos en México, La ley de Herodes, del director Luis Estrada, arrasó anoche con los premios Ariel que otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas al obtener diez galardones en rubros principales como mejor película, mejor director, mejor actor y mejor guión.

Muy atrás de esa cinta, que pasó del intento de censura al éxito de taquilla, quedaron las principales competidoras: la comercialmente exitosa Sexo, pudor y lágrimas, de Antonio Serrano, con cinco premios; Del olvido al no me acuerdo, de Juan Carlos Rulfo, con cuatro, y Rito terminal, de Oscar Urrutia, con uno, pese a ser el filme con más nominaciones: 14.

En una ceremonia de ineludible perfil político --"hubo el pedido de no realizar la ceremonia para no premiar a la cinta; quiero felicitar a la academia por su valentía", aseguró Estrada-- en el Palacio de Bellas Artes, el presidente de la academia, el realizador Jorge Fons, había abierto el fuego para anunciar que la comunidad cinematográfica seguirá luchando contra el doblaje y criticar el retraso en la aparición del reglamento de cine.

Fons se refirió también a los que consideró los 22 meses de la "nueva Academia", a la industria que trabaja "a medio gas", pero que tiene una capacidad mucho mayor, a la calidad de las 14 cintas estrenadas en 1999 (seis de ellas operas primas), y a la esperanza que representan los más de 15 millones de espectadores que el año pasado vieron cine mexicano.

Pero el director no fue el único, pues Blanca Guerra, quien con Jesús Ochoa condujo el acto y dramatizó diversos momentos del cine mexicano, sentenció al final, al lado de todos sus compañeros actores --María Rojo, Joaquín Cordero, Roberto Sosa, Angelica María--, quienes leyeron las ternas y los nombres de los ganadores:

"Aquí nos vemos el año que sigue, y el que sigue, y el que sigue, y a quien no le guste, que..."

La talentosa actriz lució radiante con vestuarios campiranos, urbanos y nocturnos, ya en un Mercedez-Benz blanco acompañada de un genial El Santo (Jesús Ochoa), ya en una Harley, vestida en piel negra, detrás de su compañero de conducción, quien además montó un caballo en pleno escenario principal del Palacio de Mármol.

De no ser por el carisma de Damián Alcázar, protagonista de La ley de Herodes como el alcalde Varguitas de San Pedro de los Saguaros, la noche hubiera sido toda para Luis Estrada, quien pasó al frente en tres ocasiones para recoger diversos galardones, uno de ellos el de coguionista, en conjunto con Vicente Leñero.

Uno de los escasos reconocimientos principales (por lo menos dentro de la ortodoxia) arrebatados fue el de Susana Zavaleta, quien ganó el Ariel a la mejor actriz protagónica por su trabajo en Sexo, pudor y lágrimas. Isela Vega fue otra de las que recibieron muchos de los aplausos de anoche, al recibir el premio a la mejor coactuación femenina por La ley de Herodes.

Fue un acto para el cual se buscó con afán, un formato ágil y novedoso, pero que por momentos se percibía tropezado. Sin embargo, predominó la buena información sobre el cine nacional y la selección de imágenes de su acervo.

Por primera vez, en esta edición del Ariel se entregó el premio a la mejor película iberoamericana, resultando ganadora la cinta brasileña Medianoche, de Daniela Thomas y Walter Salles. Afuera quedaron la colombiana La vendedora de Rosas, de Víctor Gaviria, y la española Todo sobre mi madre, de Pedro Almódovar, ganadora de un Oscar.

Mientras el recién fallecido pintor Gunter Gerszo obtuvo de manera póstuma un Ariel de Oro por su trabajo escenográfico en el cine mexicano, la argentina Libertad Lamarque recibió otro de esos premios especiales por su trayectoria. Emocionada, al lado de Pedro Armendáriz, pequeñita en el escenario, la reina del melodrama mexicano dio las gracias con los brazos abiertos.